Capítulo Cinco

52 7 1
                                    

EVA

¿Qué demonios le pasa a ese animal? Me secuestra usando sus viles artimañas, y me trae a una habitación de lujo con un balcón, ¿no me digan que le gusto y espera casarse conmigo no? Me dan ganas de vomitar de solo pensarlo.

Salgo de la cama y mi paso se empina firme hacia el balcón, pero cuando me asomo dos armaduras me bloquean el paso. Se puede ver que no hay nadie dentro de ellas, por lo que deduzco que son armaduras hechizadas. Sin problemas las dejo hecha añicos en el suelo y avanzo.

Bueno, rodeada por el bosque, maldición. Lo bueno es que si lo cruzo volveré al reino de mi padre, y es de día, será más fácil cruzarlo ahora, solo debo tener cuidado con ese ogro.

—¿Qué crees que haces? —Suena la voz de Erick atronadora.
—Tú. —Tengo ganas de hacerlo pedazos, pero mi magia no funciona, quizá esto sirva.
—Tengo la fuerza de diez hombres. ¿Por qué me arrojas un florero? —dice, tomándolo con facilidad.
—Tenía que hacer algo. ¿Por qué me trajiste aquí?
—Descuida, no voy a comerte. —Dice rodando los ojos.
—Sé que los ogros no comen carne humana. ¿Qué quieres?
—Muchas preguntas, mejor vuelve a dormir. —Responde dándome la espalda.
—No se te ocurra irte. —lo persigo, pero tan pronto me asomo a su espalda de gigante él voltea enérgico.
—¿Qué quieres?
—Déjame salir.
—No.
—¿Cuánto te pagaron por esto? Puedo darte el doble, o el triple.
—Esto es algo que tu dinero no puede comprar.
—¿Entonces que quieres?
—Eso no te importa. Y ni se te ocurra usar el bosque para escapar, está repleto de criaturas salvajes, no te comieron solo porque yo se los pedí. Si vas sola, aun con tu magia, no durarías ni cinco minutos.
—Prefiero arriesgarme en el bosque que estar aquí contigo.

No hay más que decir. Volteo enérgica y me dirijo al balcón. Las armaduras ya están de pie nuevamente, perfecto. Vuelvo a dejarlas en el suelo.

Su mano toma mi brazo con mucha fuerza y me detiene con facilidad, maldito imbécil.

—Suéltame. —Lo abofeteo, pero no tiene caso, mis golpes parecen ser caricias para él.
—Maldita niña. Ya compórtate. 

Como se atreve a hablarme de esa manera. Si mi amado estaría aquí le daría una golpiza. Pero no está, y no puedo usar mi magia, por ende tengo que usar la cabeza, y dejar de ser tan impulsiva. Suelta su agarre sobre mi muñeca, casi como si temiera lastimarme. Creo que tengo una idea.

—Debido a la habitación y la hospitalidad que demuestras, supongo que te pidieron que no me lastimes.

Él guarda silencio, como si estuviera pensando.

—Estoy segura que no podrías ni siquiera darme una bofetada. ¿No es así? No me dirás quien te pidió capturarme, pero voy a averiguarlo.
—Claro que lo averiguarás, pronto vendrán por ti. —Dice para darme la espalda y retirarse.
—¿Eso es todo? Me dejas encerrada en tu habitación cinco estrellas.
—Tienes todo el castillo para ti. Siempre y cuando no me molestes ni intentes escapar.

El Destello y La SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora