8. Montse

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He descubierto que es reconfortante estar rodeada de libros, incluso si no son míos y mi misión es venderlos

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He descubierto que es reconfortante estar rodeada de libros, incluso si no son míos y mi misión es venderlos. Hay algo en el aroma o en la imagen que dan cientos de ellos apilados de modo que solo se ven sus lomos o la sensación de tener infinidad de opciones para todos los gustos... No sé qué es, pero me gusta, es un ambiente de trabajo que disfruto mucho.

Mi paz del día se ve ligeramente interrumpida cuando te veo entrando, con tu andar despreocupado, tu chaqueta formal y tus zapatos brillantes. ¿Qué haces acá de nuevo, Ingeniero? Dime que solo quieres un libro y que esta era la única librería disponible, así no me atormento pensando que viniste por mí y por lo que pasó anoche.

Me ves y elevas tu mano como un saludo que intento devolver sin que se note que no te quiero acá. No me mal entiendas, hoy no te repelo porque te desprecie, hoy lo hago porque estoy avergonzada y me cuesta mucho admitirlo.

Llegas hasta mí; siento que tú caminata desde la entrada fue eterna y en cámara lenta. Una vez estás cerca, veo la incomodidad en tu rostro, me pregunto si es tan vergonzoso para ti como para mí pensar en el final de la noche anterior.

—Hola, Montse. ¿Cómo estás?

La librería de momento está vacía, a excepción de nosotros dos. Incluso mi jefa salió a uno de sus varios breaks para tomar café en la cafetería de una calle más allá, así que me siento en libertad de charlar contigo sin miedo a ser regañada.

También me da la libertad de bajar mis defensas e intentar pisar mi orgullo para poder mirarte a los ojos y volverme vulnerable.

—Avergonzada. Lamento mucho cómo me comporté anoche. Fui grosera y...

—Vine a disculparme también —interrumpes. Te miro a los ojos y veo en tus mejillas un rubor ascendente que me confunde—. Sobre lo que dije... Noah me contó un poco lo que pasó con tu ex y... Pues lamento lo que dije. Estuvo fuera de lugar.

Es mi turno de enrojecer. Nunca le dije a Noah que mi pasado con Henry fuera secreto de estado, pero el que ahora lo sepas me toma desprevenida. Me hace sentir más vulnerable, desnuda, incómoda.

Desvío la mirada.

—No podías adivinar.

—Ambos nos disculpamos. ¿Podemos ver eso como un borrón y tregua? De verdad me interesa tu amistad... O al menos la cordialidad sincera. Sí mi hermano y tu amiga siguen su relación, tendremos que congeniar en algunos momentos y sería mejor llevar todo por las buenas.

Sonrío porque esa fue mi lógica hace unos días para tolerarte con más ganas. Ay, Ingeniero, creo que podríamos ser buenos amigos, pero al mismo tiempo siento que diferimos tanto que sería imposible hallar un punto medio para congeniar.

—Compañeros cordiales. Eso suena prometedor.

Me sonríes, la balanza que tiene los pros y contras de tenerte de amigo, se inclina bruscamente hacia el lado de los pros. Nadie con esa sonrisa puede brindar una mala amistad.

Las raíces de Ralph •TERMINADA•Where stories live. Discover now