hace semanas que no hablamos y durante todo este tiempo he estado imaginando en mi cabeza la posible respuesta que voy a darte una vez te dignes a buscarme.
pensé que podría usar algo triste. algo que te haga sentir culpable por dejarme varada en medio de una tormenta, por haberme plantado sin respuesta, algo que te haga sentir como la persona egoísta que eres, cómo la que me dejó sin decir nada y que ahora me quiere de vuelta.
podría contestarte enfadada. decirte lo mucho que te odio por tu manera de dejar todo a la deriva, por mantenerme en un hilo y esperar que estuviese esperando a por ti. maldecirte y bloquearte justo después para que vieses lo mucho que te aborrezco.
pensé en utilizar una respuesta más real.
una respuesta dónde te describa las noches que pase llorando al verte en línea a sabiendas de que ignorabas mi mensaje en tu bandeja de entrada. decirte lo mucho que me dolía el corazón al saber que nada de lo que pasamos había sido importante para ti, de lo fácil que fue mandar todo a la basura, cómo si no hubiese importado que me querías, cómo si nunca lo hubieses sentido en realidad.
y así me paso los días, pensando en mi posible respuesta.
porque pensar en una respuesta es pensar que me has contestado, que me has buscado otra vez.
porque la verdad es que buscar respuestas a un mensaje inexistente es menos doloroso que admitir que nunca me vas a volver a contestar y que se ha terminado en serio.
