14- Añicos

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Los Guzmán se sentaron en la mesa para platicar un rato, la comida estaba servida, toda la familia estaba reunida, discutían sobre cosas absurdas, conversaban sobre diversos temas, o sólo se dedicaban a comer con una sonrisa. 

Todo estaba listo.

Todo estaba listo para destruir mis sueños.

Todo estaba listo para acabar con las esperanzas de Isabela.

Mi abuela hablaba alegremente con la señora Guzmán, mientras mis primas, mi hermano y yo compartíamos una mirada asustada, en especial Isabela y yo. Isa y yo estábamos frente a frente, a mi lado estaba Camilo frente a Mirabel, y luego estaban mi tío Agustín y Antonio, con Luisa en la encabeza.

Mi mirada estaba fija en la copa, hiperventilando con el mayor disimulo posible, mientras mis ojos se anegaban en lágrimas. Mis oídos dolían cada vez más, quería evitarlo, detenerlo, callarlo todo, pero no podía hacer nada. Sentí cómo algo ataba mis pies bajo la mesa, así que dirigí mi mirada hacia abajo, encontrando unas raíces que cada vez se veían más débiles y perdían fuerzas; se estaban marchitando. Isabela susurró un muy bajo "lo siento" mientras intentaba apartar las raíces.

Un rato después, luego de haber comido la cena, la abuela indicó el inicio de la fatídica ceremonia en la que mi vida y la vida de Isabela se derrumbarían por completo, sin posibilidad de retorno.

-Antes de comenzar, ya que todo el mundo aquí tiene un talento, mi Mariano quisiera comenzar una canción- La mamá de Mariano colocó una mano sobre el hombre de su hijo en señal de apoyo, y Mariano sonrío ante el contacto. -¡Luisa! ¿Podrías traer el piano, por favor?

La mencionada sólo se levantó con una sonrisa en labios, yendo a buscar el piano, y mientras tanto, Isabela y Mariano iniciaron una conversación sobre distintos temas referentes a la boda, ignorando el hecho de que aún no estaban comprometidos.

Supe que algo no estaba bien de inmediato al escuchar los jadeos de Luisa, y el simple hecho de que se había tardado muchísimo. Otra prueba es que ella llegó arrastrando el piano, no cargándolo cómo de costumbre. Y su mueca denotaba dificultad. La observé con las cejas alzadas, a lo que ella susurró un muy bajo: -Creo que he perdido mi don.

No supe que decir, simplemente el ruido se triplicó, retumbando con fuerza contra mis tímpanos, para luego rebotar contra las paredes de mi cabeza. Ella se sentó con una respiración pesada, mientras su frente se perlaba en sudor.

Mariano cargó su silla hacia el piano y llamó nuestra atención golpeando un cubierto contra una copa vacía. Él dio una suave sonrisa, mirando fijamente a Isabela, quién correspondía la sonrisa lo mejor posible. -Ésta canción la compuse yo mismo. Va dedicada a ti, linda Isa.

Y empezó a cantar, todo lo que decía hacía que se volviera casi imposible el contenerme, sentía que estaba apunto de derrumbarme allí mismo. Mordí mi labio inferior con tanta fuerza que se reventó, con sangre empezando a salir de él, así que bebí un poco de vino para intentar disimularlo.

Mis lágrimas eran cada vez más difíciles de retener, mi respiración era errática, sin seguir un orden, mis inhalaciones eran cortas y mis exhalaciones eran largas, y viceversa.

Me ardía terriblemente el pecho, mi garganta estaba anudada, impidiendo la articulación de palabra alguna, produciendo aun más ardor y más dificultad en mis respiraciones. No era capaz de soportarlo, el ruido se había vuelto insoportable, y sin poder evitarlo, derramé unas cuántas lágrimas, así que mantuve la cabeza gacha y limpié disimuladamente las lágrimas con el dorso de mi mano.

¿Porqué esas palabras no podían ser dedicadas a mí?

¿Porqué esas palabras eran dedicadas a alguien que no lo amaba?

Voces- Dolores MadrigalWhere stories live. Discover now