Capítulo 13: El Príncipe Ha Llegado

1.1K 146 7
                                    

Cuando quise darme cuenta habían pasado dos meses desde que residía en el palacio imperial.

A diferencia de en un inicio las cosas con Sovieshu iban muy tranquilas, lo que me ha permitido relajarme y tener mi mente más fresca y centrada para seguir planificando mis siguientes movimientos.

El grito de Darta me hizo reaccionar a tiempo, logrando esquivar la hoja de su espada por muy poco, tropezando con mis propios pies y teniendo que retroceder para evitar caer y marcar distancia.

- Estás muy distraída. - me regañó. - No puedes distraerte en medio de un combate. Nada más puede nublar tu mente. Una distracción podría ser la diferencia entre la vida y la muerte, ¡Nunca lo olvides! ¡NUNCA!

Una sensación agria se asentó en la boca de mi estómago.

No sabía nada del pasado de Darta más allá de lo poco que me revelaba durante nuestras pláticas y sobre de lo poco que podía guiarme de la novela ahora que los acontecimientos eran diferentes, ¿Cómo es que terminó siendo un integrante de Los Caballeros Transnacionales? ¿Su padre adoptivo estaría muerto? ¿Cuáles fueran las circunstancias en las que Lord Farkas la reclutó? ¿Qué tanto tuvo soportar?

Lo que sea que haya pasado con la vida preestablecida de Darta se vio interrumpida desde mucho antes que yo reencarnara en Rashta. No tuve nada que ver en eso. No obstante, por alguna razón, algo dentro mío me decía que estaba relacionada de alguna forma, aunque no entendía por qué.

Jadeé un poco tratando de recomponerme, tosiendo debido a la agitación, sintiendo mis piernas temblar del cansancio.

Pasaron unos segundos de silencio hasta que Darta dejó escapar un suspiro.

- Es todo por hoy. - indicó devolviendo su espada a su funda.

Exhausta, bajé mi propia espada y avancé hasta uno de los sofás para derrumbarme de manera miserable. A mis espaldas escuché la risa burlona de Darta. Si bien me hizo sentir disgustada, era mejor que escuchar esa angustia enmascarada con rabia en su voz cuando me regañó.

- Pero debo admitir que has mejorado. - admitió tomando asiento a mi lado, dándome un par de palmaditas. La miré por el rabillo del ojo con el ceño fruncido y ella apartó su mano. - ¡Esa es la actitud! ¡Solo no me vayas a morder!

Su risa era demasiado contagiosa para seguir enojada por demasiado tiempo.

Me acomodé sobre el sofá para poder sentarme de manera adecuada y miré la espada en mis manos. A diferencia del resto de espadas que vi hasta ahora esta era ligera y liviana, pensada para coincidir con mi constitución física, para poder maniobrarla sin dificultades.

- Yo no he notado mejoras. - respondí apretando la empuñadura de mi espada con algo de frustración. - Me canso demasiado rápido. A penas puedo responder a tus ataques.

- No puedes pedir perfección con solo un mes de entrenamiento. No te exijas demasiado. Soy la comandante de una división de Caballeros Transnacionales, ¡Tengo un nivel superior a cualquiera! Es obvio que tendrías dificultades para responder a mis ataques.

Pese a su explicación dejé caer mi cabeza.

- Oye, no te deprimas. - me codeó. - ¡Alégrate! ¡Se acerca el Baile de Año Nuevo!

- Banquete de Año Nuevo. - la corregí.

- Si se baila entonces es un baile. - me refutó muy segura de sus palabras.

No pude evitar reír por lo bajo. De repente, la curiosidad me invadió y tuve que darme la vuelta para mirarla. - ¿Usarás tu armadura o un vestido?

- ¡Es un baile! ¡Por supuesto que iré con vestido! - afirmó llena de entusiasmo. - No creo lucirme tanto como tú. Te vi en tu fiesta de debutante y parecías un ángel. - una sonrisa maliciosa se escapó de sus labios. - Si supieran que eres un ángel caído.

¡¿Soy Rashta?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora