#7;; El joven elegante y la dama de colores.

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No queremos hacerlo.

-Por favor... Por favor no me obligues, no ¡Quiero hacerlo!

Sollozos, cascada de lágrimas deslizándose por su rostro blanco, humedeciendo su vestido, la dama de colores, Paige, apenas podía respirar.

-Deberas hacerlos, no hay salida aquí.

Voz profunda. Este monstruo la tenía encerrada a ella y a su compañero, obligandolos a ser participes de algo terrible.

-¡Bestia sin alma! -grito el de abrigo oscuro -¡¿Cómo te atreves a alejar a ese niño de su familia!?

-Ellos no son nada de él.

-¡No me harás hacerles daño!

-Aceptaron este trabajo, ahora tendrán que terminarlo.

Gruñido, mirada fugaz y un pesado silencio.

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Cabello colorido.

El sol ardiente de las 12 del día, ponía de mal humor a cualquiera, a cualquiera menos a ella.

Una bella señorita que caminaba por la calle.
Paige, está chica de baja estatura y un lindo vestido estampado que ella misma caracterizó a su gusto con todo tipo de cosas como nubes, arcoíris, árboles. Luciendo el estilo sin importar las miradas curiosas y algunas juzgonas que pudiera atraer, además no era lo más exótico de su apariencia, el cabello rebelde y de colores extravagantes que resaltaba a metros, era lo más vistoso de todo, ella no se andaba con cosas simples, eso era seguro. Pero no era todo, irradiaba siempre con una gran sonrisa, contagiando incluso a extraños por la calle, amaba sonreír y mostrarlo al mundo.

Bien pues, está jovencita iba de camino a visitar a un conocido, yendo siempre por la trayectoria más larga no con la intención de llegar tarde si no de ir echando ojo a cada cosa que pasaba, ella era muy curiosa y demás decir que muy creativa, cada idea que salia de su mente así fuera lo mas simple, la deformaba creando algo irreal e imaginativo y para no olvidarse de ello lo plasmaba en una libreta de hojas blancas utilizando colores, marcadores, lápices, gises, contal de que hicieran algún tipo de rayón lo usaría sin problema, toda una artista.
Tanto en apariencia como imaginación, incluso su personalidad de latente positivismo y amabilidad, de nuevo, sonriendo todo el tiempo, gritando, riendo y jugando cuál niña pequeña, siempre aumentando el ánimo mejorando la situación con su alegría, aunque a veces le saliera mal.

Ah, volviendo al presente. La dama tenía una reunión con un conocido de hace varios años, con esta persona solía salir a pasear por el centro o lugares al azar, solo caminar y platicar, a veces se reunían con otros amigos más pero casi siempre solían ser solo ellos dos, pero ¿Quién se supone que era? Hay que adelantarnos un poco, su nombre era Tony.

"¿Cuántas hormigas se necesitan para cargar un cadáver, ¡Quizás Tony lo sepa!"

Estaba realmente ansiosa por llegar a su respectivo punto de encuentro que era un parque cercano.
Llegado a un cruce, se detuvo esperando que el semáforo le indicará cuando podía pasar. Daba pequeños saltitos en su lugar, bastante inquieta.

"Podemos ir al museo, al acuario, o también-"

Sus pensamientos fueron interrumpidos, un empujón por detrás la hizo irse hacia adelante saliendo de la banqueta; de inmediato y con miedo retrocedió rápidamente hacia atrás antes de que un carro la fuera a arroyar, enojada se giro para ver quién había sido la persona tan descortés, pero, no encontró a nadie, o eso creyó.

📆 Las Cartas No Cambian. One-Shots, Don't Hug Me I'm Scared 📆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora