57. Nada es imposible

1.5K 295 35
                                    

He convencido a mamá y Mel para que se sienten conmigo a ver Cuento de Navidad. No ha sido muy difícil. Mi hermana y yo estamos en buenos términos, así que no se ha opuesto. En cuanto a mamá, le ha sorprendido tanto que sea yo el que proponga una actividad en familia que no ha tardado en hacer las palomitas y sacar las mantas más gordas que he visto en mi vida.

Ahora estamos acurrucados en el sofá viendo los créditos finales aparecer en la pantalla. Jack sigue roncando entre mis pies y no quiero moverme para no despertarlo. Mi hermana, por su parte, se estira bajo la manta y alarga el brazo para encender la luz del salón.

—¿Os ha gustado? —pregunta mamá.

—Un poco aburrida —opina Mel entre un bostezo y otro—. Me han faltado sangre y tripas, pero tampoco es lo peor que he visto.

—Qué buena reseña —comenta sarcásticamente—. ¿Y a ti, Hugo? ¿Qué te ha parecido?

Me quedo en silencio mientras me muerdo el labio inferior. No veo películas muy a menudo, quizás por eso me he quedado sin palabras con esta. Me ha parecido...bonita. A decir verdad, ha movido algo dentro de mí. Todavía estoy intentando gestionar mis emociones, de manera que respondo de forma escueta.

—Ha estado bien.

—Guau, intentad contener vuestro entusiasmo.

Melanie se levanta y farfulla que se va a la cama. Nos quedamos mamá y yo solos. Jackson se revuelve entre mis pies y lo acaricio mientras bosteza y enseña la gran cantidad de dientes con los que podría arrancarle el brazo a alguien. A lo mejor lo uso contra Mattia. Aunque, ¿a quién quiero engañar? Este husky no mataría ni a una mosca.

—¿No tienes sueño? —pregunta mamá, a lo que niego sin apartar la mirada de Jack—. En ese caso, ¿te apetece algo caliente de beber?

Miro la hora: casi las dos de la mañana. Mi abuela ya me ha acostumbrado a tomar algo caliente antes de ir a la cama durante estas fechas, por lo que asiento. Mamá se marcha a la cocina y vuelve con dos tazas de lo que parece chocolate.

—Le he llevado uno a tu hermana también y se ha hecho la dormida, pero seguro que se lo está bebiendo ahora mismo.

Se me encoge un poco el corazón al observar la nata montada y las nubes que ha colocado por encima.

—Justo como lo preparaba papá —recuerdo en voz alta.

—He pensado que te vendría bien. Últimamente te veo muy tristón.

No digo nada y doy un sorbo de la bebida. Mamá me imita y termina con un rastro de nata montada sobre el labio superior a modo de bigote.

—Te has manchado de nata —decimos al unísono, y reímos un poco a la vez que nos limpiamos.

—Hablo en serio, cariño. Estoy preocupada por ti —continúa con los ojos fijos en mí—. Hasta tu hermana lo está, así que te puedes imaginar la gravedad de la situación.

—Lo sé —admito—. Pero ella y yo ya hemos hecho las paces.

—¿De una pelea reciente o de todo en general?

—De todo en general.

Mamá ríe bajito y apoya el codo en la parte superior del sofá para mirarme de lado. Yo me acurruco en mi sitio y consigo que Jack se mueva a mi regazo.

—Me alegra que os llevéis mejor.

—A mí también, y eso que creía que sería imposible.

—Nada es imposible, solo difícil.

Recapacito la idea en silencio. Estos días me estoy tomando mi tiempo para pensar antes de hablar. Resulta que a veces está bien no ser tan impulsivo. Qué irónico. Se me debe de haber pegado del italiano.

A flote [Libro 1 ✔]Where stories live. Discover now