1- Demasiadas Voces

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Desperté por las campanadas de las cinco de la mañana.

Como siempre, los múltiples ruidos provocaron que me aturdiera y que me doliera la cabeza.

Escuché a los pueblerinos despertar para hacer sus labores.

Escuché los pasos de mi tía Julieta en la cocina, seguramente iba preparar el desayuno.

Escuche a Mirabel despertar para alistarse e ir a despertar a los demás.

Escuché a Casita saludando a Mirabel.

Escuché a mi tío Bruno despertar por el olor que provenía de la cocina debido a qué mi tía estaba haciendo el desayuno.

Escuché a las ratas del tío Bruno salir de su escondite para buscar algunas arepas.

Lo escuché todo.

Mirabel dio tres suaves golpes en mi puerta, así qué me levanté.

Me arreglé, me peiné, me puse mi lazo rojo favorito y salí.

Bajé las escaleras y vi a mi hermano Camilo cargando a Antonio, mi hermanito de cuatro años, quien aún estaba medio dormido.

Al día siguiente era su quinto cumpleaños, y el día en el qué recibiría su don. 

Sinceramente, me preocupaba un poco, pues no quería que recibiera un don como el mío, pero tampoco quería que no recibiera un don.

Verán, Mirabel no manifestó un don a los cinco años, y la abuela no la trataba muy bien desde entonces.

Me gustaría que recibiera un don que realmente le guste y que no lo haga sufrir...

-¿Dolores?- Escuché una voz a mi derecha qué me saco de mis pensamientos.

-¿Sí, Camilo?- Le pregunté a mi hermano.

-¿Estás bien? Te vi algo pensativa- Me dijo él.

-Sí, sí estoy bien, solo estoy algo preocupada por Antonio, ¿Qué tal si no recibe un don, o si recibe un don qué no le gusta?- Murmuré preocupada en voz baja, puede qué Antonio estuviera dormido, pero estaba a mi lado.

-Bueno, hay qué ser positivos, todo saldrá bien y a Toñito le gustará su don, ¿bien?- Afirmó mi hermano, tranquilizándome un poco.

-Bien- Acepté y le regale una suave sonrisa.

-¡Familia, a desayunar!- Llamó la abuela en la mesa.

Todos fuimos a la mesa y empezamos a desayunar.

Terminamos de desayunar y estábamos por ir a hacer nuestras labores, pero antes la abuela nos interrumpió.

-Familia, tengo un anuncio que hacer- Comenzó la abuela.

-Hablé con los Guzmán, y hemos decidido que Isabela y Mariano se comprometerán- Siguió ella, y sentí qué mi corazón se rompía en pedazos.

Yo lo amaba, él era mi sol, mi luna, mi cielo, mis estrellas, mis nubes.

Él era mi todo.

Sufrí mucho cuando él e Isabela formaron una relación, pero ahora era peor, pues estaban por comprometerse y luego casarse, por lo qué mis ojos se pusieron cristalinos.

Isabela se ahogó con el agua que estaba bebiendo, ella en un principio no quería formar un relación con él, pero se vio obligada a hacerlo por la abuela, y las dos tuvimos qué soportarlo debido a la abuela, pero jamás creyó que la comprometerían, así que eso fue como un golpe en el pecho para ambas.

-¡Oh, que bueno! ¿Y cuando será?- Exclamó Isabela, con una sonrisa falsa qué intentaba ocultar su disgusto.

-Aún no tenemos fecha, pero será muy pronto- Aclaró la abuela

-Bueno, el día de hoy harán las mismas tareas, ¡La familia Madrigal!- Coreó la abuela.

-¡La familia Madrigal!- Exclamamos todos en coro, y nos levantamos de la mesa.

Salimos al pueblo y empezamos con nuestras labores.

Y lo de siempre, Camilo transformándose en personas, Luisa cargando cosas, tía Julieta cocinando, Isabela haciendo arreglos florales, mamá regando los cultivos, papá calmando a mamá, tío Agustín huyendo de las abejas, abuela supervisando todo, tío Bruno hablando con sus ratas, Mirabel cosiendo un vestido, Antonio jugando con sus amigos, y yo escuchando todo, en fin, nada nuevo.

-¡Hola Dolores!- Escuché una suave voz qué me saco de mis pensamientos, sonreí disimuladamente al reconocerlo.

-¡Hola, Mariano!- Saludé con una pequeña sonrisa.

-¿No has visto a Isabela? Mi mamá me dijo que le gustarían unas rosas en el balcón y bueno, quisiera saludar a mi futura prometida- Rio él.

Mi sonrisa tembló un poco, pero la mantuve.

-Está en la casa de los Villega, decorando su puerta- Mencioné, respondiendo su pregunta.

-¡Gracias, Dolores!- Agradeció para ir a la casa de los Villega.

-¡De nada!- Me despedí, e inconscientemente derramé algunas lágrimas, y como cada vez que me ponía triste, el ruido aumentó.

Y como cada vez qué me ponía triste, lo único qué existía para mi en ese momento eran voces, demasiadas voces.

Nota

¡Hola de nuevo!

¿Qué tal todo?

Yo estoy bastante bien.

Bueno, ¿Qué les parece?

Olvidé mencionar qué en este Au habrá un cambio, y en cada capítulo hablaremos de los distintos personajes y de sus problemas.

Y otra cosa, en este Au los dones y las habitaciones de los personajes reaccionan a sus emociones, por ejemplo si Luisa estuviera triste, perdería fuerza.

Perdón por no actualizar, es que entre la tarea, las exposiciones, los examenes y el taekwondo se me aglomera todo y no me da tiempo de publicar, y el domingo fue el cumpleaños de mi mamá, así que estuve más ocupada, de nuevo, perdón.

¡Gracias por leer!


Me despido, se les quiere.

Voces- Dolores MadrigalWhere stories live. Discover now