Capítulo nueve

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—No, no espera.— Celeste coloco sus manos en el pecho de Damián, —Ya no podemos, no, no; me tengo que ir.

—¿Por qué?— Damián sonaba confundido, y luego en cuestión de segundos recordó el verdadero propósito por el que había permitido entrar a Celeste. Que no iba más allá de unos tiernos besos y unas atrevidas caricias, —No, me tienes que contar todo sobre el pasado de Gloria y el tuyo.

—Todavía no es el momento, me tengo que ir.— Celeste estaba esquivando la mirada de ojos negros de Damián. Él la sujeto del brazo, —Por favor, jefe de guerra, déjame ir. Por favor, aún no es momento de que te diga todo sobre el pasado de Gloria y el mío.

—¿Gloria, mató a alguien?— Damián utilizó los dedos de su mano para apretar el brazo de Celeste, —¿Tú fuiste la que se metió hace un par de noches a mi casa para dejar esa nota?

Celeste vaciló, tratando de liberarse del agarre de Damián, que cada segundo comenzaba a doler más y probablemente ya tenía la marca de los cinco dedos en la piel de su brazo.

—Me estás lastimando, jefe de guerra.

—Lo siento, Celeste: Mariposa Almirante.— Damián la soltó. La observó mientras ella se observaba el brazo, —Me dejaron una nota en mi cama, donde me dan la información de que mi hermana asesino a alguien, ¿Sabes a quién fue o sí es cierto?

—Yo no sé nada.— La voz de Celeste sonaba llena de seriedad, pero a la vez tenía una mezcla de nerviosismo, —Gloria, nunca me llegó a contar algo sobre eso.

—Tienes que saber algo.— La voz de Damián sonaba firme, —Dímelo, por favor. Solamente dime, sí es cierto o no.

—¡Que no puedo!— Gritó Celeste, su rostro estaba humedecido de pequeñas lágrimas; pero, su voz se mantenía firme, —Yo no sé nada, y si supiera no te lo dijera por ahora.

—¿Tú mataste a mi hermana?— Preguntó Damián tratando de hacer contacto visual con ella, —Mirame, no lo hagas por mí, yo soy un tarado, una basura para tí. Pero, hazlo por Gloria o por tí. Solamente dímelo, ¿Fuiste tú?

—Yo...— Celeste aprovecho un descuido de Damián para salir por la puerta principal. Su rostro recibió el viento mañanero, mientras sus cabellos marrones oscuros volaban por encima de su cabeza.

Ella comenzo a correr lo más rápido que pudo por el jardín hasta llegar a la cerca de madera, abrió la puerta y antes de salir corriendo, Damián estaba parado el umbral blanquecino:

—Dímelo, Mariposa.

Celeste no contestó a la pregunta. Comenzó a correr en sentido oeste, con toda la rapidez que su residencia y sus pulmones le permitían. Podía observar las casas blancas y magentas que bordeaban las calles.

No se podía detener, aunque después de unos largos metros de correr sin detenerse, el cansancio comenzaba a tomar factura en sus pulmones. Su pecho subía y bajaba, las gotas de sudor provocaban que su cabello marrón oscuro se pegada en su frente.

En un momento de desespero, se detuvo para llenar sus pulmones del oxígeno que le faltaba víctima del cansancio. Estaba inclinada, con las manos en las rodillas. Su mirada en en el suelo era pensativa y el sonido de los motores de los vehículos transitando por las calles era evidente.

—Yo... No puedo hablar. Damián no puede saber lo qué pasó, por ahora, no.— La voz de Celeste estaba entrecortada, —Estoy totalmente exhausta.

—¿Celeste?— Nicole venía caminando en sentido contrario. Llevaba un suéter rosado, que tenía pepitas brillantes en las mangas y un pantalón negro con botones y cierre dorados. Al verla en la posición en la que estaba salió corriendo hacia ella, —¿Qué te pasó, Celeste?

Celeste PGP2024Where stories live. Discover now