Capitulo 8

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" la historia continúa"

- gemido involuntario -

"¡¡ESTA NO ES MI HABITACIÓN!!"

Me levante abruptamente, sobresaltado por la desconcertante situación en la que me encontraba.

Pero la sorpresa se intensificó aún más cuando, al girarme, me vi frente a un cuerpo. Un cuerpo recostado en la misma cama en la que yo había estado momentos atrás, sin camisa, revelando su bien esculpido físico.

Al posar mis ojos en su rostro, mi respiración se detuvo. ¡Tom Riddle! Mi supuesto enemigo mortal estaba durmiendo tranquilamente en esa cama. Por alguna razón, no podía apartar la vista de él. Me sentía perturbado, en estado de shock, mi estómago revuelto ante la visión, aunque no estaba seguro si era por miedo, repulsión o alguna otra emoción que me negaba a admitir. ¿Había compartido la cama con él?

Sin embargo, el hecho de que este hombre estuviera en ese momento vulnerable disipó cualquier temor que pudiera sentir. La vergüenza por mi comportamiento y mis movimientos frente a este hombre que dormía plácidamente se desvaneció. Estaba claro que si él se hubiera despertado y presenciado semejante escena, no estaría de pie aquí en este momento, sino que estaría muriendo de vergüenza.

En ese instante, me encontraba en una encrucijada, indeciso sobre qué hacer a continuación. ¿Debería eliminarlo? ¿O simplemente marcharme? ¿Asesinarlo? ¿O darle la espalda y alejarme?

Aunque todas esas opciones parecían equivalentes, lo sabía. Si optaba por asesinarlo, corría el riesgo de alterar el futuro. Si me iba... ¿y si me iba? ¿Y si...?

A pesar de todo, estaba claro que marcharme era la decisión más sensata, aunque no quisiera hacerlo. Deseaba acabar con él, incluso torturarlo antes de quitarle todo lo que tenía o tendría, hacerlo suplicar por clemencia y, finalmente, poner fin a su vida. Ese había sido siempre el plan, y no lo modificaría por un impulso momentáneo.

Así que, apretando la mandíbula y renuente, di la vuelta, dándole la espalda a la cama. Antes de alejarme, mi mirada se posó en un espejo dorado con adornos florales en las esquinas, ubicado en una de las esquinas de la habitación. Aunque era hermoso, no le presté mucha atención, ya que mi apariencia era lo que más me llamaba la atención.

Las ojeras bajo mis ojos eran notorias y oscuras, mi cabello estaba completamente desordenado, producto de mis acciones previas. Pequeñas gotas de sudor se deslizaban por mi rostro debido a la tensión, dejando en evidencia un sonrojo intenso. Mi ropa estaba arrugada y, al observarla detenidamente, noté una sustancia pegajosa. Al notar ese detalle, la ansiedad se apoderó de mí.

"Mierda", pensé mientras pasaba una mano por la zona húmeda y pegajosa.

— Buenos días — Alguien habló, pero estaba tan concentrado en eliminar la mancha que no lo noté ni lo escuché.

Desesperadamente, intentaba eliminar la mancha visible, y al no conseguirlo, mi ansiedad se intensificaba. Llegué a un punto de frustración tal que golpeé el espejo con el puño, rompiéndolo en el proceso y lastimando mi mano.

— Maldición — Exclamé, maldiciendo por el dolor. — Reparo — Susurré, utilizando mi magia sin varita, dejando el espejo como si nada hubiera ocurrido.

— Impresionante — Alguien me felicitó, pero yo, con la cabeza agachada todo este tiempo, finalmente la alcé bruscamente, provocando un crujido en mi cuello.

— ¡Ay! — Exclamé al sentir el dolor en mi cuello.

Una mano se posó exactamente en el lugar donde me había lastimado, y el dolor se desvaneció al instante. Al levantar la vista lentamente, me encontré con la penetrante mirada de mi profesor en el espejo.

CONTROLLING THE SHADOWSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora