1 de Octubre

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— ¿Quieres otro?

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— ¿Quieres otro?

Dazai Osamu, un joven de 18 años, inteligente y con un buen promedio. Muchas dificultades en su vida que lo han llevado al borde del suicidio, de hecho, tiene un total de 3 intentos fallidos, sobreviviendo por los pelos.

— No, no quiero llegar a casa oliendo a cigarro, ya tengo suficiente con llegar tarde a casa hoy.

Nakahara Chuuya, 18 años de edad, tiene un promedio común y destaca en los deportes. Su apariencia es algo inusual para un japonés, eso le hace destacar en la escuela; haciéndolo popular.

— Quédate conmigo esta noche, eres bienvenido.

A pesar de que los padres de Dazai no le han dado una infancia normal ni feliz; siempre han tratado bien a su amigo y hacerle sentir como en casa. Sus padres dicen que quieren cambiar a mejor. En cambio, los padres de Chuuya son muy controladores y siempre están tomando alcohol o fumando.

— Me meteré en un lío, Dazai...

— Pues échame la culpa a mí, dile a tus padres que te obligué a quedarte en mi casa.

Dazai realmente quería que Chuuya se quedará hoy con el, sabía que hoy, viernes por la noche, los padres de Chuuya estarían tomando alcohol y fumando y no quería que su amigo volviera a casa.

— No puedo, Osamu... Sabes que mis padres no me dejarán juntarme más contigo...

Dazai le dio una última calada al cigarrillo para después restregarlo sobre el techo en el que están sentados y tirarlo hacia abajo. Con la mano que estaba sosteniendo el cigarrillo anteriormente agarró la mano de Chuuya con fuerza mientras la elevaba a la altura de sus rostros.

Chuuya, confundido miro a Dazai, este tenía una mirada triste pero decidida. Chuuya le miró de la misma forma para aceptar el agarre en su mano derecha.

- Voy a ser sincero contigo, Chuuya. No quiero que vuelvas a casa hoy y a estas horas. Tú y yo sabemos que lo vas a pasar mal si vuelves y, si puedo evitarlo, lo haré sin dudarlo.

— Osamu...

Chuuya miraba incrédulo a Dazai, sus ojos color zafiro reflejaban la luz de la luna y se podía ver el reflejo del castaño. Derrepente, las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, sin poder contenerse; rompió en llanto.

— Puedes desahogarte todo lo que quieras, siempre voy a estar para tí, Chuuya.

El castaño abrazó a su amigo, dando pequeñas y suaves caricias por su espalda con su mano izquierda y derecha acariciándole la cabeza, jugando con sus rebeldes cabellos pelirrojos.

Chuuya se aferraba a la espalda de Osamu como si fuera el fin del mundo, posicionando su cara entre la clavícula y el cuello del castaño mientras lloraba.

Chuuya se aferraba a la espalda de Osamu como si fuera el fin del mundo, posicionando su cara entre la clavícula y el cuello del castaño mientras lloraba

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Mirando las estrellas en otoño [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora