CAPITULO.22. impulsos adictivos

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Alex Celman:

Por la ventana se filtran los rayos del sol, volteo al otro lado para evitarlos y seguir durmiendo plácidamente, sin embargo la claridad en este cuarto es insoportable y me cuesta dormirme.

Me siento en el borde de la cama y llevo la mano derecha aun lado de mi rostro cuando la cabeza empieza a dolerme, es como si me estuvieran martillando el cráneo. Reposo varios segundos hasta que el dolor cese. Bostezo estirando los brazos y el cuerpo me cruje como si fuese un anciano. La claridad sigue siendo fastidiosa para mi vista y al ponerme de pie tambaleo por un leve mareo.

Recuerdos llegan de lo que hice en la fiesta y obligo a mi cerebro a recordar a un más. Camino directo al baño apoyándome de las paredes, subo la tapa del escusado y el haciendo está todo chorreado.

― Maldita ebriedad... Maldita resaca.

Darme un baño sirvió para recordar y visualizar las consecuencias de salir a fiestas y emborracharte a mas no poder. Recuerdo bailar en la pista de baile con Triana y Connie, haber discutido con el idiota del atleta y luego solo fueron recuerdos confusos de pasillos y habitaciones. Por mas que intente forzar mi cerebro a recordar todo es tan confuso, tengo las muñecas raspadas y un jodido rasguño al costado. Por lo tanto no se como rayos pude haber llegado hasta aquí, estoy relacionando mi noche con la película ¿Qué pasó ayer? es la única lógica que hay.

Me pongo unos pantalones cómodos y bajo a la cocina, me ruje el estómago y estoy dispuesto a comer lo primero que encuentre. Un olor exquisito invade mis fosas nasales y me agua la boca, la abuela debe de andar contenta y por eso intenta consentirme.

La escena me detiene a medio camino, se encuentra de espaldas preparando algo en la estufa, no lleva camiseta y porta el delantal rosa de la abuela.

¡OH, MIERDA!

Huyo por el otro lado con prisa para luego toparme con la emo haciéndole pedicure a la abuela. Me quedo paralizado unos segundos, ya sé cómo llegué hasta aquí anoche.

― Al fin te despertaste Alex ― habla la emo mientras dirige la mirada a mi pecho descubierto.

De forma inútil cubro mi pecho y abdomen de manera vergonzosa, Hayley lo nota y ruborizada sigue en lo que estaba haciendo antes de irrumpir.

― Tenemos que hablar abuela. ― la tomo de un brazo llevándola lejos de los populares.

― ¡Espera! ― se queja ― arruinaras mi manicure.

Entramos a mi habitación y cierro la puerta, ella se queja por sus uñas mientras busco entre mi ropa una camiseta, no puedo creer que ellos hayan traído hasta aquí. Dormí sin camiseta lo que indica que ellos me la quitaron ¡Pervertidos!

― ¿Que buscan ellos aquí abuela? ― me cruzo de brazos.

― Dímelo tú mismo ― sonríe maliciosa obligándome a sacar mi ladro dramático.

― ¡Abuela! ― chillo ― porque eres así. Tenías que correrlos de tu casa.

― ¿Pero por qué? tus amiguitos fueron muy amables al traerte anoche, hasta durmieron contigo para no dejarte solo.

― ¡¿Queeeeeee?!

Que no cunda el pánico, seguro durmieron en el suelo, eso explicaría el desorden en la habitación.

― No se que te sorprende si cuando pasé por tu cuarto anoche te encontrabas muy a gusto durmiendo con esos dos en ambos lados.

El corazón me late con fuerza y a este ritmo le brotaran patas y se me saldrá del pecho. Como tienen el descaro de hacer semejante cosa y espero que por mi parte no haya hecho una locura.

Mr. Hyden © +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora