Capítulo 14.

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Era un nuevo día en Karmaland, el castaño se encontraba empacando algunas cosas, hace unas horas le habían asignado una misión y se le pedía su presencia urgentemente. Al principio no estaba tan seguro de ir, no quería dejar a su novio e hijo solos, pero el pelinegro lo había convencido de ir, al fin y al cabo, era algo urgente.

—Tranquilo Lusu, Lu y yo estaremos bien. Nos la pasaremos de maravilla jugando en casa.

Lo había dicho en un tono bastante extraño y eso no le generaba mucha confianza.

—No estoy seguro Quacks ¿No preferirías quedarte en casa de alguien?

Quackity negó moviendo ligeramente la cabeza, y Lucky al ver esto, imitó su acción. Luzu sonrió internamente. Aunque estuviese preocupado por lo que pudiese pasar, eligió confiar en su novio. Colgó la mochila en su hombro y se dirigió a la puerta de la casa acompañado de ambos patitos. Antes de irse, tomó de las mejillas al pelinegro y lo besó cariñosamente, luego volteó a ver a su pequeño hijo quien extendía sus bracitos para que lo cargara, lo tomó entre sus manos y lo elevó un poco lo cual provocó que se riera. Lo miró por unos segundos para después dar un besito en los cachetes de Lucky.

Lo entregó nuevamente con el chico pato y se despidió de ellos con un ademán, el cual fue correspondido por ambos patitos. Aunque sólo se iría unos tres días, extrañaría mucho a su familia.

El pelinegro ingresó a la casa y dejó a Lucky sobre la cama.

—Hoy iremos al pueblo a buscar la cosa esa que necesitas para morder ¿Estás de acuerdo, 'mijo? Porque si sigues así, me dejarás sin dedos.— El bebé aplaudió como afirmativa.

Se dirigió al pequeño armario que habían comprado para guardar la ropa de Lucky, sacó un conjunto de ropa junto a los zapatos del Rayo McQueen. No sabía cómo es que su emo boyfriend le hacía para cambiarle la ropa a Lucky porque él cuando lo intentaba, batallaba por hacerlo. El bebé era más inquieto cuando Quackity trataba de cambiarle la ropa, cambiarle los pañales o cuando trataba de darle el biberón, pero si estaba con Luzu, solía estar más tranquilo.

Ahora mismo, perseguía a Lucky por toda la cama ya que se escapaba cuando intentaba ponerle los zapatos. Le sorprendía que fuese tan veloz al momento de gatear... O simplemente él era muy lento. El pequeño se reía a carcajadas al ver el rostro agitado de su padre. Al final terminó cansándose y el chico pato logró atraparlo.

—Pinche chamaco, y eso que ni te puse las poderosas.

[...]

Ya se encontraban en el pueblo, llevaba una mochila con las cosas de Lucky pero sólo tenía lo básico. No pasaba desapercibido el hecho de que el pelinegro sujetaba al bebé un poco más fuerte que de costumbre, quería evitar separarse de él y ya lo había perdido en una oportunidad.

Miraba con Lucky varios puestos de juguetes, existía una gran variedad de cosas pero no encontraban lo que buscaban. Estuvieron un buen rato merodeando por ahí y decidieron descansar un poco. Estaba realmente agradecido con los Dioses, sabía que algunos niños podían ponerse medio pesados cuando se trataba de juguetes pero Lucky no había hecho ningún berrinche en todo ese tiempo.

—Hey Quackity.—gritó alguien a la lejanía.

Volteó a ver de quién se trataba encontrándose con la mirada de cierto híbrido oso.

—¿Qué te trae por aquí?

—Vine a comprar unas cosas para mi hijo, pero ninguna doña vende lo que busco.

Rubius acarició suavemente la cabeza del bebé, éste último lo miraba con cierta curiosidad.

—Ya veo. ¿Y dónde está Luzu?

—Salió a una misión.

Perfecto.

—¿Quieres que te acompañe? No tengo ningún problema en hacerlo.

Ni bien terminó la oración, el pelinegro le aventó la mochila que llevaba.

—Gracias Rubius. Esa cosa ya me iba a matar, apenas puedo con Lu.

—Entonces yo podría llevarlo.

—NO.—Abrazó protectoramente al bebé, hasta que no llegase a su casa, no lo soltaría.

El chico oso sólo rodó los ojos, y sin gana alguna, colocó la mochila en sus hombros. Empezaron a caminar en silencio durante unos minutos hasta que carraspeo para llamar la atención del menor.

—¿Ustedes también recibieron una carta anónima?

¿A qué venía eso tan de repente? Volteó a verlo algo confundido.

—Si, pero casi valemos verga por ir allí.

—¿LLEVASTE A LUCKY?

—No pendejo, íbamos a dejarlo con Vegetta pero cuando fuimos a su casa, escuchamos que ambos estaban haciendo algunas de sus marranadas así que al final lo dejamos con Staxx.

Rubius se maldijo internamente.

—Así que ya tuvo el privilegio de cuidar a Ti-... al niño.

Puede que el pelinegro era uno de los que se reía de la estabilidad mental del oso, pero ahora empezaba a temer. Abrazó con un poco más de fuerza a Lucky y el bebé sólo se dedicaba a verlo. Era pequeño, no entendía ciertas cosas, pero el ceño fruncido de su padre lo asustaba, un poco, pero lo hacía. 

—¿No te gustaría pasar por mi casa?

La mirada del chico oso ya no le generaba confianza.

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Algo que no ha estado quedando claro era la "edad" de Lucky. Tiene al rededor de 10 meses. Sé que algunas cosas no tienen sentido con respecto a eso, pero intenté informarme sobre bebés e incluso le pedí ayuda a mi hermana quien ya tiene un hijo. No me sirvió de nada porque siempre dice que no recuerda nada... MUCHAS GRACIAS HERMANITA :)

Por cierto, sé que la historia es muy predecible, pero en serio me esfuerzo JAJSJAJSJA .

¿Castigo O Bendición? [Luckity]Where stories live. Discover now