Vida nueva

2.5K 150 67
                                    

"¡Malcolm! ¡Te dije que sacaras la basura!"
¿Cuántas veces habría escuchado Malcolm la misma orden? Cientos, tal vez miles. Su madre se sacaba de quicio cuando tenía que recordárselo, excepto que esta ocasión no era su madre quien le daba órdenes sino la jefa de personal de la cafetería.
"Mi turno acaba de terminar" explicó Malcolm de la manera más calmada posible "y lavé la cafetera a fondo, si no me voy ahora llegaré tarde a clase."
"No eres el único universitario por aquí, si los demás encuentran tiempo para hacer sus deberes, no veo porqué tu no. A menos que quieras trato especial porque vas a Harvard."
Los compañeros presentes seguían con sus actividades detrás de la barra de café pero mirándolo.
"Claro que no" dijo un poco ruborizado y tratando de fingir que no sentía las miradas "Su... supongo que puedo hacerlo, aunque tenga que correr para llegar a tiempo."
"Aquí trabajamos en equipo, Malcolm"
Sin demorarse más, Malcolm arrastró las pesadas bolsas de basura por la puerta trasera de la cafetería.
Trabajo en equipo...
Los otros chicos no pensaban en el trabajo en equipo cuando necesitaba que lo cubrieran una hora. Prefirió no perder el tiempo en discusiones, así que cerró la boca.
"Hola estúpido" le había dicho Reese al teléfono la semana pasada, Malcolm creyó que moriría de felicidad y repetía en su mente aquella conversación una y otra vez.
"Hola" respondió Malcolm con una risita tonta.
Era tarde y no había nadie en el pasillo de la universidad esa noche, lo cuál era perfecto porque podía limpiar en menos tiempo. Con una mano sostenía el auricular del teléfono empotrado en la pared y con la otra un trapeador. Su turno de intendente era agotador y las llamadas de Reese le daban ánimos para seguir.
"¿Ya me extrañas?" Susurró con un tono juguetón.
"Por supuesto" dijo Malcolm sincero, incapaz de seguirle el juego. Sonó más vulnerable de lo que quería.
Reese escupió una maldición.
"Yo también, viejo. Pero no nos pongamos a llorar."
Ambos habían reído y lograron superar la melancolía inicial.
"Entonces... ¿ya eres todo un chef? ¿Cómo está...todo?"
Malcolm levantó las bolsas para meterlas en el contenedor gigante del sucio callejón. Cada bolsa pesaba casi lo mismo que él.
Dicho y hecho. Corrió sin parar hasta la facultad, quitándose su delantal y guardándolo en el bolsillo. Se apresuró por los pasillos perfectamente pulidos y vio su propio reflejo en ellos. Estaba orgulloso. En dos semanas había dominado casi por completo el arte de la intendencia.
"Aún no. Estos payasos no me permiten acercarme a la comida. He lavado más platos y sartenes que en toda mi vida."
"¿Ah sí? Bueno, esos tontos no cuentan conque mamá te castigaba lavando miles de platos. No saben que estás entrenado"
Abrió el armario de escobas. Suspiró y se tomó un segundo para retomar fuerzas.Cerró los ojos y después agarró sus libros de la repisa. Había descubierto que en días ocupados como ese (que eran la mayoría) era mejor guardar sus libros ahí que tener que regresar hasta su dormitorio.
Retomó su carrera hacia el salón de clases, cuidando de no chocar con otros estudiantes en los pasillos. Malcolm suponía que ya debían estar acostumbrados a verlo así. El chico nuevo y becado que iba corriendo a todos lados. Seguro que ya tenía algún sobrenombre. Aunque fuese una escuela de élite había cosas que no cambiaban. Malcolm trataba de no pensar en eso.
"¿Y qué hay de tí señor Harvard? ¿Ya eres el rey de los sabelotodo con esos nerds?"
Llegar al salón tarde era lo peor. Tenía que buscar su sitio de la manera más discreta posible y rogar porque el profesor de la materia no fuera muy exigente. A diferencia de sus salones de preparatoria, estos tenían largas mesas escalonadas con varios estudiantes por mesa. Era como estar en un auditorio y por eso era fácil atraer la atención. Malcolm se sintió bendito cuando se acomodó en su asiento sin recibir ningún comentario.
Abrió su libro, su cuaderno y tomó notas, tratando de ponerse al corriente con los minutos perdidos de clase.
"Psst, oye, se te cayó esto" dijo un compañero que estaba a cinco personas de distancia. Todos fueron pasando el objeto de mano en mano hasta que llegó a Malcolm. Era su delantal. Gesticuló un tímido gracias y continuó tomando notas.
No tenía de qué avergonzarse. Había ganado su lugar en Harvard y no era culpa suya tener que trabajar para pagar la colegiatura. Sabía que no era el único. Tal vez no en ese salón o en su carrera, pero había otros como él. Siempre había alguien a quien le tocaba ser el bicho raro, y de nuevo, le había tocado ser a él. No se permitió deprimirse por ello.
"¿El rey? E... eso creo"
"Sólo dime a quién debo golpear y voy allá ahora mismo"
"Nah. Gracias. Las cosas no funcionan así por aquí"
"Malcolm, eres muy ingenuo. La gente es igual de cretina en todos lados, no es nada que una buena paliza no pueda arreglar."
A los diez minutos el profesor echaba un vistazo a sus notas. Y Malcolm hubiera querido recargarse en la banca y dormir cinco minutos. Resistió la tentación. La vez pasada había tenido que pedir los apuntes prestados por llegar demasiado tarde así que no podía incumplir dos clases seguidas. Además, tenía un turno de trabajo en la librería. Ahora lamentaba no haber tomado más café antes de salir.
"Es por eso que te quiero" dijo Malcolm sonriendo. La lógica de su hermano le parecía encantadora.
"Podrías demostrarlo ¿sabes? Estoy solo en la recepción. No hay huéspedes a la vista. Es una noche aburrida y tengo necesidades"
"No vamos a hacer NADA por teléfono"
"Andaaa" suplicó "¿qué es lo peor que puede pasar?"
"Prefiero no arriesgarme a que me expulsen o que te despidan. Espera, eso último no sería tan malo. Podrías venir conmigo"
"Eres terrible baby, si quisieras hubiera caído en tu trampa"
Aunque Reese lo había tomado a broma, Malcolm lo decía medio en serio. Todavía no le encontraba sentido a que Reese viviera tan lejos de él sin siquiera estar cumpliendo su sueño. Tenía la ilusión de que Reese se diera cuenta de su error y dejara el rancho para mudarse con él. Claro que, tendría que buscar otro apartamento porque Reese no podría vivir en los dormitorios de la universidad. Y tendría que encontrar un empleo para pagar el alquiler. Era un fastidio.
"Oh bueno, ya sabes lo que se siente. Siempre has sido bueno para hacerme caer en tus trampas"
El profesor escribía algo en el pizarrón, pero Malcolm no lo miraba. Contaba con su memoria fotográfica para capturar la información en su cerebro más tarde. Ahora mismo quería estar en casa con Reese. Era fantástico que antes podía verlo cuando quisiera en la misma habitación y ahora estaban separados por cientos de kilómetros. Reese era su hogar y no había forma de recuperarlo en el futuro inmediato.
"Debo asumir entonces que nuestro joven impuntual tampoco gusta de participar en clase" dijo el profesor.
Malcolm parpadeó perplejo. Le tomó varios segundos darse por enterado que estaba hablando de él.
"¿Qué?" Preguntó por fin con un volumen que aturdió a su compañero de al lado.
"Si, ya lo suponía" respondió el profesor y otro alumno levantó la mano y respondió.
Malcolm no conseguía captar la respuesta de su compañero. Todo se sentía inconexo en su cerebro. Miró al pizarrón buscando una pista pero nada parecía tener sentido. Estaba en blanco. Otro alumno alzó la mano y otro más. Los oídos de Malcolm escuchaban pero su mente no alcanzaba a registrarlo.
Al terminar la clase, no estaba seguro de qué debía hacer. Se quedó en su lugar paralizado mientras todos recogían sus útiles y se movían para su siguiente clase. Quería disculparse con el profesor y asegurarle que no volvería a suceder. Sin embargo, temía que sonara a excusa barata. Presentía que su explicación no sería bienvenida.
Y aunque hubiera sido culpa suya por estar distraído, no era la primera vez. En todos sus años de estudiante había sido capaz de responder acertadamente a las preguntas aunque su mente estuviera divagando, así que ¿qué demonios había sido eso?
Un par de compañeros de la fila de atrás hablaban entre ellos en voz baja.
"Espera ¿se supone que él es el genio del que hablaban?"
"Si. Al parecer para los estándares de la escuela pública cualquiera es un genio."
Malcolm volteó hacia ellos involuntariamente, pero no se dieron cuenta y cambiaron de tema mientras se alejaban.
Jamás se había sentido tan estúpido. Esto no podía ser lo que le deparaba Harvard. Todos los sueños que él y su familia habían construído sobre la universidad parecían a punto de derrumbarse. Sería humillante todo ese esfuerzo, trabajo y dinero invertido en su ingreso a la universidad sólo para convertirse en un fracasado.
*
Al final de la semana, Malcolm regresaba a su dormitorio con algunos libros bajo el brazo y un café en una mano. Había asistido a casi todas sus clases, cumplido un turno en la librería donde aprovechó el tiempo muerto para avanzar tareas y después remató con su trabajo de intendente. El trapeador se sentía más pesado de lo usual pero había conseguido limpiar los pisos del pasillo tan bien como siempre. Si reprobaba, quizá al menos le dieran ese empleo de tiempo completo, pensó.
Su compañero de cuarto no estaba como de costumbre. Se había integrado rápidamente a uno de los tantos clubes de la escuela y apenas si lo veía. Su cama estaba perfectamente tendida desde la última vez que durmió ahí y sus llaves del dormitorio las había olvidado encima del buró. Deseó que no pidiera abrirle la puerta cuando él ya estuviera dormido.
Malcolm, consideraba buscar algún círculo social también, pero tendría qué hacer magia con su tiempo, ya que a diferencia de su roomie él tenía qué dividirse entre tres empleos y la escuela. Además, aún estaba demasiado ligado a casa como para interesarse en socializar. En el fondo, quería retrasar su integración a la vida en Harvard.
Dejó caer los libros sobre el escritorio y se reclinó en su silla. Aún sentía que iba más atrasado que los demás. Esto no le pasaría, estaba convencido, si estudiara ciencias. No había nada mejor que jugar con compuestos químicos o resolver ecuaciones, pero esto era lo que su madre deseaba para él. Así que mejor debía agarrarle el gusto a leer sobre leyes y tratados, relaciones internacionales y más cosas que sonaban inútiles.
Su pequeña lámpara iluminaba con su ténue luz amarilla sus libros y fotografías familiares. Claro que a veces echaba de menos a la familia, pero a nadie como a Reese. Lamentablemente no tenía las agallas de colocar una fotografía donde sólo estuvieran los dos sin sentir que estaba exponiendo su secreto. Tampoco tenía una foto linda de ellos. La más reciente era la que Hal les había tomado para su graduación y sus caras estaban llenas de moratones, así que no era una opción.
Hojeó su libro buscando una página en específico y golpeaba su cuaderno con su bolígrafo. Había una sensación incómoda en su estómago en cuanto se ponía a leer o tratar de escribir un ensayo. El miedo de quedarse en blanco otra vez. El recuerdo de sus compañeros que lo consideraban un estúpido.
Sabía que si le contaba a Reese él lo animaría y encontraría la manera de amenazar de muerte a esos chicos. Su hermano conseguía hacer parecer las cosas más sencillas, lo cual aligeraba la carga de Malcolm. Se divertía pensando que Reese lo defendía como cuando estaban juntos en la escuela y le daba una lección a esos bocones hasta hacerlos tragarse sus palabras y hasta sus zapatos. Le encantaba imaginar que aún podía ser su guardaespaldas, pero ya no era posible. Estaba por su cuenta ahora. Y al recordarlo, prefería pretender que era capaz de cuidarse solo.
Dio un largo trago a su café y se frotó los ojos. Tenía que apresurarse a terminar esa asignatura para poder dormir. Cuando hablaba con Reese se sentía con energías pero sólo hablaban dos veces por semana ahora. Reese había tenido que limitarse de llamarlo a diario su primera semana de clases hasta cuando llegó la cuenta del teléfono con un costo alto por la larga distancia. Malcolm sólo podía usar el teléfono público que estaba en uno de los pasillos que le tocaba limpiar y no era siempre, además de que se quedaba sin monedas.
Todavía charlaban largamente alguna vez, pero Reese había adquirido nuevas responsabilidades en el rancho y Malcolm tenía cada vez más tareas.
No había mucho que pudiera hacer al respecto, salvo conformarse con llamarle cuando fuera posible y esperar al próximo día festivo o fin de semana libre. Faltaba algún tiempo para eso.
Eran quince para las once de la noche, Malcolm necesitaba una idea para concluír su ensayo.
Toc toc
"Tenía qué ser" protestó.
Abrió la puerta.
"Hola"
"Hola"
"Lo siento olvidé las llaves de nuevo"
Malcolm se hizo a un lado y le abrió paso a su compañero.
"No hay problema" dijo, aunque si había problema.
"Qué suerte que no estabas dormido."
"Si, pensaba hacerlo en cualquier momento."
El chico se agachó y buscó algo bajo su cama.
"Iré con los muchachos a ver las estrellas en el jardín " dijo con su telescopio en brazos "Deberías venir, si es que no te molesta cambiarte la pijama."
Malcolm se había puesto cómodo con una sudadera grande de Harvard y su pijama debajo.
"Gracias, quizá en otra ocasión" respondió en automático aunque no sonaba tan mal.
"Si te decides allá estaremos" dijo marchándose entusiasmado.
Malcolm cerró la puerta y se arrepintió de no haber aceptado. Tenía el cuerpo y los ojos cansados. Sus días eran de trabajo constante y correr de un lado a otro sin hacer nada divertido. Stevie estaba hasta el otro lado del campus y había ingresado a un proyecto especial de programación de computadoras que lo tenía también ocupado. La diferencia es que en ese breve período ya había hecho varios amigos.
Decían que la universidad era para hacer contactos pero él no veía cómo hacer algunos pronto. Quién querría ser amigo del intendente de la escuela.
Malcolm bebió el último trago de café, miró sus libros abiertos sobre el escritorio y contempló la habitación. Casi extrañaba los gritos de Dewey cuando tenía pesadillas a mitad de la noche. Luego, vio que las llaves de su compañero seguían en la mesa de noche. Suspiró.
Toc toc
"Olvidaste tus..." cuando abrió la puerta se quedó pasmado.
"Hey Harvard" dijo Reese recargado en el marco, llevaba su chaqueta de cuero que usaba para fanfarronear pero que en esta ocasión le daba un aire sexy, al igual que esa sonrisa que era solo para él "Quería preguntártelo en persona, ¿ya me extrañas?"
¿Cómo?
¿Cuándo?
¿Dónde?
Todas las preguntas del mundo cruzaron la mente de Malcolm a la velocidad de la luz. Aunque no le interesaba responder ninguna.
Acortó la distancia con Reese tan apresuradamente que chocaron sus cuerpos y si no fuera porque Reese era más alto y más fuerte, aquel golpe lo hubiera dejado sin aire. Malcolm se aferró a él apenas pudiendo rodearlo con los brazos mientras que Reese le pudo dar un abrazo completo.
Malcolm sofocó un sollozo y reprimió las ganas de decirle: "¡Sácame de aquí y llévame contigo!", porque ya había hecho el ridículo lo suficiente.
"También estoy feliz de verte" dijo Reese riendo y besando su cabeza, luego lo apartó por los hombros para verlo "Si, eres tal como te recordaba, sigues estando muy feo"
"Tú más" respondió Malcolm secándose las lágrimas con la manga de su sudadera.
"Así que esta es tu nueva guarida" dijo mirando alrededor.
Había unos pocos posters en la pared de un par de bandas de rock, de películas que Reese jamás había escuchado y sobre la cabecera de Malcolm se desplegaba el banderín de la universidad. La ropa sucia y limpia de Malcolm estaba amontonada en un pila sobresaliendo del armario y había libros y calcetines dispersos. Malcolm estaba esperando alguna opinión de Reese pero el silencio se prolongaba. Al final de su inspección, Reese sólo le sonrió.
"Si, no es la gran cosa." Se adelantó a decir Malcolm.
"No. No está mal" luego reparó en las tareas de Malcolm "Vaya, otra noche en vela estudiando. En definitiva no has cambiado nada."
Este era uno de los comentarios típicos inofensivos de Reese, pero de pronto, Malcolm se sintió a la defensiva. No podía precisar porqué pero había un aire diferente en su hermano. La manera en que se portaba a si mismo, su postura. Parecía más confiado que de costumbre, no en un modo fanfarrón sino auténtico.
Tal vez era verdad lo que decían sobre lo saludable que era la vida en el campo.
"Bueno, es la universidad. Se supone que debo estar estudiando." Respondió frunciendo el ceño. Deseó que Reese no hubiera visto a los chicos divirtiéndose y mirando las estrellas en el jardín.
"Ya lo sé, tonto" dijo palmeando su cabeza "Todos estamos orgullosos. Yo estoy orgulloso de tí"
"¿Lo estás?"
"Claro, ¿lo dudas?"
"Bueno... odias la escuela y si yo hubiera querido algo diferente no estaríamos en zonas postales tan alejadas."
"Bah, pero no es lo que yo odie o quiera sino lo que tú quieras" dijo quitándose la chaqueta y doblándola por una mitad. Luego la colgó en el respaldo de la silla del escritorio.
"¡Doblas tu ropa! ¿Desde cuándo?!" Gritó alarmado.
"Desde que mamá dejó de hacerlo." Dijo despreocupado "Creo que se enojaría si le pidiera que fuera al rancho a lavar mi ropa también"
"Ya no te reconozco" bromeó.
"¿No? Necesitas que refresque tu memoria" dijo acercándose y acariciando su mejilla. "Pero no te ves nada bien" observó, pasando su pulgar por las pronunciadas ojeras "¿Harvard está siendo una perra contigo? Yo puedo arreglarlo"
"No es nada. Estoy bien. Mi sueño se hizo realidad y... todo eso."
"Ni hablar" dijo Reese quitándose los zapatos y poniéndolos juntitos a un lado de la cama, Malcolm tomó nota. Su hermano ya no arrojaba los zapatos descuidadamente por la habitación. Reese se recostó con las manos tras la cabeza y miró al techo "Esperaba aventarte a la cama y darte duro toda la noche, pero si no se puede ni modo."
"Siempre un poeta" respondió acurrucándose con Reese y recargando la cabeza en su pecho. "Pero yo no dije que no estuviera dispuesto."
Reese acarició su cabello.
"Pareces un muerto viviente. No quiero hacerlo así. Necesitas dormir más"
Malcolm soltó una risa sarcástica. No era como si dependiera de él poder dormir.
"Es mi culpa. Debía decirte que venía en lugar de tratar de sorprenderte. Olvido que ya no estamos en preparatoria. Tendremos qué agendar los días de sexo"
Malcolm sintió un pinchazo de culpa. No quería desilusionar a su hermano. Pero Harvard estaba consumiendo su vida. Cada día sentía que se arrastraba al trabajo y a las clases. Estaba en la cuerda floja, pensando que no valía la pena ese sueño familiar que cargaba a cuestas.
Se sentía como el más grande de los idiotas por hablar tanto durante los últimos tres años de la importancia de ir a una universidad prestigiosa para tener un futuro brillante. Si le contaba a Reese él lo apoyaría con los ojos cerrados para dejar todo y quizá huír a un sitio lejano donde nadie los conociera y pudieran quererse sin tener que ocultarlo. Aunque también, podría decirle un triunfal: "¡Ja! ¡Te lo dije! ¡La escuela apesta!"
¿Querría vivir en un mundo donde Reese tuviera razón?
¿Sería preocupante estar de acuerdo con él?
"Oh, no. No. Es genial que hayas venido. Necesitaba verte"suspiró y meditó un segundo "Últimamente..."
Y al ver la expresión analítica de Reese, cerró la boca.
"Olvídalo. No es nada. Todo está bien"
"Eres malo para mentir. En esa cabeza enorme tuya ya debe haber muchos pensamientos malos ¿no?" dijo tocándole la sien con el dedo índice repetidamente.
"Mi cabeza no está tan grande" dijo apartándole la mano.
"Los dos sabemos que si, pero te voy a conceder esta. Vas a estar bien Malcolm, te estás adaptando es todo. Sé que no es fácil porque no tienes a tu semental junto a tí. Tampoco es fácil para mi."
"¿En serio? Pareces muy contento."
"Ah, eso es porque tengo una filosofía de vida que me ha ayudado a superar estos cambios"
"Me interesa oírla" dijo Malcolm reacomodándose para mirar mejor el rostro de Reese. Su hermano se giró de nuevo para observar el techo de forma soñadora.
"Cada noche, cuando estoy en mi cama a punto de sentirme miserable por las cosas malas que me pasaron ese día, pienso en tí"
"Aaw. Yo también pienso en ti cuando estoy en clases o en el trabajo, porque..."
"No me interrumpas todavía no termino. Entonces, mientras pienso en tí, meto la mano bajo el pantalón y me hago el amor a mi mismo hasta que..¡listo! Quedo más seco que el desierto donde está el rancho."
"Ew."
"Dijiste que te interesaba"
"Ni siquiera se acerca a una filosofía, sólo es algo sexual y muy desagradable por cierto"
"Claro que si lo es. Me hace feliz, ¿ves esta sonrisa? Es gracias a mi filosofía de vida. Y tú deberías hacer lo mismo, se ve que te hace falta ¿hace cuánto que no...?" Dijo haciendo un ademán brusco y sugestivo por encima de su entrepierna.
"¡No te voy a contar eso!" Protestó incorporando medio cuerpo "Eso es privado"
"¿Y por qué no? Ah si, porque somos hermanos y sería raro" dijo usando una voz burlona y moviendo las manos exageradamente.
"Cállate" lo golpeó en el brazo
"Todavía eres ese niño gruñón y mojigato. Pensarías que me molesta pero no."
"Eso dices ahora, pero si te vuelves un tipo demasiado cool quizá deje de gustarte."
Reese se rodó sobre él.
"No sólo me gustas, yo te quiero" dijo demasiado serio y aprisionando sus muñecas contra el colchón.
Malcolm se puso rojo. Igual que la primera vez que se besaron, y como cuando se besaron en serio, igual que cuando tuvieron sexo y la vez que de verdad hicieron el amor. Con Reese muchas cosas se sentían nuevas.
"Me vas a gustar siempre" dijo tocando despacio sus labios con los suyos "yo siempre te voy a querer".
Empezó a besarlo lentamente, saboreando su boca, succionando sus labios muy fuerte, casi arrancándolos.
"También le gustas mucho a él" le susurró al oído mientras mordisqueaba su oreja.
Malcolm se tensó debajo, algo confundido y Reese lo detectó.
"Me refiero a él, al otro Reese. Al que está en mis pantalones"
Aún luchando por no jadear demasiado, Malcolm le dijo:
"¿Te refieres a Reese junior, al pequeño Reese?"
"¡Él no es pequeño! Ejem... es todo menos pequeño!" Respondió tratando de controlarse "Tú si sabes como matar la pasión" dijo apartándose y sentándose en la cama, se pasó la mano por el cabello y resopló.
Probablemente Reese no era tan seguro de si mismo como le había parecido. Recordó lo mal que se había sentido cuando tuvieron sexo en la cocina y supo que él no disfrutó nada. En esas cosas Reese no era tan confiado aunque actuara así.
"Oh, perdóname amo Reese" suplicó retorciéndose dramáticamente y llevándose una mano a la frente como damisela en apuros, hablaba mezclando gemidos "Merezco que me castigues y me des una buena lección con tu enorme..." se rió un poco y se detuvo en seco porque Reese lo miraba con extrañeza. Malcolm dejó caer los brazos "De acuerdo, no fue divertido."
Reese no le apartaba la mirada, parecía disgustado.
"Lo siento." Se encogió de hombros con una sonrisa tímida.
Ante la nula respuesta de Reese se acercó y recargó la cabeza en su hombro.
"Perdona, no he hecho mas que arruinarlo"
"Como... como sea" respondió todavía serio y un poco sonrojado.
"Estaba jugando, no pretendía burlarme" insistió Malcolm frotando su mejilla.
"No importa"
"¿Estás seguro?"
Reese movió su cabeza dando una respuesta vaga.
"¿Qué puedo hacer para que me perdones?" Dijo suplicante, esta vez en serio.
"Maldita sea" murmuró Reese, sin mirarlo y ruborizándose más.
"Oye, estás empezando a preocuparme. Dime qué rayos te pasa."
"Sólo si prometes no burlarte"
Malcolm lo meditó un segundo.
"Lo intentaré"
Reese lo miró con recelo .
"Está bien, lo prometo. No voy a burlarme."
Luego, Reese tomó aire antes de hablar.
"Eso que dijiste y cómo lo dijiste, me lo puso como una roca" respondió cerrando los ojos y con las mejillas más rojas todavía.
"Ay, por favor. No fue para tan...¡por Dios Reese!"
"¡Prometiste no burlarte!"
"¡No me estoy burlando!" dijo en pánico y moviendo mucho las manos mientras hablaba "Estoy asombrado, porque... porque, no recordaba que la tuvieras...que fuera tan grande" miró de reojo "¿De... de verdad todo eso estuvo dentro de mi?"
Reese siseó y se mordió el labio mientras se cubría con las manos.
"Uh...está empeorando"
"Si hubiera algo que pudiera decir para calmarlo lo haría" se lamentó histérico "Digo, de haberlo sabido no hubiera jugado así. Aunque debí suponerlo."
"Y tú eres el cerebro." Se quejó Reese tratando de tranquilizarse "Creo que a veces extraño golpearte"
"¿Qué?"
"Golpearte no, idiota. Lo que sentía cuando te golpeaba. Que era más fuerte, más grande y que te mostraba quién mandaba."
"Claro que tenías que ser de esos."
"¿Y qué hay de tí?" Dijo lanzándole una mirada "¿Te gusta que yo sea así?"
" Pues no. Pegas muy fuerte" respondió
"Di la verdad, no te hagas el tonto"
Malcolm bajó la mirada, se quedó pensativo.
"Algo pero..." bajó la mirada hasta concentrarla en una diminuta mota en su sábanas "Sólo durante el sexo no pienso tanto, es reconfortante."
Reese estiró la mano y le acomodó un mechón de cabello, sonriéndole.
"Entonces mi idiotez es contagiosa" dijo complacido. "No piensas en nada cuando estás conmigo"
"No quise decir..."
Pero Reese se inclinó sobre él y lo tumbó en la cama, se puso despacio encima de él.
"Estás peor de lo que pensé, es urgente que te arregle." Dijo respirando junto a su mejilla "Empezando por aquí" su mano se deslizó hasta tocarlo por encima del pantalón, consiguiendo que se pusiera medio duro con apenas esas leves caricias.
Luchó porque no se le escapara ningún, jadeo. Era muy pronto y parecería desesperado.
"Sigo esperando una respuesta." Insistió. "¿De verdad no te has tocado pensando en mi?" Susurró con su aliento cálido cerca de su oreja.
Estaba molestándolo a propósito y Malcolm era consciente. Si él no fuera tan necio no estaría cayendo en ese juego, resistiéndose a responder y lo más importante: conteniendo las ganas de suplicarle que lo tocara más rápido y con fuerza. Aunque había algo exquisito en esa resistencia. Le recordaba cuando peleaba con él por cualquier cosa. Oh, cómo extrañaba esas peleas tontas en casa.
"No..., es privado..." respondió entrecortadamente mientras las manos grandes de su hermano se paseaban por sus muslos y acunaban su miembro abultándose cada vez más bajo la ropa.
"La mala noticia es que me lo dirás de todas maneras." Dijo besándolo bajo el ombligo mientras le bajaba la pijama e imprimía besos en la piel que iba quedando descubierta.
Se saldría con la suya, de eso no había duda.
*
Esto era diferente. En vez de apresurar las cosas, Reese se tomaba su tiempo. Se recostó junto a él y lo besaba lentamente, dejando que su lengua saboreara cada rincón de su boca.
La pijama y ropa interior de Malcolm estaban en alguna parte de la cama enredadas con las sábanas. Hacía mucho calor bajo su sudadera de Harvard que apenas le cubría el pubis pero por donde asomaba un poco su trasero. Sus profesores no estarían muy orgullosos de que el nombre de su honorable institución quedara manchada literalmente en una sesión de sexo entre hermanos.
"Te está gustando, ¿cierto?" Dijo separándose de sus labios para besar su hombro descubierto. "Eso es, me estás dejando llegar más dentro" celebró cuando añadió un segundo dedo lubricado dentro de su hermano.
Malcolm jadeada, casi sintiendo vapor salir del cuello de su ropa. Escondía su cara y la frotaba en el pecho de Reese, aferrándose a su camisa mientras los gruesos dedos entraban y salían y se giraban en su interior, resbalándose viscosos y chasqueando obscenamente.
Era música para los oídos de Reese qué le repartía besos en el cuello y las mejillas húmedas de pequeñas lágrimas. Malcolm, deseó que el sonido no traspasara las paredes hacia los otros dormitorios.
"Qué lindo" dijo pegando su frente a la de él "Adoro tu cara de placer, es adorable, aunque aquí dentro... " empujó más hondo y más rápido "Quema"
Malcolm apenas podía hablar, así que ni siquiera lo intentó, cerró los ojos, tratando de escapar de la intensa mirada de Reese. No había necesidad de confesar que en esas semanas cualquier tipo de satisfacción había estado fuera de su lista. Su vida era miserable y tuvo que llegar Reese para refrescarle la memoria de lo que se estaba perdiendo.
¿Y qué si sus prioridades eran otras? De todos modos, nunca se hubiera sentido como con Reese. En una parte de su mente sabía esto y por ello evadía cualquier patético intento de sentir algo lo más parecido al placer.
"Si. Se siente bien" dijo Malcolm en un quejido respondiendo apenas la pregunta que Reese le había hecho antes. Sentirse bien era un respuesta pobre comparada con la realidad. Había estado como muerto por dentro.
Empujó su cadera hacia atrás involuntariamente, y de forma tímida y arrítmica al principio, buscó desesperado el contacto con los dedos de Reese.
Escuchó a Reese sisear y decir algo, que no pudo escuchar. Sus oídos estaban como sordos y su mente pacíficamente en blanco, para bien. Sólo había lugar para una sensación y necesitaba que lo invadiera por completo.
Aún abochornado por su evidente desesperación procuró esconder su rostro. Reese se lo permitió y lo rodeó con su brazo libre, sujetándolo más fuerte para mantenerlo en su lugar pero dejándolo moverse a su voluntad cada vez más violento, más ansioso de sustituír con placer el pesar y el vacío en su corazón.
La pequeña cama se sacudía mientras Malcolm agarraba la camisa de Reese con todas sus fuerzas. Supo que necesitaba más lubricante cuando los dedos de Reese, ásperos por el trabajo duro, empezaron a raspar su sensible piel. No le importó. Estaba doliendo mucho y era mejor así.
Ser lastimado por alguien que amaba tanto valía mucho más la pena.
Lágrimas corrieron por sus mejillas y Reese palmeó levemente su cadera con la otra mano.
"Despacio, nene. No hay prisa" dijo Reese sonriendo pero sonaba consternado. Malcolm sintió que estaba haciendo un espectáculo lastimero.
Se detuvo. Frotó su cara en Reese para secar las lágrimas a discreción mientras pretendía que recuperaba el aliento.
"Gracias por arruinar la diversión" fingió un tono ofendido.
Reese sacó sus dedos demasiado rápido para el gusto de Malcolm.
"No quería hacerte daño como aquella vez"
"Te lo diría, ¿recuerdas? Prometimos decir la verdad"
Su hermano se quedó callado un momento, asintió despacio. Dudando en decir lo que pensaba.
"No lo sé. Eres capaz de mentir para no preocuparme." Dijo cauteloso.
Malcolm sintió la cara enrojecer. Se sintió acorralado. Ya estaba mintiendo con respecto a su situación en Harvard, pero eso era diferente. Y aunque no tenía derecho a enojarse, lo hizo.
"¡Lo estaba disfrutando!" Dijo furioso e incorporándose de medio cuerpo "¿No se te ocurrió que podía gustarme que me doliera?"
Reese se sentó en la cama también.
"Oh, si. Claro que se me ocurrió. Te gusta mucho sufrir. Pero sólo porque te gusta no quiere decir que sea lo mismo con el sexo."
"¡Vamos Reese, esas son patrañas!"
"No lo son. No quiero que sufras cuando estás conmigo. No quiero ser una excusa para que te provoques más dolor. Yo quiero hacerte sentir bien"
Malcolm despegó los labios sin saber qué decir. Atrapado de nuevo. O Reese hablaba a ciegas o lo conocía demasiado bien, hasta casi leer su mente.
"¿Por qué? ¿Es lo que realmente quieres o lo dices porque tratas de protegerme? ¿Te provoco lástima?"
"Sólo quiero hacerte sentir bien" repitió serio.
"No has respondido" lo acusó con la mirada. " Hablas mucho sobre querer dominarme, nuestra primera vez fue... intensa y desde entonces has sido más suave. Me pregunto si es por mi que te reprimes."
Ahora Reese se quedaba callado e incómodo, se cruzó de brazos.
"No lo hemos hecho tantas veces como para saber qué nos gusta"
"Mentiroso"
"Es verdad"
"Yo creo que sabes exactamente cómo te gusta y te lo estoy echando a perder"
"Es que no es tan importante. No ahora. Malcolm, yo sólo quiero estar contigo. Que estemos juntos. Hacerte feliz."
"Lo sé. Eres muy dulce sin proponértelo. Pero quiero que también seas sincero conmigo."
Reese extendió los brazos.
"Lo soy."
"Cuando llegaste dijiste que querías hacerlo duro. No puedes haber cambiado de opinión tan rápido a menos que fuera por mi."
"Estaba bromeando. Rayos, ¿desde cuando tomas en serio todo lo que digo? "
Malcolm se mordió el labio.
Desde luego que tenía una respuesta para eso también. Porque era algo serio. La situación en la que estaban, la vida en general. Quería decírselo pero pensaba que era momento de dejarlo pasar y detener su tendencia a cuestionarlo todo. Reese sólo estaría ahí unas cuantas horas y ya había desperdiciado bastante tiempo.
"Es cierto" dijo tratando de sacudirse todas las preocupaciones y preguntas que aún tenía en mente. "Aunque sólo por aclarar, la próxima vez si no te digo que quiero parar no hay que hacerlo ¿de acuerdo?"
Reese asintió mirándolo con suspicacia.
"Okey. Si tu lo dices"
"Hablo muy en serio" advirtió Malcolm ajustándose la sudadera.
"Entonces tendré que esforzarme para que no quieras parar" dijo abrazándolo y tumbándose de espaldas, llevándose a Malcolm con él.
Hizo que sus labios se encontraran y lo besó pausadamente. Tomándose su tiempo en acariciar su cabello y luego a medida que el beso se volvía más apasionado y las manos de Reese se metían bajo la sudadera de Malcolm, este se detuvo.
"Espera. No. No podemos hacerlo"
"No juegues conmigo" protestó Reese.
"Yo quiero hacerlo, pero mi compañero de habitación puede volver en cualquier momento."
"¿Estaba entre los ñoños esos que miran las estrellas en el jardín? Seguro estarán ahí por horas."
Mala suerte que Reese los había visto.
"Es un riesgo que no quiero correr. Imagina el escándalo si nos sorprende"
Reese sin inmutarse tuvo una idea.
"Duh, pon una corbata en el picaporte. Es la universidad. Todos saben que es la señal universal de estoy teniendo suerte."
Y eso hizo. Malcolm se levantó y fue de puntitas a buscar entre su montón de ropa. Reese lo seguía con la mirada.
"Aunque me encanta verte de espaldas todo el tiempo, debo decir que la función mejora cuando no traes nada debajo. Mmm, me saboreo pensando en darte un beso de lengua y no precisamente en la boca" dijo acomodándose los brazos tras la nuca y sonriendo de forma pícara.
