Capítulo 29

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Lizzie Willer

La mañana era tan adorable, no quería levantarme pero sabía que tenía un proyecto que presentar

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La mañana era tan adorable, no quería levantarme pero sabía que tenía un proyecto que presentar. La semana había sido larga pero por fin estaba saboreando los últimos días para las vacaciones y regresar a esa cabaña que tanto adoraba. Abrí un ojo para contemplar el calor de la mañana y podía apreciar los árboles siento tocados por el sol.

De pronto sus brazos me envolvieron y quise volver a dormir.

—¿Podemos quedarnos hoy en casa? —indagó Isaac con esa voz melodiosa.

Mis mañanas favoritas.

Me giré a él y colocó mis manos en sus mejillas. Su rostro era tan bello siendo de mañana, era cálido y a la misma vez tan fresco.

—Buenos días —susurré sonriente.

Hizo una mueca.

—Buenos días.

Me jaló hacía él y acomodé mi cabeza en su brazo.

—¿Estás lista? —sujetó mi rostro y al mirar el suyo ya no era el de Isaac. Era... Luzbel.

Me quede helada, estaba temblando, mi corazón comenzó a palpitar con fuerza, un frío interno surgió en mí y desperté. Pero era como si necesitara respirar.

—¡Hey! ¿Qué sucede? —Isaac parecía asustado. Tocaba mi barbilla para que entrase en concentración.

—¿Esto es real? —mis lágrimas me dejaban la garganta seca.

—Lo es. Tranquila, ya pasó. Estás aquí —me hundí en su pecho y él nos envolvió con la sabana nuevamente—. Estás a salvo.

Volví a dormir y cuando desperté tenía ese increíble olor a hamburguesas recién hechas. Sonreí interna y externamente para colocar mis pantuflas blancas con algodón. Me levanté para aspirar desde cerca ese aroma, y fui hasta el comedor. Me senté y crucé los brazos. Para poder apreciar esa vista.

Pero preferí recargar mis codos a la mesa, colocar mi palma para sujetar mi barbilla, y disfrutar de Isaac.

—¿Cómo dormiste? —dijo con un mandil blanco adornando ese abdomen desnudo.

—Bien, sólo que... tuve pesadillas —hice una mueca.

Me respondió con una sonrisa, y ladeó la cabeza. Parecía comprenderme.

—Tranquila, es normal —al mirarlo noté algo raro en su cuello.

Estaba sirviendo la camina y note algo inusual.

—¿Qué tienes en el... cuello?

Frunció el ceño confundido.

—¿Qué tengo? —lo tocó y sin más un alambre térmico le cortó la cabeza.

El alma en su miradaWhere stories live. Discover now