Llamada 89

1.7K 236 51
                                    

—Naoto, café.

—No soy tu esclavo —respondió Naoto, mientras sacaba una taza de la despensa.

Tras decir eso, Nao-chan le sirvió café a Kazutora.

—¿Te crees narrador? —le preguntó, sacando otra taza para él.

—Solo un poco. —Se recostó en su cama mientras observaba a su compañero. Su mente divagaba en los acontecimientos de los últimos días.

Hanemiya Kazutora, un chico con finas facciones, de hebras oscuras con algunos mechones rubios y ojos color amarillos. Era un violinista prodigioso, con un reconocimiento mundial gracias a su increíble talento, creaba arte con su habilidad y agudeza de genio, era algo nato que seguía perfeccionando con el pasar del tiempo, pero había un problema en su vida que aún no podía solucionar.

Desde hace algunos años existía ese algo, que lo hacía sentir vacío y que no podía identificar. Pero luego de regresar a Tokio, y reencontrarse con cierta persona, aquel vacío cobró sentido.

Ese hecho no lo considera casualidad, sino el destino.

—Kazutora-kun, estás demasiado distraído, a mí no me puedes engañar. —Naoto lo miró de reojo mientras servía lo solicitado.

Hanemiya no le respondió al momento, tomó su almohada y luego de un gran bostezo, se escondió en ella. Restregó su rostro en la suave funda, que a simple vista, podrías comparar su actitud perezosa con la de un gato.

—Me encontré con él —susurró muy bajo, con la intención de no ser escuchado por el menor.

—¿Qué dijiste?

—Nada, nada. No olvides el azúcar.

Naoto frunció el ceño con evidente molestia, pero sin medir palabra, se levantó de su lugar y fue por el frasco del azúcar.

—Hoy tengo un concierto en Shinjuku y tengo una invitación VIP esperando ser usada por ti~

—No creo que pueda ir. Tengo un caso en espera en la comisaría.

—¿Ah? ¡No es opción, debes ir! —exclamó Kazutora asomando su cabeza, mostrando su indignación.— Tendrás un asiento en la primera fila y así veras mi hermoso perfil con facilidad~

—Ajá, como digas, podré ir a la próxi...

—Nao-chan, necesito que vayas, ¿Quién me hará barra si no estás? —Kazutora hizo un mohín, intentando verse tierno y convencer a su aburrido amigo en aceptar su invitación, otra vez.

El menor de los Tachibana, suspiró derrotado, no podía decirle que no a aquella mirada astuta suya. Además, el simple hecho de que Kazutora necesitara su presencia con tanta insistencia, a pesar de que casi siempre asistía a sus presentaciones, le hacía sentir especial.

Al obtener una afirmación vaga de su mejor amigo, la sonrisa de Kazutora se asomó estando sumamente complacido.

—Ahora que tengo tu presencia asegurada, ayúdame a invitar a otra persona.

El sentimiento burbujeante que invadía a Naoto se esfumó, y bufó irónico ante su pensamiento anterior.

—¿No qué no tendrías a nadie si no iba? Eres un mentiroso. —Como respuesta a sus palabras, recibió una mueca dramática, y el azabache rodó los ojos divertido.

Después de extenderle la taza de café a Kazutora, se sentó tranquilamente en el suelo mientras degustaba de su propio café.

—¿Y bien? ¿A quién quieres invitar?

El semblante del violinista se iluminó, cosa que llamó la atención de Naoto aún más, y con suma curiosidad pisándole los talones, guardó silencio, esperando la respuesta deseada.

La imagen de un chico azabache con orbes oscuros, mirándole con sorpresa, se infiltró en la mente de Kazutora sin previo aviso. Y ante ello, sus ánimos subieron hasta las nubes.

—A mi ex.

Naoto escupió inevitablemente lo que fue antes un capuchino casero. Pobre de él, porque ahora debe limpiar su desastre.

 Pobre de él, porque ahora debe limpiar su desastre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Llamada Entrante | MiTakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora