CAPÍTULO 51

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LOGAN

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LOGAN

Estuve a punto de morir o al menos eso me dijeron; el maldito de Peter consiguió herirme de gravedad y la cirugía por la que tuve que pasar fue difícil, pero cuando desperté, lo primero que vi fue a Ivy y eso me devolvió la tranquilidad.

Ella se veía cansada y físicamente lucia terrible, pero estaba a mi lado, sonriéndome como si todo estuviera bien, aunque después me enteré por Enzo que la realidad distaba mucho de eso; Ivy también pasó por una cirugía, pero en cuanto despertó, vino a verme y no se movió de la habitación a pesar de que todo el personal médico y los chicos trataron de convencerla de que debía regresar a la cama y descansar.

Enzo también me contó que cuando apreté su mano aun inconsciente, Ivy comenzó a gritar con fuerza, lo cual realmente sorprendió y asustó a los médicos, ya que gritar era lo último que debía hacer después de su cirugía, pero Jaxon comenzó a reír cuando me contó que, a pesar de los gritos, nadie se atrevía a callarla, porque en cuanto alguien decía algo para contradecirla, ella los miraba como si fuera a matarlos y automáticamente todos salían huyendo.

Después de esa pequeña reacción, fue aún más difícil apartarla de mi lado y aunque aprovechaban los momentos cuando se quedaba dormida para llevarla a su cama, en cuanto abría los ojos discutía con los chicos y regresaba a mi habitación para continuar tomando mi mano.

El día que al fin desperté por completo y estuve fuera de peligro, Enzo me contó que ella volvió a sonreír y por fin pudo tranquilizarse; pero, aunque estuve en el limbo entre la vigilia y el sueño, recordaba fragmentos de cosas que ella me decía mientras momentáneamente salía de la inconsciencia y aunque no recordaba la mayor parte de sus palabras, recordaba una frase en específico que no dejaba de repetirse en mi cabeza.

"Te amo"

Ivy no dejaba de repetirme que me amaba y ahora que al fin estaba despierto, no me cansaría de repetirle que yo sentía exactamente lo mismo; porque la amaba, como nunca creí que podría amar a alguien, porque para todos yo era la bestia del bosque a la cual debía temer y hasta cierto punto me creía incapaz de sentir algo similar al amor, pero Ivy me hacia querer sentirlo todo y la amaba por completo.

Cuando finalmente nos dieron el alta y pudimos regresar al apartamento, Ivy no dejaba de sonreír, aunque seguía teniendo cuidado conmigo y se preocupaba más que nadie, tanto que a veces tenía que recordarle que también estaba herida y que debía descansar.

Cada vez que la miraba, mi corazón se aceleraba y me era imposible apartar la mirada; ella era tan dulce, tan hermosa y tan única, como uno de esos cometas que solo se ven una vez cada mil años; ella era la indicada y no tenía dudas de que era el amor de mi vida.

Pocos días después de regresar al apartamento, vino a despertarme con una sonrisa y con un regalo en sus manos; su pintura, esa que no dejaba que nadie viera y que cuidaba como si fuera oro, pero cuando me la dio, con esa emoción reflejada en su mirada, solo tuve que ver la imagen en el lienzo para que un recuerdo me viniera a la mente y de inmediato sentí que mi corazón iba a estallar.

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