2. Al horno, pero sin papas

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Ni siquiera sé si recuerdo cómo besar, pero la respuesta parece estar por llegar cuando Teo cierra la puerta del departamento y apoya la espalda contra ella

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Ni siquiera sé si recuerdo cómo besar, pero la respuesta parece estar por llegar cuando Teo cierra la puerta del departamento y apoya la espalda contra ella.

Las cervezas empezaron a hacer efecto en nuestro camino a través del campus, mientras tratábamos de recordar en qué orden están las letras del abecedario sin recitarlo mentalmente. ¿La O iba primero que la P? ¿La F era posterior a la H?

Al intentar acercarme tropiezo con mis propios pies y se salva de que le hunda la nariz de un frentazo —¿existe esa palabra?— porque me frena al agarrarme de la cintura. Me mira y sonríe de una forma socarrona, como un niño que se ha salido con la suya.

A de atractivo. Eso es lo que es.

Se me eriza la piel por la anticipación de lo que sucederá y abro la boca para decir algo, pero su lengua empuja las palabras de regreso a mi garganta cuando me besa.

B de besuquearse. Me encanta.

Me aferro a sus hombros para no perder el equilibrio. El contacto humano se siente rico, como las papas fritas con mayonesa que hacen en el local familiar. Es extraño besar luego de tanto tiempo, pero intento que mi cerebro se enfoque en liberar serotonina en lugar de darle más vueltas al asunto. Se sentirá más natural luego de unos minutos...

Si es que sigo viva.

¿Puede alguien ahogarnos con su saliva? ¿Me puedo ahogar con mi propia saliva? Porque hay demasiada.

Tal vez la B era de baba. 

Necesito una mini aspiradora de esas que usan los dentistas. También un protector bucal, como los jugadores de fútbol americano, porque sus dientes colisionan contra los míos. ¿Y si se me cae uno?

Me aparto de Teo en busca de aire.

—Eres la primera persona que beso en tres años —confieso con la respiración agitada.

Frunce el ceño antes de meterse dos dedos en la boca de forma poco elegante. Tira de un cabello rubio extremadamente largo que lo hace toser. 

¿Le puedo cortar la circulación de la lengua a una persona con mi pelo?

—Ahora tiene sentido que tengas telarañas en la boca. —Bromea y le doy un pequeño golpe en el pecho antes de girar sobre mi propio eje para inspeccionar su hogar y, disimuladamente, limpiarme el rastro de saliva con la manga de mi camisa.

Teodoro se mudó hace unos días al campus, a uno de los departamentos de Meyer University. Tiene una cocina-comedor tan grande como la habitación donde vivo. En extremos opuestos, hay dos puertas de madera. Una tiene un letrero con su nombre y la otra debe ser el baño.

Qué suerte tiene al no tener compañeros.

—Y ya que estamos sincerándonos, debo admitir que no soy del todo inexperimentado.

VirginityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora