CAP 70

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Henry

Me encuentro ya en el castillo de mi padre, ese estúpido de Sebastián si me lastimó, pero gracias a que mi velocidad es increíble logré escapar de él, aunque por su culpa tuvo que regresar la traidora de Susan.

Horas atrás.

— ¡¡¿Qué demonios te paso?!!! — grito mi padre enojado al verme

— No… No es nada — dije lleno de sangre

— ¡¡Llévenlo a su habitación y manden a llamar a Susan que venga a curarlo!! — ordenó ignorándome

— ¡¡No necesito que venga!!

— Te mordió un lobo. — me miro molesto y desafiante — solo otro lobo puede curarte esa herida — termino de hablar yendo hacia su despacho, mientras que a mí me tomaron de ambos brazo y me llevaron a mi habitación. Estaba molesto, pero también feliz, por fin había encontrado a mi sobrina, solo sería cuestión de tiempo para convencerla de que se vaya conmigo, es un regalo que mi hermana dejo en este mundo podrido a costa de su propia vida, así que tengo que hacer todo lo posible para protegerla.

Dos horas después llegó Susan de nuevo y como siempre entro a mi cuarto sin tocar.

— ¿Qué tal hermanito? — dijo con voz burlona — necesitas ayuda

— ¡No! — dije firme, pero en eso entro nuestro padre

— Cúralo — le ordenó serio parándose en la puerta de mi habitación, observando lo que hacía Susan.

Susan agarró un cuchillo y se lo paso cortándose tomo un vaso con su otra mano y dejó caer ahí la sangre. Una vez que terminó de caer la sangre me senté para que viera la mordida cerca de mi cuello.

— ¿Pero quién te mordió? — pregunto sorprendida por mi herida

— Tu maldito prometido, ¿quién más?

— Eso te pasa por estar en territorios que no soy tuyos — dice Susan echando su sangre en mi herida — Tienes suerte que solo te haya pescado, si no necesitarías de su propia sangre.

— Hmp.

— ¿Qué hacías allá Henry? — habla mi padre viéndome

— Nada

— ¿En serio? — pregunta con hipocresía, caminando hacia donde tengo todas las pistas de mi sobrina. — ¡¿Y esto?! — levanta la manta que ocultaba todo, dejándola caer al suelo. Susan al ver la vela que nos dieron para rastrearla se levanta en seguida sonriendo.

— ¡Aléjate! — dije serio levantándome de la cama rápido para impedir que viera algo

— Está en la manada del Alfa Supremo ¿No? — suelta mi padre y Susan vuelve a reír — por eso has estado yendo para allá todos los días ¿Cuándo pensabas decirme?

— ¡Nunca!, ¡¡porque no puedes saber algo sin decírselo a ella!! — grite molesto

— Es la única que está más cerca de los miembros de la manada, es mejor que ella se encargue de esto

— Le hará daño.

— De eso depende su vida. Quiero al híbrido vivo entendido — dijo mirando a Susan

— Claro que sí, padre. — le respondió con una sonrisa y padre salió después

— ¡¡Si te atreves a lastimarlo, considerate muerta!! — la amenazó, pero ella solo ríe

— Mejor descansa hermanito porque esa herida no te dejará moverte en dos o tres días. — dijo saliendo de la habitación y la verdad lo único que me conforta es que ya sé quién es.

Sebastián

La vi llorar sin motivo y mi corazón se estrujó al verla así. No sabía que Aadya podría ser muy sentimental, incluso por los demás.

— Aadya ¿estás bien? ¿qué paso? — pregunto preocupado acercándola a mi pecho abrazándola.

— Dijiste que… la encontraste con su familia — despeja su cabeza de mi pecho viéndome con sus cristalinos ojos azules.

— Sí. — paso mi mano por su rostro limpiando sus lágrimas

— ¿Qué fue lo que pasó con... ellos?

— No te preocupes, los dos lograron escapar, estaba muy alterado por el aroma, pero ella logró escapar al igual que Henry

— ¿En serio? — pregunto resaltando un brillo muy ligero de alegría en sus ojos.

— Sí. Aunque lo lastime, logro huir con vida.— conteste algo molesto, no me gusta la idea de que se preocupe por otras personas y menos si son hombres.

— eso es genial — susurro muy despacio llevando sus manos a su rostro para controlar sus lágrimas. Eso me molestó, me levanté y me alejé un poco dejando Aadya con cuidado en la cobija.

¿Por qué es  difícil controlarnos cuando se trata de ella?

— ¿Estás bien? — preguntó girando a mi dirección al ver mi reacción.

Estoy molesto y muy sentido ¿Por qué se tiene que estar preocupando por Henry?.

No le contesto, porque siento que yo igual, me pondré a llorar por el solo hecho de pensar que al final no podre estar con ella, me duele, sé que no soy su prioridad ahora, pero quiero serlo; sin embargo, tengo muy presente que es verdad, nos llevamos por tres siglos y tres décadas sus decisiones podrían cambiar en cualquier momento, aún es joven tanto que llora por ¡un maldito Vampiro!.

Estoy tan distraído en mis pensamientos que ni siquiera noto cuando se acerca a mí llamándome
— Sebastián

Siento su delicada mano en mis pectorales haciéndome reaccionar, un corriente eléctrica recorre mi cuerpo, estoy fascinado por tacto y la facilidad  que tiene para controlarme.

Estoy perdido en sus ojos azules desde la primera vez que los vi desde lo más alto en aquel árbol.

Soy muy egoísta y lo sé, cuando la observaba de lejos quería que estuviera cerca para admirarla, pero ahora que la tengo cerca quiero ser quien le enseñe lo que es caer en la perdición.

— ¿Estás bien? — me vuelve a preguntar tocando ahora mi rostro. Pongo mi mano sobre la suya y giro un poco mi cabeza cerrando mis ojos. Me gusta tanto sentir su piel con la mía.

Abro de nuevo mis ojos y la miro, su rostro confundido están inocente que en verdad no sabe que hacer, sonrió internamente mientras ella trata de quitar su mano, pero lo único que hago es bajar su mano con la mía entrelazada, levanto mi otra mano y con delicadeza recorro su frente, sus ojos, su mejilla hasta llegar a sus labios,  los recorro con mi dedo pulgar de principio a fin. Los miro fijamente queriendo probarlos, levanto de nuevo mi vista viendo lo nerviosa que está por mi toque, sin embargo, eso provoca que la deseé aún más y sin contenerme juntos mis labios con los suyos probando por primera vez una droga de la cual no pienso separarme.

Suelto su mano y llevo ambas a su cintura rodeándola, sus labios danzan con los míos en una armonía no tan perfecta. Sin embargo, eso lo hace perfecto y feliz para mí, porque son tan delicados e inexpertos, que yo seré su único maestro que les enseñe a danzar conmigo.

El Deseo de la Luna Where stories live. Discover now