Malcolm se congeló, sintió el calor subirle por la cara y pensó en responder algo sarcástico pero se abstuvo. Ya había desanimado a Reese lo suficiente. La idea lo aterraba y no estaba con la mentalidad de experimentar esa noche, pero tenía que probarle que no era ningún mojigato.
"Cuando quieras" respondió intentando sonar casual. Intensificó la búsqueda de la corbata y cuando sacó apenas la cabeza y el brazo para colgarla sintió que estaba firmando su sentencia.
Era ridículo. Reese había demostrado una y otra vez ser un amante paciente que conseguía hacerlo entregarse por completo. Solía sentirse a salvo en sus brazos mientras era complacido. Pero como decía Reese, no lo habían hecho tantas veces. El sexo era apasionado en efecto y Reese le hacía el amor lento y dulce. Quizá el problema era él, haciendo una tormenta en un vaso de agua.
Cuando puso el seguro a la puerta y se dio vuelta, Reese estaba de pie y ya se había quitado la camisa; dejando al descubierto esos pectorales y abdominales que lo habían tentado cuando apenas descubría que le gustaba.
Se aproximó a la cama y se sentó en el borde del colchón, aguardando embarazosamente a su hermano que se desabotonaba los jeans a corta distancia de él. Inconscientemente Malcolm se cubrió los muslos estirando lo más posible la tela de su sudadera.
Era absurdo. Estaba tan nervioso como su primera vez.
Intentaba racionalizarlo mientras Reese deslizaba sus jeans por sus piernas y forcejeaba para sacarlos por los tobillos.
Todo era por culpa de las presiones de la escuela. Si. Eso era. También de las agotadoras horas de trabajo. Y quizá, sólo quizá...presentía que su instinto no se equivocaba y Reese esperaba algo más de él que no le podría dar. ¿Y si no era suficiente? ¿Ni para Harvard, ni para Reese?
Sus pensamientos fueron cortados de tajo cuando Reese, por fin completamente desnudo, le plantó un beso en los labios, lo tomó con cuidado de los hombros, lo giró y le quitó la sudadera.
"No es que no te veas supersexy con esto, pero quiero sentirte. Sentir toda tu piel" dijo mientras la sacaba por su cabeza para luego besar su hombro. Lo colocó boca abajo y besó cada uno de sus hombros, y recorrió su espalda con la palma de sus manos, provocándole escalofríos. Malcolm se sintió atrapado en su propia mentira cuando Reese aplastó su cuerpo con el suyo. Sintió los músculos fuertes pegarse duros como roca contra su piel así como su erección.
Esto era algo que Malcolm no podía racionalizar. El sexo era algo confuso y desordenado, donde algo desagradable podía ser muy excitante y algo en apariencia inofensivo como una simple palabra podía marcar a una persona para siempre.
"Sabes que adoro ver tu cara cuando te corres, pero quiero intentarlo así" dijo apartando un poco el cabello de su oreja para lamerla y mordisquearla. Malcolm jadeó. No arruinaría esto. Haría todo por detener su mente que giraba a mil por hora y se comportaría.
Si ocurría como las veces anteriores, Reese conseguiría poner su mente en blanco y eso sería una verdadera bendición.
Malcolm sólo asintió y por un breve segundo, temió que Reese descubriera sus temores y se detuviera.
"Manso como un corderito, así me gusta" susurró en su oído y, empezó a succionar su cuello al tiempo que deslizaba su dedo dentro de él.
Sólo entonces, Malcolm se esforzó por relajarse. Sus brazos estaban tensos y sus manos cerradas en puños junto a su cabeza. A pesar de sus temores, necesitaba a Reese más que nunca.
"Dios, como te extrañé. Estuve soñando con este momento desde que me fuí" dijo pasando una mano codiciosa por sus hombros y su brazo. "y tú ¿cuánto me extrañaste?"
Al sentir el segundo dedo entrar, Malcolm se quejó. No podía hablar y tampoco darle una respuesta cuantificable. La verdad es que sin él estaba incompleto.
"Voy a tomar ese bello sonido como respuesta."
Paseó la lengua por su espalda, succionando en cada beso mientras sus dedos se movían más rápido. Malcolm sentía su propia semi erección aplastarse con el colchón. Se retorció debajo de Reese, y debatiéndose en advertirle que tuviera cuidado de no dejarle marcas visibles. Reese hincó sus dientes sólo un poco en la curvatura de su cuello y supo que ya era tarde. Gimió.
"Lo estás haciendo muy bien." Dijo complacido, quizá creía que Malcolm protestaría en cualquier momento y estaba alegre de que no fuera así "Estás casi listo acá abajo"
Malcolm no lo creía. Pero no pensaba oponerse. Contaba con la paciencia de santo de Reese para irlo llevando poco a poco al momento correcto.
"Ven acá" gruñó Reese deseoso , apartándose un poco y deslizando un brazo bajo su cintura, reposicionándolo de forma brusca.
Con las rodillas y las palmas de las manos apoyadas en la cama, Malcolm aguardaba el momento definitivo, preguntándose si tendría lo suficiente para aguantarlo.
Respiraba entrecortadamente, sin hacer apenas ruido.
Miró por encima de su hombro porque Reese se demoraba.
"Siempre quise hacer esto" jadeó su hermano masturbándose mientras contemplaba su espalda y sobre todo, su trasero.
Era una mirada hambrienta y lasciva que Malcolm sólo había visto cuando Reese golpeaba a alguien o cometía sus peores fechorías. Este era el Reese que más le asustaba porque era capaz de todo.
"Da...date prisa" mintió. Esperando que Reese aún no sospechara nada mientras que sus brazos y rodillas temblaban.
"Paciencia hermanito. En un segundo estoy contigo".
Malcolm agachó la cabeza, sólo esperando lo inevitable. Deseaba que su compañero no tuviera alguna llave maestra y los sorprendiera en pleno acto. No habría una explicación para esto.
"Ah..." gimió , cuando Reese más grande y grueso de lo que recordaba se adentraba en él.
Reese al mismo tiempo emitía un jadeo ronco, prolongado.
