CAPÍTULO 8. JULIETTE

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Al día siguiente me desperté muy temprano. Madeline, mi tía abuela, estaba viendo la televisión en el salón. Seguramente estaría viendo alguno de esos programas que le encantaban, esos que yo odiaba porque todos chillaban y me ponían nerviosa.

Los odié más en cuanto los gritos llegaron hasta mi habitación y me impidieron volver a dormir. Intenté taparme los odios con la almohada y con las manos. También me escondí debajo de las sábanas. Pero no funcionó nada ya que seguramente el principal propósito de esa gente era dejarnos a todos sordos.

Al final tuve que abrir los ojos, resignada. Di vueltas por la cama, me enredé con las sábanas e incluso abracé la almohada. Estaba demasiado cansada para levantarme, ya que anoche me había ido a dormir pasadas las 4 y ahora debían ser las 8 de la mañana. Necesitaba dormir más pero no podía conciliar el sueño.

Al final no tuve más opción que levantarme y bostezar perezosamente. Salí dela habitación aun con el pijama puesto, el pelo despeinado y con cara de dormida. Mi tía abuela se estaba riendo a carcajadas de lo que acababa de pasar en la tele. A juzgar por sus comentarios, el programa que estaba viendo debía ser aquel en el que metían varias parejas en una isla y la mayoría acababan rotas.

Dejó de reír en cuanto se giró hacia mi y puso una mueca de asco.

—¡Madre mía, vaya pintas que llevas! Si preguntan por ahí, yo no soy familiar tuya.

—Buenos días a titambién...

—Oye, enserio jovencita, ayer tuviste buena fiesta, ¿eh?

La ignoré en cuanto vi su expresión pícara y me dirigí a la cocina. Cogí una pastilla para el dolor de cabeza que no podía parar de sentir y llene un bol con leche y cereales.

Luego volví al salón para tirarme perezosamente en el sofá y desayunar. Justo cuando Madeline me advertía de que no manchara nada, mi padre me llamó al móvil, así que pude ignorarla a ella.

—¡Hola, hija! ¿Qué tal? ¿Cómo has dormido hoy?—Preguntó con su tono alegre de siempre.

—Muy bien, aquí en Londres se duerme de maravilla— mentí. En realidad, había tenido pesadillas, como casi todas las noches, pero eso no iba a decírselo.

Mi padre pasó a preguntarme sobre lo que hacíamos, si nos estábamos portando bien,si comíamos comida sana (ahí mentí un poco más), si a Charlotte le había gustado la ciudad, y un largo etcétera. Quería asegurarse de que todo estaba en orden. Al final, acabó hablándome del partido de anoche, que él había visto por la televisión.

—El PSG jugó muy bien, sobre todo nuestro Ethan. Hubieran ganado si no fuera por el maldito Harry y ese gol del final. La verdad es que, para ser el más joven de su equipo, es muy bueno.

Uff, Harry Wilson. El perfecto jugador de fútbol... Menos mal que no era la única de la familia que lo odiaba.

—Si, juega bien.—Tuve que admitir. Recordé cómo la gente se amontonaba al rededor del estadio a la espera de que él les firmara autógrafos o se hiciera fotos con ellos.

Antes de despedirse, me recordó que nos diéramos prisa en ir al aeropuerto, ya que teníamo sque coger el vuelo de las 11:30 para volver a París, lo que nos dejaba tan solo unas 3 horas para recoger todo e irnos.

Me apresuré en volver a mi habitación. Una vez ahí volví a coger mi movil y, esta vez, apreté el botón para llamar a mi amiga Charlotte. Anoche me había enviado varios mensajes para informarme de que se quedaría a dormir con Mike. Yo le había contestado que podía ir a buscarla, ya que no me fiaba mucho de Mike porque acabábamos de conocerlo, pero ella prefirió quedarse.

TE ESPERO A LA VUELTA DE LA ESQUINAWhere stories live. Discover now