✶💎⋆｡˚ ⁞ CAPÍTULO CUARENTA Y DOS˚.*ೃ frente al lago ━━━━━━━━━━━━━━━
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WAKANDA
LOS OJOS DE CLOVER se abrieron lentamente tratando de acostumbrarse a la blanca y cegadora luz que la rodeaba. Por un momento sintió pánico, creyendo que aún se encontraba en Samokov y que en unos segundos más un médico vendría a borrarle la memoria para que creara alguna bomba de destrucción masiva, pero... No sucedió. El médico nunca llegó y se dio el lujo de volver a cerrar los ojos, cayendo mundo de los sueños una vez más mientras trataba de recordarse que la base búlgara había sido bombardeada el año 1998 y que ya había pasado mucho tiempo desde eso.
No supo cuánto tiempo había mantenido sus párpados cerrados ni dónde se encontraba realmente, sólo podía sentir que su brazo izquierdo estaba siendo tocado por una suave brisa que la hizo sumergirse más en un ambiente calma. Abrió los ojos esta vez y notó que ya no había luz blanca, sino que parecía rodeada de café, mucho color café.
Dando un pequeño gemido debido al dolor corporal que sentía, se sentó sobre lo que parecía ser una colchoneta y frunció el ceño cuando pudo ver su ropa. Tenía una especie de túnica azul con hermosas flores bordadas, sus brazos estaban cubiertos de telas, tapando cicatrices que en su momento había preferido ignorar.
Claro, por eso amaba utilizar ropa que la cubriera lo más posible. Ahora comprendía el porqué del uso de la ropa ancha. No era sólo porque se le había más cómodo, sino porque tapaban partes de su cuerpo que prefería ignorar, como cicatrices en los brazos, el estómago, la pierna y el hombro. Cada una de ellas contaba una historia diferente; Algunas narraban intentos de escapes fallidos y otros simple tortura.
La castaña suspiró y dejó de ver su vestimenta, notando que en realidad ya no estaba en un pebellon médico como la ultima vez que había estado consciente, sino que se encontraba en una hermosa choza con el piso cubierto de pasto e incienso nublando el ambiente.
Clover suspiró y con lentitud comenzó a ponerse de pie, sintiendo como sus pies descalzos se amoldaban a la tierra. Caminó hacia la entrada de la choza y entrecerró los ojos ante la cantidad de luz solar que la iluminaba.
—Bienvenida, señorita Clover Blackwood —dijo amablemente la voz de una mujer.
El ceño de la ingeniera se frunció y cuando giró su rostro para ver quién le hablaba, se encontró con el conocido rostro de Shuri, hermana del rey T'Challa y genia en el arte de la invención.
—Gracias —murmuró la castaña pasando sus manos por su cabello. Estaba mucho más sedoso que las veces anteriores—. ¿Eh...?
—Supongo que tienes muchas dudas —dijo la mujer, comenzando a caminar hacia el hermoso lago que estaba al lado de las chozas—. Sí, debes tenerlas si es tan curiosa como yo.
