13- Propuesta

27 2 0
                                    

-¡Miren!- Llamé en voz alta. Mis primas y hermano me observaron, sólo para encontrar un trozo de esmeralda en mi mano, que yo veía con sorpresa. Se acercaron rápidamente a dónde yo estaba y observaron el pedazo de visión que yacía en mi mano izquierda.

-¡Esa es la visión!- Dijo Luisa, de inmediato empezó a buscar algún otro pedazo de visión, encontrándolo fácilmente y se acercó a él, excavó un poco en la arena hasta que logró sacarlo; encajaba muy bien con el pedazo de visión que sostenía yo.

Y así buscamos más trozos de visión, encontrándolos rápidamente. Otro de los trozos de visión encajaba con los otros dos, así que los unimos, y nos encontramos con la silueta de Mirabel.

-¿Yo?- Susurró intrigada la menor del grupo, tomando con sus manos la visión. Mis oídos captaron la caída de la arena y el estruendo de grietas. No, grietas no, de nuevo no... 

-¡La cueva se está derrumbando!- Alerté en pánico, mis pupilas dilatadas y mis manos agitándose. 

Buscamos todos los pedazos de visión restantes, y nos apegamos a la puerta, golpeándola con fuerza mientras la habitación se llenaba de arena. Logramos salir, y quedamos justo al lado del barranco. Isabela hizo una cama de flores que nos ayudó a bajar. Salimos de la torre y corrimos hasta el cuarto de Mirabel, pero la abuela nos interrumpió a mitad de camino.

-¿A dónde van con tanta prisa? ¿Y de dónde vienen?- Inquirió mi abuela, interrumpiendo nuestro escape.

-¡Oh! Estábamos...

-Mirabel, ¿Qué tienes en el cabello?

Mirabel limpió rápidamente la arena de sus rizos con una mano.

-No tengo tiempo para esto. Dolores, ¿Sabes cuando vendrán los Guzmán?

Ladeé mi cabeza para poder escuchar, y me concentré en la voz de la señora Guzmán. Intenté esconder mi tristeza al escuchar que la propuesta de matrimonio sería esa noche. -Está noche... Quiere cinco bebés- Esbocé una tenue sonrisa pícara al notar como algunas flores brotaban de la cabeza de mi prima ante la pequeña broma que le jugué.

-¡Estupendo! Un joven tan guapo con nuestra perfecta Isabela- Celebró mi abuela haciendo hincapié en la palabra "Perfecta", ella quitó la única flor blanca de entre el montón de flores rosadas. -Nos darán otra generación de bendiciones mágicas.-

Isabela me lanzó una mirada de preocupación, a lo que yo respondí con una sonrisa suave y un alzamiento de cejas, y ella sólo asintió levemente con la cabeza. Conversación telepática entre primas, ¿Qué puedo decir?

Un nudo se formó en mi vientre al pensar en Mariano arrodillado frente a Isabela, sosteniendo un anillo, y a ella con los ojos anegados en lágrimas y una sonrisa fingida, aceptando la propuesta de una forma temblorosa. No quería que mi prima tuviera que pasar por eso, no quería verla sufrir de esa manera, pero no podía hacer nada para ayudarla, sólo podía resignarme.

-Ya está anocheciendo, ya debería ir a buscar a los Guzmán. Por favor, lo que sea que estén haciendo, deténganlo ahora- Ella nos otorgó una mirada desafiante acompañada de esa voz suave pero autoritaria, cosa que me causó escalofríos.

Una vez ella se fue, salimos corriendo hacia la habitación de Mirabel, en dónde colocamos los trozos de visión sobre una mesa. -¿Porqué estoy en tu visión, tío Bruno?- Inquirió Mirabel al aire con el ceño fruncido, pero fuimos interrumpidos por mi madre, quién irrumpió en la habitación con una nube oscura que cernía sobre su cabeza.

