7. Egocéntrico

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Una de las ventajas de tomarse un año sabático es que tienes tiempo para hacer todo lo que te apetece. En mi caso, el año sabático se ha prolongado a dos. No me juzguéis, necesito concentrarme en lo que va a ser mi futuro: la natación.

Estudié hasta los dieciocho y tomé la decisión de no entrar en la universidad. Mi madre me animó a hacerlo alegando que podría cursar algo relacionado con este mundo, como ciencias del deporte. Me negué. Sabía que los estudios me distraerían de mi objetivo de toda la vida. Así que aquí estoy, dando todo de mí para convertirme en un nadador profesional. Sé que lo lograré. Simplemente lo sé.

Llego al bordillo de la piscina y doy una gran bocanada de aire. Jackson está por ahí ladrando y mi madre se ha ido a la oficina. No tengo ni idea de lo que está haciendo mi hermana, pero tampoco me importa.

Son las doce de la mañana y el sol pega fuerte a esta hora del día a pesar de ser septiembre. Me apetecía darme un chapuzón, y por supuesto aprovecho y practico de paso. Necesito estar en forma para la revancha de hoy.

Sé lo que estáis pensando. Hugo, ¿por qué te obsesionas con un novato que ha tenido suerte y te ha ganado una carrera? Porque me ha vacilado. Lo he estado pensando desde ayer y he llegado a la conclusión de que su objetivo es ser yo. Debe ser eso. Quiere convertirse en la estrella del club de natación, en el nuevo Hugo Castillo.

Es una pena, la verdad. Creer que puede sustituirme es ser demasiado iluso. Y mira que la primera vez que lo vi me gustó. He intentado ser amable con él, mostrarme simpático, pero no me deja opción. Él empezó esta guerra, no yo.

Aunque quizás llamarlo guerra es un poco dramático.

Nah, el término guerra va acorde con la situación.

Unos pasos en el césped me sacan del ensimismamiento. Es Mel, por supuesto. Lleva un biquini negro, un libro bajo el brazo y tiene la cara llena de crema solar. Me sé de una que no se va a quemar.

—Estás tan blanca que pareces un muerto —comento así como dato. Melanie se sienta en el bordillo a mi lado y me da una patada en la cabeza.

—Me voy a callar con lo que pareces tú, subnormal.

—Tan amable como siempre.

—Es una característica de esta familia.

Abre el libro sin abandonar la hostilidad de su expresión y posa toda su atención en él. Se titula "La ciudad de los ángeles" y es de Connor Green.

—¿Ni siquiera en la piscina sueltas los libros? Creo que lo tuyo roza la obsesión.

—¿Qué más te da? Al menos hago algo productivo.

—¿De qué va ese libro?

—De ángeles y demonios gays. Algo así como tu vida pero mucho más interesante.

—¡Oye! Mi vida es muy interesante...

Mel coloca el marcapáginas donde lo tomó y cierra el libro.

—Veamos: te pasas la mayor parte del tiempo bajo agua. Casi siempre vas por tu cuenta y que yo sepa no han inventado aún una manera de comunicación ahí abajo, así que...

—¿Estás insinuando que no ligo porque soy nadador?

—Uno, técnicamente no eres un nadador profesional todavía. Dos, sé que no es así. Créeme, he tenido que ahuyentar a varios ligues tuyos cuando vienen a buscarte.

—¿Entonces qué intentas decir?

—Mi punto es que eres demasiado egocéntrico. Alguien como tú no sería el protagonista de uno de estos libros que tanto me gustan, y si lo fueras no cambiarías gracias al poder del amor verdadero. Así que no, tu vida no es interesante, pero mis libros sí.

A flote [Libro 1 ✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora