La fuerza de una leona

575 68 23
                                    

N/A: Gracias y miles de gracias por los comentarios e incluso los gritos indignados. Ahora tengo más ganas de continuar. 

....

Un par de días después Hermione regresó al Ministerio.

Tenía una reunión con Morgan, a quien había dado largas desde que Draco despertó. No se sentía capaz de lidiar con nadie más, de escuchar las lamentaciones, los lo siento, las miradas de lástima o los abrazos de consuelo.

Pese a todo, se sentía con más entereza. Los últimos dos días y el escrito de su historia habían sido catárticos. Había visto películas, comido helado y escrito a Pansy y a Ginny. Pero al final se había dado cuenta de lo importante que era recuperar el control de su vida.

Respondió una de las misivas que había recibido del Inefable y concertó una reunión en su despacho esa misma mañana.

Cuanto antes empezara con su rutina y su día a día antes conseguiría aprender a vivir con ese dolor. Sabía que le costaría mucho esfuerzo y tiempo superar todo eso, pero al menos debía lidiar con ello de la mejor manera posible.

Morgan fue puntual, llamó a la puerta y se asomó con cautela.

—¿Se puede?

Hermione sonrió

—Claro, pasa y siéntate.

Él lo hizo, acomodándose en la silla, sin dejar de mirarla con sus profundos ojos oscuros.

—No voy a preguntarte como estás —dijo de pronto —porque es obvio que mal.

—Vaya, me siento halagada, supongo que mi aspecto debe ser terrible —respondió con un ligero toque de sarcasmo.

Morgan compuso una mueca similar a una sonrisa.

—No, estás tan bonita como siempre —replicó él haciéndola callar por el inesperado piropo.

—Hmmm gracias

—Son tus ojos —añadió él — el brillo de tus ojos ha desaparecido, como si te hubieran robado la alegría.

Ella suspiró.

—Supongo que me siento un poco así, como si un dementor estuviera pululando a mi alrededor a cada momento del día.

—Pasará —dijo él

—¿Cómo lo sabes? —no pudo evitar preguntar Hermione —se siente como si el dolor jamás fuera a desaparecer.

—Seguramente no lo haga, pero pasará, se hará menos doloroso con el tiempo hasta que quede un ligero malestar permanente, pero no dolerá tanto como antes.

—¿A quién perdiste Morgan? —preguntó antes de poder contener sus palabras —perdón —añadió rápidamente —no debí preguntar algo tan personal.

—Irónico —dijo con una seca carcajada —yo estoy hablando de tu vida personal, supongo que es normal que preguntes sobre la mía. A mi prometida —respondió al cabo de unos minutos.

Hermione levantó el rostro contemplándole con incredulidad.

—Oh Dios mío ¿Qué le pasó?

—Mortífagos. En el Ministerio.

Hermione cerró los ojos y sacudió la cabeza.

—Lo siento mucho, Morgan.

—Sí, yo también —elevó el labio superior en una sonrisa torcida —sigue doliendo, pero supongo que no tanto.

—Por eso estabas en ese bar muggle ¿No?

—A veces necesito olvidar por un rato —murmuró —a veces el dolor de la ausencia es tan fuerte como el primer día, por suerte, el resto del tiempo he aprendido a vivir con la pérdida. Como harás tú.

UtopíaWhere stories live. Discover now