-¡Lo siento! No quería asustarlos, sólo...- Y echó la nube de la habitación. Nosotros nos colocamos justo en frente de la visión, ocultándola con sonrisas nerviosas en nuestros labios. -Venía por la cosas de Toñito que quedaron aquí y... Escuché el nombre que no se menciona...- 

-Tía Pepa, ¿Qué pasaría si el tí...? Si él tuviera una visión sobre una persona, ¿Qué significaría?- Indagó Mirabel ansiosa, tenía miedo de que fuera algo malo, mi sonrisa tambaleaba cada vez más, de pronto, cada uno de los ruidos que escuchaba empezó a retumbar con más fuerza contra mi cabeza por culpa de mi nerviosismo.

-Aquí no se habla de Bruno.

-Lo sé, sólo es hipotético. Si el tuviera una visión sobre una persona, ¿Sería algo malo?

-¡Era una pesadilla!- Exclamó mi padre con dramatismo, azotando la puerta al entrar.

-¡Félix!- Reprochó mi mamá levantándose del suelo de golpe.

-Ellos tienen que saberlo, Pepi. Es necesario- Justificó mi papá acercándose a nosotros velozmente. -Siempre tenía visiones sobre los demás, y luego... ¡Pra, tri, tri, tricki, pra, boom! Se cumplían.

-¡Qué aquí no se habla de Bruno!

-¿Y sí sólo no entendían lo qué veía?

-Entonces más vale que lo entendieras porqué iba a pasarte muy pronto.

-¡No se habla de Bruno!- Reclamó mi madre nuevamente. -¡Él arruinó mi boda! Dijo: "Veo que pronto lloverá" ¡Y luego hubo un huracán!

-Fue un día feliz, pero es verdad.

-¡No se habla de Bruno!- Sentenciaron mis padres al unísono.

Mis primas, Camilo y yo compartimos una mirada de complicidad, dispuestos a contar nuestras experiencias... Y quizás exagerar un poco.

-Era aterrador verlo balbuceando y tropezando, siempre lo recuerdo murmurando y farfullando, su sonido era como la arena al resbalar. Su don era bastante raro, solía dejarnos a todos temblando, enfrentando profecías sin interpretar, ¿Quieres tú intentar?- Tarareé con una sonrisa, probablemente mi tío me había escuchado, tendría que disculparme luego.

-¡Había terror en su faz! ¡Siempre llevaba ratas en su espalda! ¡Si el decía tu nombre no había marcha atrás! ¡Se alimentaba de tus gritos mientras temblabas al despertar!- Contuve una risotada y le di un suave codazo a mi elocuente hermano.

-Yo no recuerdo mucho, solo sé que normalmente tenía profecías un tanto... Extrañas, y se cumplían cada vez- Dijo Luisa.

-Él vio en mi un destino gentil, una vida de ensueños vendrá- Cantó Isabela con una sonrisa fingida. - Dijo que el poder de mi don maduraría como uvas.

Sentí como esa sonrisa que había trazado en mi rostro vacilaba ligeramente, pero debía decirlo. Estábamos hablando de sus profecías, de todas sus profecías.

-... Él vio en mí un amor imposible, pactado en lazos con otra- Desvié la mirada al notar la confusión de mis padres, Luisa y Camilo.

-Oh, Bruno. Ya digan lo que sepan de Bruno, ¡Denme la pura verdad de Bruno!

-Isabela, Mariano llegó-Susurré aterrada, sintiendo la mirada de pánico que Isabela me lanzaba.

-¡A la mesa!

Una vez mis padres salieron, guardamos rápidamente la visión en el bolso de Mirabel, bajamos a un ritmo apresurado; la mesa estuvo lista en un abrir y cerrar de ojos, así que los Guzmán llegaron y encontraron una linda mesa y decoraciones florales en las columnas.

Isabela y yo compartimos una mirada ansiosa.

Y nos dispusimos a enfrentar esa propuesta.

Nota

¡Hola!

¿Cómo están?

Yo muy bien.

Actualización tardía, lo sé. Voy a corregir los errores que tenga éste capítulo mañana.

Bueno, sin más que decir, me despido, sale bay.

¡Gracias por leer!

Me despido, se les ama.



Voces- Dolores MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora