Extra.

42 4 3
                                    

Quiero decir de primera mano que esto siempre estuvo sucediendo, pero tenía miedo de cómo reaccionarían. Sin embargo aquí está una historia diferente.

Garret.

Aprieto los puños sobre mi regazo mientras miro el fuego de la chimenea y me rechinan los dientes de tanta frustración. No soporto esto un minuto más. Tomo el pico de la botella a mi lado y doy tres tragos. La fiesta ha terminado, pero ellos siguen allá arriba, la madera cruje con fuerza y sus gritos me hacen atragantarme con el maldito licor que quiere regresar.

Estoy apunto de colapsar, quiero ir y quitárselo de encima, esto lo hace siempre, siempre lo mismo. Su cabello debe estar cayendo sobre su pecho y debe estar agitada por lo que escucho, sus pechos seguramente están saltando y por mi parte estoy colapsando, necesito frenar esto.

Los gemidos y jadeos se apagan pero mi bilis sube a niveles catastróficos. Quiero enviarle mensajes a Lizzie y que sepa lo que sucede, porque aunque su amigo no era de mi agrado me parecía mejor que ver a un sonámbulo drogado todo el tiempo que sólo la folla y se larga.

Sus pasos rechinan en el techo y quedo quieto en la chimenea viendo cómo baja a saltos torpes de lo drogado que está.

—Nos vemos, hermano —se despide Thomas.

Pero lo que me atropella el estómago es ella con bata y yendo tras él. Me mira retándome, pero no me muevo.

—Ajá —respondo a secas.

Se cierra la puerta y mis piernas se mueven en lo que mi cuerpo no siente más que ardor a más no poder. La veo caminar hacia mí pero la quito de un empujón. Me arde la piel, no la quiero cerca de mí, no puedo.

—¿Por qué te enojas? —pregunta y yo me limito a seguir caminando antes de que me ganen las ansias.

—Ya te he dicho que mi casa no es un puto hotel —digo tajante subiendo al tercer piso para alejarla de mí.

Sus piernas largas se me atraviesan y su mano desnuda aterriza en mi camisa quemándola en el proceso.

—No me toques —la quito.

—¿Por qué me tratas así? —se le quiebra la voz y trato de localizar mi habitación, no quiero tonterías.

Pongo la mano en la perilla pero se atraviesa mirándome con esos ojos ambar. «Quítate, por favor».

—Vete a bañar —la quito de nuevo no midiendo mi fuerza y cae al suelo.

La miro y estoy apunto de recogerla pero el albornoz de seda se resbala de sus piernas y me deja a la vista su sexo rojo de la fricción por follar toda la jodida noche. Su pecho se eleva una y otra vez mientras quiero quitar la imagen de su pecho y coño descubierto de mi sistema pero no puedo y en cambio la polla me crece debajo de mis pantalones.

Su cabello rojizo está en su rostro y saca la lengua remojando sus labios, no me está viendo, mira mi pantalón y aprieto la mandíbula tanto que me duele.

Trata de decir algo pero simplemente me adentro a mi habitación cerrando...

—¡Garret! —golpea la puerta jadeando—. ¡Ábreme! Por favor... dios... te lo imploro.

Vous avez atteint le dernier des chapitres publiés.

⏰ Dernière mise à jour : Feb 28 ⏰

Ajoutez cette histoire à votre Bibliothèque pour être informé des nouveaux chapitres !

El alma en su miradaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant