📚📣 CAPÍTULO EXTRA 📚📣

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Alex sostenía en sus manos uno de sus libros favoritos:
Se había olvidado del mundo una y mil veces leyendo ese viejo tomo ya algo maltratado y no había una sola cosa que la hiciera sacar el rostro fervientemente enfrascado en continuar su lectura, ni siquiera Nicky cuando le sugería ver a alguna chica (eso claro, cuando ella aún no estaba con Lorna), pero con el espectáculo frente a ella, ahora no podía concentrarse en la lectura.

Había pasado ya una semana desde que Alex y Piper habían establecido que eran novias. Una larga semana que se había escurrido tan rápido como más últimas gotas de lluvia que caen por un tejado, y no es que el ser novias oficialmente hubiera cambiado mucho sus vidas en realidad. Puesto que todavía no había ni una sola muestra de afecto pública, pues Piper había querido esperar hasta que el caso de Larry se resolviera para poder proceder a tratarse con cariño sin los fantasmas de su antigua relación.

Pero aún así, la pelinegra siempre insistía en llevarla a casa, así que ahí estaba, sentada en las gradas del campo de fútbol esperando a que la rubia terminara de entrenar esas complicadas rutinas en las que sin duda, ella era la estrella de las porristas.
No podía despegar sus ojos de ella, de esos movimientos sensuales y trabajados que claramente despertaban en Alex recuerdos de su noche en el hotel, donde no había un solo espacio para la espera, pues sus cuerpos y sus corazones estaban tan desesperados por la cercanía que el tiempo fue poco para lo que habrían deseado estar juntas.

Alex entendía que Piper estaba pasando por momentos difíciles. Empezando por la situación de sus padres que aún ni siquiera le habían esclarecido bien, simplemente Bill se había ido a dormir a un hotel y Carol, aunque ya no salía tanto como antes a jugar poker con sus amigas, no daba pie a una sola conversación ni siquiera mínima con sus hijos.
Además de eso, la alarma de la situación de la rubia con Larry había encendido un millón de focos rojos para Piper, pues los profesores seguían investigando y sus padres ya no la dejaban andar sola por ahí. De hecho, Bill se había encargado también de dar aviso a la policía para recibir asesoramiento, sin importar en qué términos quedaran con los Bloom, lo que a Carol le pareció una verdadera exageración, pero su esposo no iba a ceder con aquello. Queria llegar a la última instancia para hacer respetar a su hija.

La mirada de Piper se encontró de pronto con Alex y mientras nadie miraba, le lanzó un beso que hizo a la pelinegra sentir las mejillas cálidas por aquel hermoso gesto. Aunque no podía negar que deseaba mucho que todos esos detalles no fueran solo a escondidas, a la sombra de lo que los demás no sabían, pero tenía que esperar.

Luego del leve contacto se miradas, la rubia volvió a su entrenamiento, mientras que la entrenadora les gritaba que debían definir sus movimientos. Si ella supiera que Piper tenía una gran capacidad para definir los movimientos mientras estaban en la cama, Alex sonrió pensando para sí misma y bajando la mirada ante sus pensamientos poco castos que le estaban haciendo sentir un poco de ansiedad.

— Así que ahora te gusta venir a ver los entrenamientos. — Zelda dijo llamando la atención — Parece que Piper te ha cambiado mucho, ¿Eh?

— Eso no te importa.

— Claro que me importa. Las chicas no se sienten cómodas contigo aquí observándolas. Pareces una psicópata.— dijo acercándose más — Aunque a mí no me molesta en absoluto.

— La única psicópata eres tú, mira que hacer que Larry conociera a Sylvie para que tratara de confundir a Piper, — negó con la cabeza — eso sí es algo de locos.

— No sé de lo que hablas. — intentó mentir de la mejor manera posible — Creo que estás confundida.

— No pienso discutirlo contigo, simplemente lo que sea que hagas es una pérdida de tiempo.

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