Capítulo 11; El infierno en la tierra

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Voz narrativa:
Por
Morfeo.

Mientras todos pensaban en cómo salvar a Lizzie, yo me preguntaba porque estaban tan preocupados por descubrir de dónde venía y  no en que sus enemigos estaban tratando de encontrarla, y lo harían empezando por sus seres más queridos

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Mientras todos pensaban en cómo salvar a Lizzie, yo me preguntaba porque estaban tan preocupados por descubrir de dónde venía y no en que sus enemigos estaban tratando de encontrarla, y lo harían empezando por sus seres más queridos.

—¿Cómo está ella? —la madre de Lizzie, desde el marco de la puerta.

—Estará bien, mi hermano intenta navegar por su mente —soltó Luzbel.

Había navegado por la mente de Lizzie desde que nació, pusé los lindos y malos sueños, conocía más su mente que ella misma, incluso fui su amigo durante los sueños. Pero ya sabíamos que ser abierto me traía problemas.

—Estará bien... ya llamé a Patrick, necesitamos hablar con él —Mencionó el pelirrojo.

—¿Qué tiene que ver él aquí? —respondió la madre confusa.

A veces me intrigaba la capacidad de estupidez que los humanos derrochaban.

—Tú no recuerdas nada, y por más que divaguen en su mente no hay nada... siempre hay huecos. Todos comenten errores y hay que averiguar el más mínimo —aclaré tratando de ser lo más amable que pude.

Tras fracasar en el intento por ultrajar la mente de Elizabeth nos vimos en la tarea de interrogar a su padre.

***

—Entonces... ¿sabía que Anna estaba embarazada? —Luzbel lo interrogó.

—Por supuesto —se detuvo a servirse un vaso de Whisky—, Anna era una chica controversial y yo estaba enamorado de ella, así que cuando me contó lo que le sucedía... —tomó un sorbo como si eso lo hiciera sentir mejor.—, le pedí que se casara conmigo.

—¿Cómo lo recuerdas? —La voz del pelirrojo fue firme.

—¿Cómo podría olvidarlo?

Al menos en eso tenía razón.

—¿Sabe quién es el padre? —cuestionó Luzbel.

—No, ella jamás quiso decirme, y no me importó... cuando la vi nacer y la cargué entre mis brazos no pensé en alguien más para ser su padre.

No pude evitar querer darle un golpe.

—Por lo que veo ese pensamiento fue efímero —dije con una mirada amarga.

El alma en su miradaWhere stories live. Discover now