"Qué estrecho" saboreó. "Y cálido" murmuró cerrando los ojos y disfrutando ese instante que había anhelado tanto.
Ninguno se movió o dijo nada salvo el sonido pesado de su respiración mientras se ajustaban.
Las manos tibias de Reese se apoyaron suavemente en sus caderas. Malcolm estiró su brazo tanto como pudo y sujetó su mano a pesar de perder un poco el balance.
Que Reese estuviera ahí era como un sueño. Ya no importaban sus temores, porque sabía que al asomarse al abismo podía depender de Reese para salvarlo.
"Reese..." sollozó, desbordado en emociones.
Y su hermano, desplazándose cuidadosamente se le puso encima y lo rodeó con un brazo.
"Lo sé" respondió con entendimiento "Lo sé" besó sus labios y empezó a moverse en estocadas lentas y tentativas.
Malcolm se sintió fuera de práctica cuando al instante un pequeño grito sugestivo escapó de su garganta. Escuchó a Reese reír suavemente cerca de su oreja.
"De.. deja... ¡ah! Deja de bur... de burlarte" se esforzó en decir.
"Es un cumplido" respondió Reese como si nada y moviéndose dentro de él a un ritmo pausado. No había duda de que estaba en control "Es porque estoy muy feliz"
Él también lo estaba, aunque su estúpido cerebro lo traicionara a momentos haciéndole creer lo contrario.
Concluyó que con ese ritmo podría manejarlo, incluso cuando fuera una postura nueva que lo hacía sentir vulnerable y sometido. Sin embargo, sus brazos y piernas no soportarían su propio peso en poco tiempo.
El vaivén de su cuerpo y la fricción de Reese llenándolo estaba causando un efecto hipnótico y finalmente placentero.
"Oh Reese. Así..." jadeó en voz apenas audible, buscando aferrarse a su brazo. Aferrarse a él.
Cómo amaba esos brazos hechos para protegerlo y poseerlo.
"De esto estaba hablando" le respondió orgulloso.
Los minutos parecían extenderse en una exquisita eternidad. La habitación, silenciosa y deprimente desde el inicio del semestre, se inundaba de sus murmullos, gemidos y el sonido de su piel chocando.
A Malcolm ya no lo sostenían más los brazos y antes de derrumbarse, Reese empujó su cabeza suave pero firme contra el colchón y levantó más sus caderas.
Las embestidas parsimoniosas eran todavía más profundas y Malcolm las recibía frotando su rostro en las sábanas, buscando sofocar los sonidos de su impertinente boca.
Era estupendo. Su mente se rendía y lo dejaba libre para sólo sentir placer.
"Ah, Reese...Reese..." repetía su nombre casi como un mantra. Con una entonación soñadora.
Su hermano, estaba encantado.
Sentía que eran las alabanzas apropiadas para un rey del placer como él. Y aunque hubiera sido arrogante decirlo, Malcolm habría estado de acuerdo.
Conforme se acumulaban las sensaciones, Reese empezó a ir más rápido y más profundo cada vez. Provocando que el cuerpo de su hermano se sacudiera violentamente hacia adelante y atrás.
Malcolm lo resintió. Se estaba volviendo doloroso e implacable, pero no sabía cómo impedirlo. Ni si debía parar. No quería parar. No deseaba arruinárselo a Reese. No otra vez. Se mordería la lengua y dejaría de ser una molestia por lo menos en la cama.
Su hermano hacía tanto por él e iluminaba su vida en una manera que él no creía poder compensarlo jamás. Si sólo podía ofrecerle su cuerpo lo haría. No diría ni una palabra.
Él no era nadie en Harvard pero era alguien para Reese. De ser necesario, se entrenaría para seguirle el paso y hacer lo que él quisiera.
No iba a perderlo. No iba a perder a la única persona que apagaba los ruidos que torturaban su mente.
Pero su cuerpo lo traicionaba.
Era un desastre de quejidos lastimeros. Y justo cuando pensó que Reese se había dado cuenta, su hermano volvió a ir despacio. Deslizó una mano entre sus piernas y lo estimuló.
Era demasiado bueno para ser verdad. Apenas podía respirar o acordarse de su propio nombre.
No pudo más y se corrió en su mano.
Pronto, Reese lo llenaba con su cálida humedad.
Era libre, aunque fuera por esos hermosos segundos.
Reese colapsó encima de él y lo rodeó con sus brazos. Sus cuerpos sudorosos y agitados aún eran uno y era perfecto.
Una paz inmensa inundó a Malcolm. Si sólo pudiera tener un deseo en la vida, sería estar así para siempre.
Se acurrucó con su hermano, exhausto y saciado. Había valido la pena ir más allá de sus límites por un momento.
"Es la primera vez que dormimos juntos en la misma cama que no sea de nuestra habitación " susurró, apartándole el cabello de la frente sudada.
Era verdad.
En casa hubiera sido imposible pasar una noche así. Eran idiotas, aunque no tanto como para arriesgarse a que Lois los descubriera.
Minutos después, Reese se rodó junto a él y estiró su cuerpo suspirando, luego volteó a verlo y le sonrió.
"Espero que tengas otro juego de sábanas."
En efecto, era todo un poeta

*contiuará*

Hola, espero les haya gustado este estreno que como prometí sería más hot. Yo con mis crisis de shippeo pero aquí ando, nadie dijo que shippear era fácil 🥲.
De nuevo agradecerles por las muestras de cariño a la historia, tanto de lectores que están aquí desde que empecé hasta ahora que somos más fans, más escritores y más dibujantes (vivaaa 🥳🥳)
Espero que estén muy muy bien y déjenme insistir en que cualquier novedad la dejaré en el tablero de anuncios (conversaciones aqui en wattpad) o en los clásicos avisos parroquiales y que mis fics estan tambien en Ao3 me encuentran como Starlightzz. Ya tengo Facebook (mándeme su nombre de usuario por fa por mensaje o como quieran para agregarlos) y en instagram estoy pero no me acuerdo mi user.
Bueno por hoy es todo y nos vemos en el proximo capitulo (pero antes toca actualización de Más espesa que el agua)
Chaoooo 😘😘

Wilkercest 3 (Malcolm x Reese)Where stories live. Discover now