69. El inicio (Agustín)

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Estoy en medio del prado, el cielo es de un celeste tan intenso que por instantes siento que debo cubrirme los ojos

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Estoy en medio del prado, el cielo es de un celeste tan intenso que por instantes siento que debo cubrirme los ojos. Los veo venir a lo lejos, caminan despacio y sonríen, se toman de la mano y bromean como si fueran dos chiquillos, pero no lo son, al menos sus cuerpos se ven ancianos.

Ya los conozco, he revivido este sueño varias veces, no siempre acaba igual, pero siempre comienza similar. Ellos se acercan a mí con una sonrisa tan intensa que me contagian. Sus miradas son puras y transmiten luz.

—Muy bien, muchacho, lo has logrado —dice el hombre que hace tanto tiempo atrás me había hecho entrega de un extraño reloj y me había dado la orden de ir a buscar a una chica rara y llena de colores a una cafetería.

—Ha tomado su tiempo... —bromeo.

Ellos sonríen y asienten.

—Las cosas buenas se cuecen a fuego lento —responde la mujer.

—Y el tiempo no es más que una ilusión... —añade el hombre.

—¿Me dirán entonces qué es este lugar? —pregunto observando alrededor.

—No es un lugar en sí, es solo un sitio en el cual logramos encontrarnos, algo como un punto medio... —responde él.

—Ya...

—Pero ahora venimos a despedirnos —agrega ella—. El resto del camino les pertenece solo a ustedes—sonríe.

Y en ese momento la veo caminar hacia mí. Viene colgada del brazo de mi madre y hablan divertidas al tiempo que caminan hacia nosotros.

—Sofy... —susurro y ella fija sus ojos en los míos. Unos minutos después, ambas están a nuestro lado.

—¡Abuela! ¡Abuelo! —expresa con emoción—. ¿Qué hacen aquí?

—¿Son tus abuelos? —inquiero al tiempo que la miro abrazarlos. Mi madre se ha colocado a mi lado y también me abraza y me besa en la mejilla.

—Sí. ¿Los conoces? —pregunta y luego me mira curiosa.

—Sí... son las personas de mis sueños, ya sabes, del reloj, de la elección...

—¡Vaya! ¿Es en serio? —pregunta ella colocando los brazos en jarra y cuestionando a sus abuelos que se encojen de hombros y sonríen.

—Te lo dije, Sofía, te dije que prepararas tu corazón... ¿No lo recuerdas? —pregunta su abuela.

Sofía asiente y la abraza.

—¿Cómo funciona esto? —inquiere con curiosidad.

—Elena tenía un pendiente en la tierra, deseaba que su hijo fuera feliz y se sintiera amado, se le concedió ese deseo porque él era un niño cuando ella lo dejó y se tuvo en cuenta todo lo que Agustín había sufrido. Yo deseaba lo mismo para ti y sabía que él podría conquistar tu corazón. Fue un poco complicado y arriesgado porque las decisiones siempre fueron de ustedes, nosotros no podemos influir en eso. Intentábamos dejar mensajes, pero ustedes no siempre lo comprendían... También estaba el tema de que Agustín podía decidir no regresar, o que si volvía no iba a recordar nada, pero confiábamos en que el amor que habían experimentado iba a trascender el olvido temporal y que la energía que los unía era tan fuerte que volverían a encontrarse... y ha salido bien... Aunque de verdad fue arriesgado... —explica la abuela con orgullo.

—Pero tú falleciste mucho antes... —cuestiono mirando a mi madre.

—Lo sé, pero a este lado el tiempo se mide distinto —comenta Elena.

Abrazo a Sofía y la beso en la frente, entonces una gota de lágrima, que brilla como una perla, baja por la mejilla de su abuela que se acerca y nos abraza a ambos.

—Sean muy felices —susurra—, nosotros los esperaremos aquí, pero ahora disfruten de la vida y del amor que han logrado construir.

—Gracias por todo, Sofía —dice mi madre y nos abraza también.

—Cuídense y ámense mucho —añade el abuelo.

Y entonces, las tres figuras desaparecen y nos quedamos solos en ese prado, nos miramos a los ojos, no hay mucho que decir, las emociones nos invaden y solo logramos abrazarnos con fuerza.

Abro los ojos y los siento húmedos, Sofía está en mis brazos, aferrada a mí y con los ojos también humedecidos, unos minutos después los abre también.

Nos miramos por unos segundos y es suficiente para que ambos sepamos que hemos estado en otro lugar mientras soñábamos.

—Ha sido intenso —susurra y yo asiento.

—Increíble... hermoso... —añado y la beso con amor—. Hace un tiempo atrás, si alguien me hubiese dicho que viviría todo esto lo hubiera tachado de loco, pero entonces llegaste tú e hiciste magia...

—En realidad fuiste tú el que llegó y también hiciste magia en mí, hemos construido algo sólido incluso cuando ni siquiera podíamos tocarnos las pieles, cuando solo nuestras almas se compenetraban...

Ella levanta la palma de su mano y la coloca frente a su cuerpo, yo hago lo mismo y nuestras manos se vuelven a juntar, como tantas veces antes, cuando aquello no provocaba más que una sensación intangible de una electricidad que se apoderaba de nuestros cuerpos.

Ahora la siento, su piel caliente rozando la mía, su sonrisa besando la mía, sus ojos perdidos en los míos, su cuerpo tibio compartiendo su calor con el mío.

Y me siento libre, pleno, feliz.

Y no hay nada mejor que sentirse vivo y saber que lo estoy, que al fin es nuestro momento, que ya nada nos impedirá construir un futuro juntos, que nuestro amor ha sido capaz de vencer la distancia entre esos dos mundos en los cuales estábamos cuando nos conocimos. Que nuestras almas se han amado primero y que ahora nuestros cuerpos solo responden a esa energía que los unió antes de que pudiesen conocerse nuestras pieles.

Que nuestro amor es ahora mucho más tangible, aunque su inmensidad y profundidad se aloja en lo profundo de nuestras almas donde todo se crea de manera intangible. 

*** FIN ***

Y así hemos llegado al final

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Y así hemos llegado al final... Mañana e epílogo, espero hayan disfrutado de esta aventura :)

 Mañana e epílogo, espero hayan disfrutado de esta aventura :)

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