Mírame

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En sus labios se dibujó una sonrisa pícara.  

—Ay, Amelia. ¿Estás consciente de que lo que estás diciendo provocan cosas, y más en alguien que te tiene unas ganas desde hace mucho tiempo? — sostuvo mi mentón, sin apartar la mirada de mí—. ¿Por qué no comenzaste por ahí, mi florecilla? Si fuera por mí, te hago todos los hijos que me pidas.

—Siempre quise disfrutar esa etapa a plenitud y nunca pude. Siento que me arrebataron una gran parte de mí. Quiero ser mamá de nuevo, pero esta vez tener la dicha de experimentar lo que es un embarazo feliz, en libertad y contigo a mi lado.  

—Te haré olvidar todas las cosas desagradables que ese desgraciado te hizo pasar— depositó un dulce beso en mis labios, antes de dirigirse a la mesa donde yacía una botella de champán dentro de una hielera y dos copas vacías. 

Él tomó la botella y se dio cuenta de que le habían removido el morrión y se le hizo extremadamente fácil remover el corcho con la mano. Observé cómo derramó hasta la última gota en la alfombra. 

—¿Por qué lo derramas? 

—No tomo de ninguna botella abierta— su actitud era sospechosa.

—¿No pediste que hicieran eso?

Negó con la cabeza. 

—Quédate aquí, mi diosa. 

—¿A dónde vas?

—Solo daré una pequeña ronda — sacó de su maleta una 9mm, manteniéndola apuntando al suelo—. ¿Le has comentado a alguien fuera de la familia del lugar en que pasaríamos la luna de miel? 

—No. A nadie. 

—Me temo que cambiaremos de habitación. No pienso ni arriesgarme, ni mucho menos exponerte.

Dominick

—Ese tipo debe tener una larga cola que le pisen. ¿Cómo me vas a decir que no encontraste nada? ¿Para qué demonios te pago? Te has convertido en un inútil. 

—Dominick, solo te he brindado la información que mi contacto encontró. 

—Entonces los dos son unos inútiles. ¿Me dirás que es normal que un hombre como él, siendo tan joven, posea un perfil limpio, una reputación intachable, y como abogado sea tan recto? Todos los abogados le venden el alma al diablo y juegan sucio. Ese tipo no será la excepción. Por mejor abogado criminalista que sea, no podría tener ni la mitad de todo lo que posee. Es evidente que en algo gordo ha de estar metido. Estoy seguro de que esconde muchas cosas y lo voy a descubrir. Voy a hundir a ese infeliz, así sea lo último que haga— colgué la llamada, dejando el celular sobre el escritorio. 

Alcancé la copa de whisky y la agité, observando las imágenes de Amelia y ese cretino que se encontraban sobre el escritorio. 

Con qué amigos de la infancia, ¿eh?

Apareció de la nada y casualmente es abogado criminalista. Tiene conexiones muy poderosas como para haber descubierto lo de mi hijo antes que yo, cuando me he matado tanto en busca de la verdad. Debo estar pasando algo por alto, pero ¿qué es? 

Abigail entró a mi despacho y guardé las fotos dentro de la gaveta. La observé de arriba abajo por la manera en que estaba vestida. Últimamente se pasa por la casa en lencerías provocativas y muy reveladoras.

—¿Qué haces vestida así?

—¿Otra vez tomando? —cambió el tema a propósito—. No hace falta que ocultes las cosas, sé bien que lo que haya sido, debe tratarse de esa mujer. ¿Cuándo harás borrón y cuenta nueva? Esa mujer no merece que la pienses siquiera. Ahora mismo está en su luna de miel con su nuevo marido, y ahí andas tú, amargándote la existencia. Debo reconocer que es muy inteligente. Ella sabe hacia dónde apuntar. Como dicen por ahí: «donde pone el ojo pone la bala». Se ha casado con un hombre rico, apuesto, exitoso y que se nota que está loco por ella.

El simple hecho de pensar en ello, me pone de mal humor.

—Si todavía a estas alturas guardas, así sea un rayo de esperanza de volver con ella, lamento decirte que estás perdiendo tu tiempo. Ahora que ha atrapado un pez gordo, créeme que no va a dejarlo ir. Deberías superarla de una vez. 

—Déjame solo.

—No puedo creerlo, primo. No sé cómo los hombres pueden volverse tan idiotas y pelearse por una misma mujer. Aunque no cualquier mujer, sino por la peor de todas. Una asesina, infiel, mentirosa y cazafortunas. 

—Te he dicho que me dejes solo.

—No. Esta vez no pienso dejarte solo. Estoy cansada de que sigas enamorado y desviviéndote por una mujer que no te merece.  Me niego a seguir observando en silencio cómo te autodestruyes — su lencería cayó a sus pies, mostrándome su desnudez—. Olvídate de ella— se sentó en mi regazo, entrelazando sus brazos en mi cuello—. Solo por esta noche, mírame a mí, Dominick, pero no como tu prima, sino como la mujer que soy.

En La Guerra Y El Amor Todo Se Vale [✓]Where stories live. Discover now