Capítulo 11: Visitantes indeseables

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El enorme puñetazo colisionó contra el suelo formando una abolladura del tamaño de un lago. Gokú rodó por la hierba, apenas esquivando el ataque. "Maldición". El Oozaru no solamente era enorme y fuerte, sino que también muy veloz. Nappa lanzaba golpes a través del campo y soltó un rugido estridente que resonó en los oídos de Gokú. Reprimió el recuerdo de su abuelo, la idea de que había aplastado al hombre que lo había criado con su gigante pie de simio. Tenía cosas más urgentes que atender.

Nappa estaba destrozando el paisaje. Se formaban cráteres dondequiera que pisara y la tierra se sacudía por la tremenda variación de peso cuando la bestia avanzaba. La bola luminosa de energía aún brillaba, expandiéndose y resplandeciendo con excesivo poder.

—¡Krillin! ¡Necesitamos destruir esa luna! —su cicatriz ardía levemente en la parte baja de su espalda y Gokú apretó los puños con enojo, dándose cuenta de que la luna artificial parecía expandirse—. ¡Está creciendo! ¡Tenemos que destruirla antes de que alcance a los otros Saiyajin y a Gohan! ¡Él estará completamente fuera de control!

Se escuchó un sonido sordo y grave retumbando contra el suelo, y Gokú se congeló cuando notó que provenía de Nappa.

Krillin tuvo el mismo desconcierto.

—¿Se está... riendo? ¿Pero cómo?

—Tontos.

Ambos guerreros retrocedieron ante la voz profunda, pero ligeramente familiar. El Oozaru continuó.

—Los verdaderos Saiyajin, Kakarotto, aprenden a controlar el Oozaru antes de su primera misión. Incluso tu hijo ha aprendido a controlarlo.

Krillin estaba temblando.

—¿Quieres decir... que todavía tienes el control?

El monstruo mostró los dientes.

—Tú dímelo.

El simio lanzó otro golpe y Gokú rodó fuera del camino. Tanto Gokú como Krillin se encontraron de repente en el suelo, llenos de rasguños, pero sin heridas graves.

"La cola es lo primero. No podemos con esta forma".

—Krillin, tenemos que volverlo a su forma humana. ¿Tienes alguna idea?

—¿Idea? —Krillin sacudió su expresión de preocupación y asintió—. Creo que sí. Tengo un nuevo ataque en el que he estado trabajando. Sólo dame un segundo —el guerrero voló hacia atrás, aterrizando en la meseta trasera. Levantó uno de sus brazos con la palma hacia arriba, como si estuviera sosteniendo un disco. Gokú sonrió y se elevó hasta la bola plateada en el cielo.

—¡Nappa! ¡No sé por qué te enviaron aquí! —después del estallido inicial de energía, Gokú finalmente fue capaz de obtener una lectura clara de su Ki—. Pero no tienes ninguna posibilidad contra nosotros. Incluso con este poder, no eres nada.

—Estúpido Saiyajin de tercera clase —la grave y desagradable voz de Nappa hubiera hecho a otros retroceder, pero Gokú se mantuvo en el aire, observando a su contrincante. Los ojos rojos del Oozaru se iluminaron—. ¡Ustedes no son más que hormigas!

—¡Kienzan! —una delgada esfera irradiaba desde la mano de Krillin. Era una enorme cantidad de energía, comprimida en una delgada lámina. El platillo amarillo literalmente cortó a través del aire cuando Krillin lo lanzó sobre el paisaje Namekuseijin.

Nappa no tuvo tiempo de reaccionar.

El disco cortó su cola, rebanándola de su cuerpo en una incisión larga y limpia. Nappa lanzó un grito agonizante y Gokú abandonó un momento su estoicismo para empatizar con el brillo de dolor en sus ojos. Cambiaba de forma bastante rápido. El cabello castaño que cubría su cuerpo disminuyó mientras volvía a su tamaño normal. La sangre goteaba con rapidez desde la parte posterior de su espalda, y el apéndice marrón se retorció ligeramente en el suelo antes de quedarse completamente quieto.

Deseos Peligrosos (Vegebul)Where stories live. Discover now