15. ¿Alguien tiene gel de sobra?

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Resulta que insistir es otra cosa que Mattia odia. No le gusta que otros lo hagan, y mucho menos verse obligado a hacerlo. Por esto, una vez el entrenamiento de hoy finaliza, sale corriendo en dirección a los vestuarios para dejar de escucharme hablar sobre una posible carrera entre ambos.

—¿Tienes miedo, Mattia?

—Ugh, cállate ya, Castillo.

—Ahora que lo pienso, no conozco tu apellido. Dímelo y así estaremos en igual de condiciones. Tú me llamas por mi apellido y yo por el tuyo.

—No. Déjame en paz.

Ahora que he descubierto la forma en la que puedo hacerle rabiar no pienso parar. Se parece bastante a la manera en la que saco a mi hermana de sus casillas, pero con él es más divertido.

—Si ya de por sí te caigo mal, no veo el problema en insistirte un poco.

—¿Solo un poco? —Mete la llave en la taquilla de mala gana y se concentra en sacar sus cosas, aunque falla en el intento mirándome por el rabillo del ojo—. No sé cuantas veces has dicho la palabra "carrera" hoy.

—Está claro que no las suficientes.

El chaval de pelo blanco rebusca algo en su mochila y al no encontrarlo se exaspera.

Cazzo.

—Uy, eso no ha sonado bien. ¿Me estás insultando?

—¿Alguien tiene gel de sobra? —pregunta el chico en voz alta, más bien dirigiéndose al resto de los presentes excepto a mí.

—Yo no, tío.

—Acabo de terminar el mío.

—¿Vosotros traéis gel?

Todos ignoran la pregunta de Leo, incluyendo Mattia. Resopla y se acaricia el puente de la nariz con los dedos. Parece que es el método que utiliza para no perder el control y lanzarse a darle hostias a todo el mundo. Por mi parte saco el gel de mi mochila y casi se lo restriego en la cara.

—¿Qué te parece si te presto el mío a cambio de otra carrera?

—Gracias, pero no.

Aun así me quita el gel de las manos y se dirige a una de las duchas libres. Lo sigo sin dar crédito a lo que acaba de hacer.

—Oye, eso se puede considerar robo.

Mattia se acerca a la puerta que está detrás de mí para cerrar el pestillo y frunzo el ceño.

—Ah, ¿sí? ¿Y qué vas a hacer al respecto?

Voy a responder, pero Mattia se deshace de su bañador y cierro la boca. Más bien hago un esfuerzo por no abrirla de nuevo a causa de la impresión. Se ha desnudado, lo que es comprensible si tenemos en cuenta que va a ducharse, pero yo también estoy presente. Le he seguido a la ducha y se la ha sudado.

Maldito italiano provocador.

—Sin respuesta, ¿verdad? Eso suponía.

Me reservo todos los insultos que se me ocurren y pongo los brazos en jarra.

—No me pienso ir hasta que me devuelvas el gel.

Mattia se da media vuelta —todavía desnudo, me cago en la puta— y se encoge de hombros. Mira, no soy un pervertido y estoy haciendo un esfuerzo descomunal por no mirar más de la cuenta, pero teniéndolo de espaldas a tan poca distancia...

Pensar que ayer estaba mirando su cuerpo en las publicaciones de su cuenta de Instagram y ahora está a unos centímetros del mío no es buena idea. Me desvío a pensamientos que no son adecuados para todas las edades.

A flote [Libro 1 ✔]Where stories live. Discover now