Discernimiento

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Discernimiento




Empecé a soñar de nuevo con al amanecer. Estaba en un jardín, a la luz del sol que iluminaba todo a mi alrededor. Todo el aire que corría parecía nostálgico, parecía un recuerdo que no era mío. Aquel hombre estaba cantando frente a mí con una guitarra en sus manos. Empecé a llorar sin saber por qué. Mis lágrimas caían por mis mejillas sin poder pararlas, me sentía faltas. El aire se escapaba por mi boca sin poder evitarlo, ¿qué era todo aquello? La voz del hombre me tranquilizaba por momentos, pero aún no conseguía verle la cara, su rostro solo era un borrón en mitad de tanta claridad. Cantaba bajito y suave al ritmo de su guitarra, ¿me cantaba a mí realmente? ¿Acaso mi cabeza me estaba jugando una mala pasada? Me estaba volviendo loca.

- ¿Cariño? Preciosa, estás más distraída de lo normal, sé que estás triste y ¿sabes qué? Tengo algo para ti.

Él se levantó de la pequeña mesa de jardín y desapareció por la puerta doble, adentrándose en la casita de campo. Yo me levanté también y caminé por los alrededores de aquel jardín, había unas flores preciosas allí. Me agaché y arranqué un ciclamen de flor blanca y la miré a detalle frunciendo el ceño. Aquello no tenía sentido, esas flores solo sobreviven en invierno y aquí, esta tarde hacía un calor asfixiante.

- ¿Quieres la sorpresa o prefieres arrancar todas las flores que me hiciste plantar?

Me giré viendo su figura cerca de mí. Tenía una pequeña caja de colores en sus manos, la caja empezó a removerse entre sus dedos y reí acercándome a él. Miré sus manos y me llamó la atención sus anillos, tenía varios y de hecho, tenía una alianza en su dedo anular izquierdo. El humo de su cigarrillo llegó hasta a mí y me queje sin saber el porqué yo no podía pronunciar palabra. Quite la tapa de aquella caja y el sonido de un ladrido salió de allí, un cachorro marrón oscuro se encontraba ahí. Me tapé la boca con ambas manos emocionada, tenía una pequeña pajarita roja al rededor de su cuello, era precioso. Tenía una mirada adorable y no paraba de mover su cola chocándola contra el cartón de la caja.

- Parece emocionado, creo que le gustas.

Por un momento me pareció poder ver la sonrisa de aquel hombre, unos labios finos y bonitos. Cogí al cachorro entre mis brazos y lo levanté para mirarlo mejor. El perrito no paraba de ladrar y lo bajé al césped viendo como se esforzaba por rastrear toda el área con sus pequeñas patitas. Sonreí mirándolo, sintiendo como el hombre pasaba sus manos, acariciándome la piel de mis brazos.

- Ya somos una familia de tres.

Sentí mi piel arder y erizarse cuando él dejó un beso en mi hombro y empezó a retroceder cuando yo me giré a él para mirarlo. Fruncí el ceño cuando el perrito empezó a ladrar sin parar, miré en su dirección, me ladraba a mí.

- ¡Jara! ¡Despierta! ¡Jara!

Miré hacia el otro lado para ver al hombre de espaldas, encorvado, pronunciando aquel nombre. Gritaba con las manos pegadas a su cabeza mientras se movía de un lado a otro. Empezó a murmurar cosas que yo no lograba entender mientras me miraba, él se dirigía a mí. Sin entender el porqué él me llamaba así avancé hasta él intentando calmarlo. Su llanto era desconsolado como si hubiera perdido a alguien. Cuando termine de acercarme él parecía no notar mi presencia, se agachó en sus rodillas con ambas manos aún en su rostro, sin para de pronunciar ese nombre.

- Jara, Jara despierta. Por favor, despierta, ¡Jara!

- ¡Eva, despierta!

Abrí los ojos sobresaltada.

Pálpito Where stories live. Discover now