Madre

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Narrador

Como la calma antes de la tormenta, así se sentía.

Lucy estaba recorriendo la casa asegurándose de que cada uno estuviera descansando, era una reciente costumbre desde que la realeza había llegado a la casa, revisó uno por uno los cuartos, sonrió con calma al confirmar que Aja y Krel estaban profundamente dormidos, se veían en paz.

Hace casi sesenta días que sus sobrinos habían llegado, y desde el primer momento la mujer se había esforzado para poder entender todas y cada una de sus emociones, desde el amor a la ira, del dolor a la esperanza, pero no había entendido la importancia de ellas hasta esa noche cuando la oscuridad cubrió la cuidad de Arcadia.

Un apagón había dejado sin luz a toda la ciudad, y Lucy sabía que el momento de la tormenta había llegado.
Ante los problemas, emociones más intensas como la frustración o el miedo se hacían presentes, estos sentimientos podían destruir a una familia, o unirla por medio del amor y la cooperación. Los problemas estaban a punto de poner a prueba a los herederos.
...

—¡Aaaah! —Toby gritó. Quizá era algo tarde para estar en el dentista, pero ahí estaba cuando la luz se cortó, sentado en un sillón y con la cara completamente adormecida.

—Tranquilo, puedo hacerlo con los ojos cerrados. —el dentista presumió en un intento de tranquilizar al chico que seguía balbuceando algo sobre que había alguien en el techo.— ¿Que viste qué? Puede que solo sea el gas hilarante, haciendo trucos con tu mente.

La imagen del doctor se distorsionó frente a los ojos de Tobías.

—¡Si, haciendo trucos! Yo también hago trucos. —habló de manera irónica, sus palabras se acallaban por las gasas dentro de su boca.— ¡Aaah! —volvió a gritar al ver funcionando varios artilugios médicos por cuenta propia.

Un hombre cubierto por una armadura chisporroteante apareció frente a él casi por arte de magia.

—Ay, mi higienista siempre llevaba mis facturas de utilidad... ¡Canta y no llores! ¡Porque cantando se alegra el cielito lindo y los corazones! —el dentista siguió cantando sin darse cuenta del sujeto a sus espalda.

Un holograma apareció frente al rostro del pelirrojo, que a pesar de tener la vista nublada por el gas de la risa, podía distinguir los rostros de Aja, Krel y Vex en la imagen.

—No hay coincidencias detectadas. —el hombre en armadura susurró con voz áspera luego de escanear a Toby con una rara pieza de tecnología.

—¿Qué? Disculpa, repite por favor.

De manera insólita el sujeto desapareció atravesando uno de los enchufes de la pared, dejando un rastro de hollín, como si los cable se hubieran incendiado. Justo después las luces se encendieron.

—Tal vez deba dejar el gas hilarante... —el doctor pasó sus dedos por las manchas negras.

—¡Caza recompensas! ¡Casa recompensas! —con mucha dificultad Toby se puso de pie, trastabillando con su cuerpo adormecido.

—¡Vuelve a esa silla!
...

—Coronel Kubrits.

—¡Les dije que no me interrumpieran! Entender esto podría ser la clave para proteger la ciudad de cualquier tipo de amenaza.

La coronel Kubrits estaba a la defensiva, un par de adolescentes y un ex convicto habían interrumpido en el área cuarenta y nueve B hace días para salvar a otro interno de la prisión, ocasionando un gran revuelo dentro de las instalaciones, y la coronel estaba desesperada por saber que había detrás de todo esto.

Mary WangWhere stories live. Discover now