III : Promesas Justas

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Tzuyu no tardó en alejarse del cuerpo de la pelinegra, que ahora las había trasportado a una zona completamente diferente, con la iluminación suficiente para que pudiera verla mejor, aunque seguían al aire libre.

—¿Pero porque esa expresión pequeña Tzu? — Le preguntó la vampiresa, haciendo una expresión de falsa tristeza, que unida a su inclinación de cabeza, fue casi creíble.

Por suerte, o quizá mala suerte, la ojiazul la conocía bien. Así que no fue ninguna sorpresa para ella el verla sonreír con diversión al segundo siguiente. —Hasta me da la impresión de que no te alegra verme. — Su intento de broma, tan solo provocó que su mandíbula se tensara.

—¿Como es posible que estés viva? — Formuló, sin poder creerse lo que estaba viendo con tanta claridad, incapaz de apartar su mirada de ella, llegando a la conclusión que ni siquiera mil años de entrenamientos y desarrollo de habilidades fueron suficientes para estar al nivel de la pelinegra.

Y quizá eso era lo que más le molestaba al tenerla en frente, esa confianza de ser invencible que desbordaba tras cada segundo en su presencia, y que hacía hervir su sangre aunque lo escondiera muy bien bajo su rostro sereno.

Regresar de la muerte es un arte de reyes. — Se jactó la pelinegra, consciente del efecto que estaba teniendo sobre la chica de hebras plateadas, pues al contrario de esta, ella si que podía acceder a su mente, sin ningún tipo de restricciones, gracias a su estatus de Reina de los vampiros. —Pero vamos, esa no es la pregunta correcta. — Señaló restándole importancia a su anterior pregunta, señalándola con su índice. —Puedes hacerlo mejor que eso. — Se atrevió a enfatizar con una obviedad que Tzuyu entendió al notar la presencia de la rubia a su lado.

¿Como habia pasado por alto un detalle como ese? Por supuesto que aquella chica, la más devota de las seguidoras de la vampiresa haría todo lo posible por regresarla a la vida.

Sin embargo, siendo consciente de que era un hecho que no podía cambiar, decidió seguir el juego de la pelinegra. —¿Que es lo que buscas? — Preguntó finalmente tras suspirar.

Mientras una nueva sonrisa aparecía en el rostro de la vampiresa. —¿Lo ves? — Celebró soltando una carcajada. —Era sencillo. — Reconoció notando como la paciencia de la Alfa se acababa, a la vez que un intenso sentimiento de odio brillaba en su mirada. —Ahora, lo que busco es simple. — Contestó con calma. —Ver caer a todos lo que me traicionaron. — Su expresión no tardó en tornarse sombría, a la vez que la oscuridad sustituía el rojo de sus pupilas.

Lo que al mismo tiempo, provocó que instintivamente la peliplata retrocediera. —Nunca lo lograrás, estás sola esta vez. — Se atrevió a alzar la voz, aún con todo el temor que recorría su sistema.

Temor que lejos de hacer sentir mejor a la vampiresa, solo la hizo levantar su ceja. —Si algo debiste haber aprendido en lo últimos mil años, es que existen relaciones que son capaces de perdurar en el tiempo, niña lobo. — Comentó con simpleza. —Recuperaré mi reino y tú estarás allí para verlo. — Aseguró sin ningún rastro de titubeos en su tono, casi como un juramento contra la vida misma, y no había nada más peligroso que eso. —Es tu decisión hacerlo a mi lado, o en mi contra. — Terminó de decir disfrazando aquella amenaza de una propuesta que no hizo más que enfurecer a la peliplata.

De tal modo que ni la misma Dahyun fue capaz de intervenir cuando a toda velocidad esta se acercó a la vampiresa, tomando con fuerza el cuello de su camisa. —¡¿Como osas pedirme algo así después de traicionarme de aquella forma?! — Reclamó dejando todo el odio y la rabia que cargaba consigo a la vista, sin lograr conmover ni un poco a la pelinegra, que reconociendo solo dolor detrás de todas sus acciones, no se defendió y detuvo a la elfo cuando hizo ademán de intentarlo. —¡¿Crees que te he perdonado?! — Bramó Tzuyu de nuevo, sintiendo como ante la falta de reacción de la contraria su ira solo crecía.

A Thousand Years || 2YeonWhere stories live. Discover now