01: sugar daddy

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de fuera provenían ruidos de animales que despertarían al de greñas largas temprano en la mañana, molestándolo por no haber podido conciliar el sueño en la noche hasta bien tarde. al ver que no podía volver a dormirse, suspiró y se levantó con pereza de la cama. recordó que se había quedado en casa del de ojos rubí, que le había dejado amablemente quedarse allí porque aún no se había construido una casa y era muy tarde. pensar que ni siquiera pudo hacerse una misera casa de cuatro por cuatro de tierra le hizo reír por un segundo, como siempre se reía de sus mamadas.

aun con pereza salió de la pequeña pero acogedora casa que luzu hizo en un abrir y cerrar de ojos con aquella madera arco iris que encontró. echó un vistazo a los ruidos que le habían despertado y se encontró con unas vacas a lo lejos y también unas ovejas, pero no encontraba al mayor por la zona, suponiendo que habría ido a minar o a buscar algunos materiales, pero pensó que en cualquier caso le avisaría.

— bueno, ni modo, supongo q-... —

— ¡hola quacks! ¿ya estás despierto? —

el mencionado se giró encontrándose con el mayor sonriendo y saludándolo con una mano.

— ¡ora lusuuu, anda que avisas eh cabron! — se acercó para recibirlo, viendo cómo este bajaba la mirada conforme llegaba.

— perdón quacks, anoche parecía que te costó dormir y esta mañana te veías cansado. fui a buscar algo para desayunar. —

— ay lusu, eso me pone cachondo. —

el mayor rió ante aquel comentario y entró a la casa seguido del contrario. en la mañana se había dado cuenta que no tenía mas que un bistec de ternera en el horno y quería darle algo más que eso a quackity. sentía que el primer día en karmaland  había sido duro, mucha información, muchos sucesos, y sobretodo mucho que asumir y mucho que descubrir, por eso quería darle una especie de bienvenida, algo que le hiciera ver que poco a poco podía confiar en él.

al igual que todos, luzu había perdido su memoria. quién era, qué hizo, qué sentía o qué pasó se deshizo como si se quemara un papel en cuestión de segundos, pero esto no era algo que lo atormentara, más bien, al igual que a todos los demás, no le daba nada de importancia. era una persona que lo tenía todo claro, sabía entender qué sentía y qué quería, por eso sabía que no se metería en problemas, al menos por su culpa.

pero había dos cosas a lo que no podía sacarle un signifcado, una era que lo único que recordaba era un sentimiento que derivaba en la intuición de no fiarse de nadie, pues sentía que sería traicionado por todos en cualquier momento, y eso lo hacía sentir extraño, como si hubiera pasado por un momento traumático que lo llevara a aislarse de todos en aquel lugar. y la otra cosa era la inexplicable cercanía que había permitido a quackity tener con él.

sin ser consciente de ello fue él mismo con el chico desde que lo vio, se podría decir que le transmitió confianza, o incluso calidez la inocencia que emanaba, aunque sabía que no era estúpido. de alguna forma se sentía agusto con su compañía y esa sensación de que iba a ser dañado no estaba, cosa que lo ponía en un estado de calma estando a su alrededor. por el momento, estaba agradecido con los dioses por haberle dado ese balance, no tendría que estar en alerta cada momento si estaba con quackity.

por eso mismo había salido temprano para poder encontrar algo de carne y huevos para desayunar, dando la suerte que pudo encontrar manzanas para hacer algo de zumo, quería tratar bien al menor y también conocerlo más a fondo, de solo pensarlo se llenaba de una ilusión que pareciera que no sentía por lo neutro que a ojos de todos parecía ser.

— ¡no mames lusu, esto está riquisimo! —

— me alegra oír eso quacks. — el mayor sonrió levemente orgulloso y contento de ver al contrario disfrutando lo que hizo. — ¿hoy quieres ir a minar un poco? quería algo de material para hacer un casa más grande.

— ¿y para qué una más grande? esta está bonita. — dijo con sus mejillas llenas de comida, como si no tuviera modales algunos a lo que luzu suspiró, pero no molesto.

— hombre, ya, pero quiero hacer algo que sea más espacioso si vamos a convivir juntos, esto es muy pequeño para dos personas. —

— ¿quieres vivir conmigo? pero los dos somos hombres lusu, ¡pero no pasa nada, no pasa nada! —

y luzu ante su irónico comentario rió; eso le gustaba, le hacía snetirse más cómodo con el chico. estiró su mano para hacer unos pequeños mimos en su cabeza mientras seguía comiendo.

— claro que sí quackity. — el mencionado le dedicó una sonrisa. sí, no llevaba su máscara, aunque realmente no sabía porqué la llevaba, pero no veía la necesidad de llevarla en ese instante. — ¿entonces te vienes, quacks?

— ay... ¡pero lusu! ¿tan kriko andas que ya andas diciendo cosas sexosas? —

— ¿qu-...? — antes de poder hablar entendió a qué se refería, pensando que por la diferencia de acentos habría más de un malentendido que el menor aprovecharía para soltar sus comentarios infantiles. — no te preocupes, ya me encargaré de que te vengas esta noche. —

— PERO LUSUUU — el menor se sorprendió por ese comentario de vuelta y empezó a reír avergonzado, acabándose luego su desayuno. — ¿si vamos a la mina me das comida? es que no tengo nada de nada.

— sí, yo soy tu sugar daddy. —

quackity soltó otra carcajada ocultando su avergozamiento. si le daba otro sentido que no fuera humorístico a aquel comentario, sí parecía que el mayor era tal. le había dado alojamiento, varios materiales para defenderse cuando explorara, comida... y no quería aprovecharse de todo aquello aunque le hiciera falta todo lo que le brindaba, en algún momento también le devolvería el favor. pero igualmente estaba agradecido con la amabilidad de luzu, le gustaba sentir que lo cuidaba de cierta manera, eso llenaba algo en él que no sabía exactamente qué era, ni se pararía a pensarlo por el momento.

él, al igual que todos, no recordaba nada de su vida pasada. la oportunidad que los dioses le habían dado de empezar una nueva vida, no la veía como tal, pues no recordaba nada, y no podía sentir el deseo de haber recibido una nueva oportunidad cuando no tiene arrepentimientos de algo, ni recuerda quién fue. ni siquiera algún sentimiento inexplicable o alguna sensación como a luzu le pasaba. pero tampoco pensaría en ello, solo en lo que podía pasar estando en aquel lugar totalmente nuevo para él.

— ya acabé lusu, amonos. —

— espera, primero tienes que ponerte la armadura, en las minas hay monstruos aunque sea de día. — se le acercó con un casco y un escudo, daba por hecho que él no tendría nada de eso y se lo puso cuidadosamente.

— gracias daddy, ay. — fingió ponerse tímido para después salir por la puerta con todo lo que el mayor le había dado.

luzu sonrió negando con la cabeza, saliendo detrás de él para ir a la mina que había mencionado. seguía pensando en eso de “sugar daddy”, le hacía gracia, pero no tenía ningún problema con cuidar del menor si podía, le gustaba la idea.

𝗌𝗎𝗀𝖺𝗋 𝗱𝗮𝗱𝗱𝘆 ✧' luckityWhere stories live. Discover now