𝙀𝙋𝙄𝙇𝙊𝙂𝙊

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— Todos de pie por favor, el jurado va a deliberar — pidió un hombre vestido de traje a las personas dentro del salón jurídico.

El anciano se acomodó los lentes, acomodó los papeles en sus manos y fue leyendo uno a uno. Revisando cuidadosamente cada párrafo escrito, causando una tensión grande entre la familia de la acusada y la familia del demandante.

— Park YoungMi, de pie por favor.

La mujer a pesar de la gravedad en que estaba metida pues uno de sus subordinados fue descubierto en el acto y apresado, dijo en medio de la interrogación con el oficial que sólo hizo su trabajo.

Y la delató.

— Estúpido mediocre — murmuró entre dientes tras recordar. Pero no bajo la cabeza ni su postura, su orgullo era tan grande que ni por más que tuviera tantas miradas de sorpresa, rencorosas e incluso de odio, nunca la bajarían de su ego.

Jamás.

— Nosotros encontramos a la señora Park YoungMi...— miró a la mujer a los ojos y después a ese hombre que lo miraba suplicante pero firme, esperando su respuesta y así se dijo — culpable, y es condenada a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional por cubrir acciones ilegales como la trata de personas, venta de narcóticos fuera y dentro del país, encubrir presuntos sospechosos de la mafia y la muerte de la señorita Park Anne— azotó el martillo cuando las personas a favor de la mujer se alteraron. — se cierra sesión.

Park Minsung tuvo un respiro después de escuchar al juez.

Vio cómo llevaban a esa mujer, a la persona que le dio una vida infernal como afectiva en su momento, cómo era tomada y guiada por dos policías afuera esposada. Se odió a si mismo porque estuvo tan desesperado con encontrar al mejor médico para curar a su verdadera esposa que nunca notó que la dejaba en manos de quién se encargaba de quitarle poco a poco la chispa de su vida.

Pero ahora todo terminó, obtuvo justicia.

Y sin embargo, eso todavía no recompensa lo herido que dejó a su único hijo por su falta de presencia.

— Ojalá, algún día, logres perdonarme.

En caso de que no, lo entendería. Era tarde.

Jay ya no era un niño, podía estar y no ahora con él si lo quería, y el único acto de amor que podía hacer como su padre era eso. Ser un desconocido para su hijo si así él lo quería.

Debía vivir con las consecuencias.

— Al menos sé que estarás bien — observó la enorme foto en lo alto de esa pantalla. A su hijo siendo feliz con la persona que lo estaba acompañando en su vida en adelante.

El papeleo para poner tras las rejas a YoungMi fue tan largo que ciertamente dejó varias emociones encontradas, tanto entre las personas quienes la admiraban como su propia familia.

Lástima que, ahora nadie iba a verla del mismo modo. El plantel donde la habían ubicado para cumplir su sentencia fue brutalmente atacado por un incendio que consumió casi todo el lugar, muy pocos oficiales y prisioneros lograron salvar sus vidas. Para YoungMi no corrió la misma suerte.

Por eso todo terminó realmente hace unos días. Ya no iba a saber nada de ella y aunque perdió su vida, no se siente mal por sentir paz con esta noticia.

Él y su familia ahora viven en paz.

Las sorpresas siguieron llegando una a una.

Minsung se sorprendió al oír el compromiso entre su hijo que no veía desde hace mucho tiempo y ese muchacho peliazul a quien tampoco veía desde la graduación universitaria pero en su efímero momento de interacción le dijo una cosa que pudo darle una mínima esperanza.

𝘾𝙐𝙋𝙄𝘿𝙊 𝙎𝙏𝘼𝙇𝙆𝙀𝙍 // 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Where stories live. Discover now