59. No sabes lo que te espera

299 60 17
                                    

••• POV Piper •••

No puedo evitar sentir en cada conversación que la estoy perdiendo. Una cosa es lidiar con el humor difícil de Alex y otra es ver el dolor dibujarse en su rostro cuando expresa lo que siente respecto a mí y nuestras discusiones.
Ella no merece nada de esto, ni siquiera tendría por qué estar tratando con la Piper insegura que no puede solo echarse a la suerte y confiar en los demás cuando precisamente las personas que deberían haber desarrollado en ella un apego seguro, se la pasaron evitándose y discutiendo en los últimos años y al final resultó que el más entregado en la relación fue a quien le afectó más el final.

Todas esas mierdas internas en las que he estado trabajando parece que se desencadenan de pronto explotando en la persona más cercana y que más amor me ha demostrado, por lo que estoy tan arrepentida y pensando constantemente en que no la quiero perder. Así que, de no ser por el instinto de supervivencia que hace una revolución dentro de mí al ver las señales de precaución en nuestra relación y buscando que no llegue a su fin, aquí estoy. Despierta desde temprano, con una ida al supermercado y cortando finamente algunas frutas para el desayuno.

Prometí a Alex que llevaría algo bueno, sin embargo lo dije sin pensar, puesto que mis dotes en la cocina no son nada buenos, y de cualquier manera no pienso darme por vencida hasta que un omelette no me salga bien. Necesito aprender a hacerlos y no echar todo a perder frente a los padres de mi novia, puesto que más que impresionarlos yo solamente quiero disculparme por todos los líos que he causado, tanto con ellos como con Alex.

—¿Estás cocinando, princesa?— se burla papá comiendo un pedacito de manzana que acabo de partir.

—¡Oye!— me quejo ignorando su pregunta deliberadamente —Eso no es para ti.

—¿Ah, no?— arquea una ceja —¿Entonces para quien? ¿Alex vendrá a desayunar?

—No, en realidad iré a su casa a llevarle el desayuno a ella y a sus padres.— paso saliva ante la mueca de diversión que mi padre esboza.

—Estás bromeando, ¿No es cierto?— se ríe más fuerte —¡No puede ser cierto!

—Pues lo es.— me rio también —Digamos que metí un poco la pata, pero quiero disculparme con los Vause y en su momento me pareció una buena idea ofrecerme a llevar el desayuno, pero justo ahora no sé si de verdad podré hacerlo.

—¡Claro que puedes!— me anima al fin buscando ayudar —Mira, te daré un tip, bate los huevos por un buen rato, hasta que parezca más bien algún tipo de espuma y entonces puedes vaciarlos en la sartén. Debe estar bien caliente.

El lo intenta y definitivamente la cosa pinta por mucho mejor que lo que sea que yo estuve haciendo. Así que trato de poner toda la atención que me es posible enfocar en él y sus manos que trabajan con tanta facilidad que por un instante creo que todo es por demás sencillo, aunque en el fondo sé bien que no lo es, y no porque no quiera intentarlo, si no simplemente porque no lo es.

Le explicó a grandes rasgos lo que ha pasado y por qué es que quiero disculparme con los Vause, y a pesar de que se molesta y me regaña por el asunto de mi embriaguez, me aconseja que no me tome las cosas de forma tan personal. Y es cierto lo que dice, de ninguna manera creo que Alex esté disfrutando hablar de la universidad solo para molestarme, y si hubiera entendido eso desde el principio, ahora la historia sería otra muy diferente.

Mi novia tiene derecho a disfrutar la adrenalina que le causa saber lo cerca que está de dar el siguiente paso en su vida y de emocionarse por toda la autonomía que ese paso ha de traer para ella. Es cierto que ya no vamos a depender completamente de nuestros padres y que poco a poco nos estamos abriendo paso a una vida adulta que nos dejará probar todo lo que hemos aprendido en el camino, y sobre todo, que nos pondrá retos que solo nosotras podremos superar actuando como adultas responsables.

ENCONTRÁNDOME EN TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora