18. Final: Tranquilidad

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Minho durmió durante diecisiete horas.

Apareció en la terraza, despeinado y confundido sobre dónde estábamos. Nuestras risas debieron despertarle. Subí corriendo el terraplén, subí los dos escalones hasta la cubierta y lo recogí en un abrazo aplastante. Estaba calentito por estar en la cama.

—Hola, precioso —murmuré.

Suspiró en mis brazos.

—¿Qué hora es?

—Las dos.

—¿Me diste algo que me hizo dormir?

Negué con la cabeza.

—No. Estabas agotado. —Apenas pude despertarlo para sacarlo del vehículo a las tres de la mañana, cuando habíamos llegado, y se había acurrucado en la cama y vuelto a dormir directamente.

—¡Oye, imbécil! —Gritó Jisung mientras caminaba hacia nosotros desde la pila de leña.
Minho se apartó y entrecerró los ojos al sol de la tarde.

—¿Dónde estoy?

—En Manchester —respondí.

Me miró y luego observó el paisaje. Había pastos verdes, colinas, ganado y un granero.

—He estado en Manchester y no se parece a esto.

Me reí.

—Manchester, Vermont.

Jisung subió los escalones y recogió a Minho en un fuerte abrazo.

—Acabo de llegar hace una hora. Los chicos querían venir, pero entonces tendría que venir toda la seguridad y habría sido un gran problema. Así las cosas, Matthew no me dejó subir solo. —Señaló hacia abajo, por donde había venido, y allí estaba Matthew detrás de la pila de leña. Matthew nos saludó con la mano. Jisung se rió. —Estaba cortando leña. Y eso no es un eufemismo.

—Estaba intentando cortar leña —gritó Matthew. —Ni siquiera sabía qué extremo del hacha debía sujetar.

Jisung resopló.

—No es del todo cierto.

Minho se rascó la cabeza y me lanzó una mirada extraña.

—¿Esta es la casa de tus padres? ¿Por qué estamos aquí?

—Es el rancho de mis tíos, a las afueras de Manchester. Mis padres vendrán mañana.

Minho hizo una mueca.

—Oh, qué bien.

Jisung resopló, y yo froté el brazo de Minho.

—Les gustarás.

Se pasó la mano por el pelo y miró hacia las montañas del horizonte.

—Se está bien aquí.

—Pensé que preferirías un espacio abierto y no otra habitación de hotel. —Señalé la otra cabaña que había pasando la pila de leña. —Mis tíos solían llevar esas estancias en el rancho, pero el seguro lo hizo difícil. Hay tres cabañas, y la casa principal está sobre la colina.

—Yo estoy en la cabaña de al lado, Matthew está en la de más allá — dijo Jisung. —¿Qué tan genial es esto? Hay algunos caballos que podemos montar. Íbamos a encender un fuego más tarde y a cocinar fuera.

Minho inspiró profundamente y cerró los ojos.

—El concierto...

—El concierto fue bien —respondió Jisung. —Conseguimos que el público cantara las últimas canciones con nosotros y a los medios les encantó. Todo el estadio cantó. Fue un poco mágico.

𝓛𝓸𝓷𝓮𝓵𝔂 •° 𝙼𝚒𝚗𝚌𝚑𝚊𝚗 °•Where stories live. Discover now