CAPÍTULO XX: Progreso.

1.5K 205 16
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Para cuando dieron las cuatro campanadas Emerald abrió los ojos con parsimonia, Julian, quien reposaba todavía a su lado se mantenía con los ojos cerrados

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Para cuando dieron las cuatro campanadas Emerald abrió los ojos con parsimonia, Julian, quien reposaba todavía a su lado se mantenía con los ojos cerrados.

Ella lo observó y luego desvió la vista a su propia desnudez, provocando que de esta forma el rubor de sus mejillas se extendieran por todo su rostro.

Todavía no lograba procesar lo que acababan de hacer.

Y al ser consciente de todo lo que acababa de sentir, era casi como si una nueva perspectiva del mundo se había revelado frente a sus ojos, y esto era algo que le gustaba, pero que inevitablemente provocaba que su cabeza diera muchas vueltas.

—Descansa un poco más —escuchó que le susurraba Julian aún con los ojos cerrados.

—Creí que dormías —le contestó ella con vergüenza.

—Imposible —añadió mientras acariciaba uno de sus dedos con gentileza—. Solo estaba dejando que me admiraras un poco más —acotó con diversión, ella blanqueó los ojos.

—Que considerado —respondió con voz queda.

—Es broma —le dijo mientras la observaba y depositaba un beso sobre su nariz—. Y para ser franco, creo que acabo de descubrir que no amo otra cosa en el mundo que verte dormir a mi lado.

La franqueza de sus palabras terminó generando que su corazón volviera a latir, ella se apegó a su cuerpo, y Julian la rodeó con un brazo por encima del cobertor para apegarla más a ella.

—Creo que es hora de que me vaya —le dijo, aunque en verdad no quería hacerlo.

—Te voy a extrañar.

—Nos veremos más tarde —añadió mientras lo observaba.

—Corrección, extrañaré tenerte así como te tengo ahora.

Ambos se observaron, sus labios se volvieron a fundir en un pasional beso, y sin poder evitarlo, los dos comenzaron a recorrer nuevamente cada espacio de su cuerpo. Y en medio de aquellas caricias inexpertas que acababan de descubrir, ambos sentían de una forma completamente inexplicable como si ese fuera el lugar al que pertenecían.

Diamond, el príncipe corrupto [Saga: Los malditos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora