Flashbacks (parte 2)

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clarisa018
dobbyrojas
Laperradebucky

El soldado estaba decidido en saber quién eras. Porqué estabas tan pegada en su mente. Porqué a pesar de que le borraran la memoria una y otra vez, no podía olvidarse de ti. Tu voz. Tu rostro. Tus caricias.

A penas vio la oportunidad para escapar, la tomó. Se aseguró de que nadie lo estuviera siguiendo, y después de un par de semanas donde ya estuvo seguro, fue a un museo donde vio fotografías y videos de sí mismo junto con otra persona que su nombre pareciera ser Steve Rogers. Y en muchas de ellas, también estabas tú.

Según las fechas de aquellas imágenes, ambos deberían estar muertos. Steve y tú. Pero más adelante en la exposición habían fotografías y registros de la actualidad, así que el soldado comenzó a guiarse con eso para encontrarte.

Fueron meses y meses en los que no encontró nada, hasta que un día descubrió que seguías viva. Y donde vivías. Así que comenzó a seguirte y observarte desde lejos de vez en cuando.

Te tenía tan cerca y a la vez tan lejos.

—————

Era tarde cuando llegaste al edificio donde vivías después de aquella misión. Estar encerrada en una casa de refugio con Pietro, Sam, Yelena, Kate y Peter era una tortura. Ahí la única persona civilizada con la que podías hablar, era Wanda. Porque los otros cinco hicieron solo desastres y les sacaron canas verdes a ustedes dos.

Cuando ibas a poner la llave en la cerradura de la puerta, pudiste sentir que alguien estaba dentro. El mismo alguien que sabías que te había estado observando por los dos últimos meses.

Sabías que era inofensivo. De haberte querido atacar lo habría hecho ya en múltiples ocasiones en las que te encontrabas vulnerable.

Pusiste la llave en la cerradura y abriste la puerta, dejando tu bolso junto a ella y cerrándola, colgando las llaves. Lo bueno de tener un departamento de una estancia, es que desde la puerta de entrada, caminabas directo a la cocina, y desde ahí podías ver la sala de estar que se encontraba en frente y la pequeña mesa donde comías antes de donde empezaba el área de tu habitación con la cama.

–Así que al fin te decidiste acercar.–Le dijiste caminando hacia la cocina, sin si quiera molestándote en encender la luz.–Aunque podrías haber tocado la puerta en lugar de solo entrar así sin más.–

El soldado no dijo nada. Sólo se quedó sentado, tenso y sin saber realmente qué hacer. Ni si quiera tenía un plan cuando decidió escalar por el edifico y colarse por una ventana.

–Asumo que no tienes intenciones de matarme.–Comenzaste a hablar mientras te preparabas un té.–Eso podrías haberlo hecho aquel día en el café cuando esperé dos horas por alguien que nunca llegó. O esa mañana que fui a trotar y empezó a llover de repente. También pudiste haberlo hecho cuando—

–No te quiero matar.–Fue lo único que dijo, levantándose del sillón para caminar hacia ti y quedarse a un metro detrás tuyo.

Al escuchar su voz te quedaste helada en tu lugar.

En todos estos años, jamás creíste que podrías alguna vez llegar a escuchar la voz del hombre que más amaste en toda tu vida otra vez.

Era prácticamente imposible. Murió aquel día que cayó del tren. Steve lo vio con sus propios ojos. Aunque tú también sobrevivieste a un accidente en el que deberías haber muerto.

–¿Eres tú a quien le decía "muñeca"?–Te preguntó sin moverse de donde estaba. Su mirada fija en ti, mientras que tú aún intentabas procesar lo que estaba ocurriendo.

Dejaste la taza y la bolsa de té sobre el mesón, encendiendo la luz de la cocina que estaba junto a ti, dándote vuelta lentamente y con los ojos llenos de lágrimas.

Pareciera que no hubieses envejecido un solo día.

Tenía el cabello más largo con una gorra puesta. Una playera manga larga roja y varias capas de chaquetas y sudaderas. Con una mochila en su espalda que estaba sujeta por alrededor de su pecho. Junto con guantes en sus manos.

Su expresión demostraba confusión, pero a la vez dolor y desesperación viéndote.

–Tú eres T/N T/A... ¿verdad? E-es a ti a quien veo en mis sueños... y a quien recuerdo... t-tu eres mi muñeca...–Dijo mientras se acercaba lentamente a ti, y tú le veías confundida.

Ni si quiera sabías qué hacer. Miles de pensamientos pasaban por tu cabeza en ese momento.

–¿James...?–Susurraste confundida, una sola lágrimas corriendo por tu mejilla.

–¿A-así es cómo me llamo?

Soltaste un pequeño suspiro con una sonrisa, secando tus lágrimas para después volver a verle, acercándote con cuidado a él.

–Tú nombre es James Buchanan Barnes. Aunque prefieres que te digan Bucky... Steve solía decirte Buck de cariño, él era el único al que le permitías decirte así, o a mi. Pero siempre preferí James... sonaba más personal, y tú creías lo mismo...–Tomaste sus manos con mucha delicadeza y cuidado.

Bucky al ver lo que hacías se hizo un paso hacia atrás, pero al ver que no ibas a atacarlo ni lastimarlo, te permitió tomar sus manos mientras te observaba confundido por lo bien que le tratabas, e incluso por lo cariñosa que eras.

–Y tú solías decirme muñeca... nadie más lo hacía... recuerdo una vez que un tipo en un bar lo hizo, y tú lo golpeaste reclamando que nadie más a excepción de ti podía decirme así.–Reíste ligeramente ante el recuerdo, haciendo que él también soltara una pequeña risa.

–Llevaba dos años buscándote... durante todo este tiempo tenía sueños contigo... aunque ahora veo que no eran sueños, si no recuerdos...–Habló en voz baja, pasando su mano derecha por tu mejilla, estudiando tu rostro atentamente. Como si quisiera memorizar cada detalle.

–¿Qué fue lo que te pasó, James...? ¿Qué fue lo que te hicieron?–Llevaste ambas manos a su rostro para acariciarlo, él inclinándose en ellas al sentir el tan repentino y extraño cariño que estaba recibiendo.

–Hydra... pero no quiero hablar de eso ahora... solo quiero estar contigo.–Susurró juntando su frente con la tuya, abrazándote por la cintura con cuidado y acariciando la zona.

–Okey...–Susurraste con una sonrisa, dejando un beso en su frente, para después abrazarlo y dejar que escondiera su rostro en tú cuello.–No te voy a dejar solo, ¿está bien? Te voy a ayudar. No quiero volver a perderte...

–No lo vas a hacer, muñeca.–Dejó un beso en tu cuello, haciendo que una sonrisa se formara en tu rostro y más lágrimas cayeran por tus mejillas.

–Ya estás de vuelta... todo va a estar bien ahora...–Besaste su cabeza y la acariciaste, abrazándolo con aún más fuerza.

Bucky Barnes OneShots e ImaginasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora