Prólogo

207 23 5
                                    

Si le hubieran pedido una explicación de como su cuerpo había terminado entre los brazos de la pelinegra, Nayeon no habría tenido ninguna idea de como darla

Oups ! Cette image n'est pas conforme à nos directives de contenu. Afin de continuer la publication, veuillez la retirer ou télécharger une autre image.

Si le hubieran pedido una explicación de como su cuerpo había terminado entre los brazos de la pelinegra, Nayeon no habría tenido ninguna idea de como darla.

Quizá fue el vino en su cuerpo, quizá fue el creciente deseo en su interior, así como también un poco de las palabras de Jeongyeon que gracias a su voz, grave y seductora, lograron erizar cada fibra de su cuerpo como nunca había imaginado.

En algún momento de la velada, el calor que en más de una ocasión subió a su rostro, invadió su cuerpo entero, por lo que el abrigo que usaba terminó sobre el respaldo del sofá y sus brazos terminaron desnudos alrededor del cuello de la más alta, quien con cada segundo parecía atraerla más hacía ella, cosa que lejos de molestarle le gustaba mucho.

Era una situación un tanto extraña si alguien lo observaba desde el exterior pues de un momento a otro, aquella desconocida necesidad de abrazarse surgió en ambas, lo que las dejó en medio del amplio salón.

Con sus cuerpos unidos como si hubieran estado esperando por aquel momento durante mucho tiempo, como si de un reencuentro de sus almas se tratase, algo que a Jeongyeon la llenó de felicidad aún cuando la castaña poco a poco fue deshaciéndose de su abrazo y la miró con el mismo sonrojo que de ser posible, ella también tendría en su rostro.

Lo siento... — La escuchó decir mientras apartaba su mirada apenada intentando también alejar su cuerpo de ella, pero por supuesto que le impidió ambas cosas.

Sus finos dedos fueron a la mandibula ajena tomándola con la misma delicadeza con la que acarició su mejilla, una vez consiguió que sus miradas volvieran a conectarse. —¿Que sentido tiene disculparse por hacer algo que llena de alegría tu corazón, Nayeon? — Cuestionó sonriendo levemente, dejando cautivada a la menor por la forma en la que la miró, la forma en la que la tocó y la forma tan dulce en la que su nombre salió de sus labios.

La castaña estaba segura de que Jeong no era de este mundo, o al menos no del mundo que ella hasta el momento conocía bastante bien, pues tanta perfección frente a ella parecía irreal, fuera del plano terrenal. —Aún así yo... No debí, lo siento mucho. — Casi pudo ver como la pelinegra sonreía decidiéndose al fin por dejarla ir, aunque permanecieron frente a frente ignorando por completo el mundo entero.

Hipnotizadas por la intensa mirada de la otra.

Jeongyeon no estaba dispuesta a perderla de nuevo, era verdad que había planeado ser cuidadosa y paciente al acercarse a ella, pero en ese instante, teniéndola tan cerca, mirándola como la octava maravilla del mundo humano, empezaba a poner en duda sus promesas y su autocontrol. —¿Te parece inapropiado que me brindes consuelo mediante un abrazo? — Preguntó en un tono juguetón, dando un paso adelante, el mismo que las separaba, el mismo que Nayeon retrocedió para mantener la cordura. —¿Acaso no es eso lo más indicado en estos casos? — Quizó volver a acariciar la mejilla contraria pero en su lugar solo sonrió levemente, viéndose casi inocente, una sonrisa que no tenía nada que ver con su intensa mirada.

A Thousand Years || 2YeonOù les histoires vivent. Découvrez maintenant