Capítulo 3. HARRY

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Creo que no hubo ni un pequeño instante en toda la noche en el que dejé de mirarla. Y eso que lo intenté. Pero, simplemente, no podía. Y, en realidad, a día de hoy aun no se porque no podía. A ver, estaba buena sí, pero creo que no la miraba por eso porque, no sentía deseo por ella. Lo que albergaba en mi interior en ese momento era algo más como...¿ curiosidad?. Sí, supongo que se me hacía curioso que no hubiera caído ya rendida ante mis pies, como todos los de mi alrededor.

Durante toda mi vida lo había tenido todo. Mi madre era una cantante bastante reconocida y mi padre había sido uno de los futbolistas más conocidos y importantes de la historia(sí, futbolista, como yo, no soy muy original que digamos...), por lo que teníamos mucha pasta. Así que, como he dicho antes, toda mi vida lo había tenido todo. Solo tenía que pedir algo para que me lo trajeran enseguida.

Con las chicas era igual. Me había liado con tantas tías a lo largo de mi vida que sinceramente no sería capaz de recordarlas todas. Es lo que tenía que, cada vez que saliera de fiesta (que era muy a menudo), me entraran un montón de pibas que estaban buenísimas. Supongo que eso era por mi notable atractivo. Sí, sin duda mis ojos azules oscuros, mi castaño pelo rizado y mi mandíbula muy marcadaayudaban mucho a la hora de ligar.

Pero, claramente, mi atractivo, mi dinero, o cualquiera de mis virtudes no funcionaban con Juliette. Se veía de lejos que yo no le caía bien. Es más, me miraba como si me odiara con toda su alma. Clavaba su ojos en los míos como si de un cuchillo se trataran, y así pudiera matarme. Se la veía segura de sí misma y sus ojos no reflejaban ni un atisbo de deseo, como lo hacían los de casi todas las chicas que me miraban.

Nos miramos un buen rato, hasta que Mike preguntó algo que no escuché y Juliette dirigió la mirada a él automáticamente. Mientras Charlotte le contestaba a mi amigo, vi como la morena cerraba los ojos unos instantes, como si se estuviera reprendiendo a si misma por haber perdido nuestra infantil batalla de miradas. Aun así, yo le seguí mirando.

Estuvimos un buen rato en ese bar mientras Mike y Charlotte hablaban animadamente. Juliette de vez en cuando participaba en la conversación, pero no mucho. Enrealidad, ella no hacía nada en concreto. Solo miraba a su alrededor y, de vez en cuando, escuchaba a los otros dos, que en ese momento creo que hablaban sobre un tipo de árbol.

—Sinceramente, opino que el cerezo es mil veces mejor. ¡Su flor es preciosa!—decía la chica.

—Oh, no, mantengo mi opinión sobre los pinos. Cuanto más alto es el árbol, más bonito.

Eran patéticos. Porque,a ver, estaba claro que los dos se atraían. Y, en vez de hablar de algo verdaderamente interesante, estaban ahí conversando tranquilamente como dos abuelosjubilados sobre árboles. ¡¡Árboles!! ¿Quién coño hablaba sobre eso con una chica?. A ver, obviamente, esa chica no iba a ser el amor de su vida, su esposa, la madre de sus futuros hijos o vete tu a saber qué. Ella solo quería pasar una noche junto a mi amigo. Así que, ¿de qué servían las presentaciones y esas tonterías en esos momentos?

Aparté rápidamente esos pensamientos de mi cabeza cuando Juliette se inclinó un poco hacia delante para coger su Fanta de naranja y la cremallera de su chaqueta se bajó un poco, dejando ver la camiseta que llevaba abajo. Fruncí el ceño en el momento en el que distinguí el azul oscuro dela camiseta del Paris Saint-Germain. Ella vio mi mueca de asco, pero no se subió la cremallera en ningún momento. Al final, yo le dije lo que pensaba:

— Odio esa camiseta.Da asco. — la señalé con la cabeza, al mismo tiempo que Juliette ponía una expresión interrogativa y me contestaba.

— Pues debo de tener alzheimer, porque no recuerdo haber pedido tu opinión...—dibujó una sonrisa ladina mientras bajaba la cremallera del todo y se quitaba la chaqueta para que yo pudiera ver la camiseta perfectamente. Yo me quedé unos segundos callado ante su ocurrencia. ¿De verdad acababa de vacilarme? Porque que yo supiera, no tenía problemas de oída, así que sí, acababa de vacilarme. Joder, esta chica tenía demasiado carácter.

En cuanto por fin fui consciente de lo que me había dicho y de que me había dejado un poco mal, dibujé una amplia sonrisa de superioridad y solté una pequeña carcajada, para que ella no creyera que me importaba lo que acababa de decir.

Pensé algo ingeniosopara contestarle, pero no pude decir nada porque Mike y Charlotte se giraron hacia nosotros.

—¿A vosotros os apetece?— dijo mi amigo mirándonos a Juliette y a mi. Obviamente, no sabía a que se refería, pero me daba igual. En ese momento solo me importaba contestarle algo a la chica que tenía delante para no quedar en ridículo.

— Si, si, claro, nosapetece- levanté la mano para restarle importancia al asunto y volví mi vista a Juliette, para responderle. Menos mal que ella era más inteligente que yo y decidió preguntarles, porque ellos ya estaban cogiendo las chaquetas y levantándose de la mesa para irse de ahí.

—¿Qué es exactamente eso que, según Harry, nos apetece?

Ir a una discoteca que hay cerca de aquí. Mike dice que está muy bien—contestó Charlotte, cosa que agradecí, ya que yo también quería saber dónde tenían pensado ir esos dos.

Yo dije que si que quería ir. Juliette n contestó nada, la verdad es que no se la veía muy convencida, pero se limitó a seguirnos.

Salimos del bar tras pagar cada uno su refresco y no dirigimos al local. No estaba lejos, a unos 10 minutos a pie, así que fuimos andando. A pesar de estar a principios de junio, a esas horas hacía frío. Aunque, claro, Juliette no se puso la chaqueta en ningún momento. Supongo que ella prefería pasar frío que darme la razón en algo.

TE ESPERO A LA VUELTA DE LA ESQUINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora