2-Soleado

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Cubrí desesperadamente mis oídos, intentando minimizar aunque fuera un poco todo el ruido.

Apreté los parpados y respiré profundo, quizás relajarme y pensar en cosas bonitas me ayudaría a disminuir el alboroto y aclarar mis ideas.

Una vez me calmé y todo volvió a la normalidad, pude pensar correctamente, puede saber qué era lo qué sentía.

Y, mientras asimilaba qué era lo qué había sucedido, alguien me saco del mar de pensamientos en el que estaba.

-¿Lolita, estás bien?- Me llamó una voz bastante suave, acompañada de una ligera llovizna, era mi mamá.

Desde qué recibí mi don, amaba la lluvia, pues era un sonido muy relajante.

Siempre qué no podía dormir, o qué me dolian los oídos, mamá hacia llover, y eso me ayudaba a dormir y a calmar el dolor de oídos...

-¿Hija?- Llamó ella nuevamente, sonaba preocupada, y fue cuando recordé qué estaba allí.

-¿Ah?- Dije por reflejo- ¡Oh, hola ma'!- Dije también por reflejo, pues el repentino llamado me había desconcertado.

-¿Te sientes bien?- Volvió a preguntar, y lo qué antes era una ligera llovizna, se convirtió en una fuerte lluvia- Soleado, soleado, soleado- Musitó, repitiendo su mantra.

-Si, claro, ¿Por?- Le respondí, mintiendo un poco, pues no estaba tan bien qué digamos.

-Te vi cubriéndote los oídos, y parecías triste- Comentó con preocupación, y volvió la lluvia- Soleado, soleado... ¡Soleado!- Repitió con desesperación.

Desde qué tengo memoria, mi mamá ha sido una persona muy nerviosa y explosiva, pero jamás ha podido expresarse, pues con un solo sentimiento negativo podría causar incluso un ciclón.

Siempre está nerviosa, siempre repite su mantra, eso es un ciclo constante.

Y sí llegara a sentirse mal, triste, nerviosa, asustada, ansiosa o enojada, además del terrible clima que habría, la abuela la regañaría.

-Bueno, es qué había mucho alboroto, y estaba triste porqué me dolían los oídos- Aclaré lo más tranquila posible.

-De acuerdo... Cualquier cosa me avisas, ¿Sí?- Afirmó cariñosamente ella, con una nube gris- Soleado, qué el sol salga...Qué salga ya...

-Sí, ma'- Acepté con una sonrisa, y ella me dio un beso en la frente.

-¡Pepa! ¡La nube!- Refutó la abuela desde la distancia.

-¡Ya sé mamá!- Le gritó a la abuela- Soleado, soleado, soleado...

-Adiós hijita- Se despidió y fue en dirección a el huerto de los Peréz.

La abuela siempre le reprochaba a mi mamá el tener emociones negativas, y siempre me molestó eso, pues ella era humana, y como cualquier humano, tenía emociones y sentimientos, bien sean positivos o negativos.

Mi don era muy poco solicitado, por no decir qué casi nunca lo solicitaban, así qué podía pasear por el pueblo caminé un rato hasta qué llegue a la biblioteca, un lindo lugar, pues era bastante silencioso.

Entré y elegí un libro, comencé a leer hasta qué me llamaron.

-¡Buenas tardes, Dolores!- Exclamó en susurros la señora Carolina, la dueña de la biblioteca.

-Buenas tardes, señora Carolina- Dije yo, también en susurros.

-¿Qué libro estás leyendo?- Preguntó con cariño, y soltó una risita al ver qué me sonroje.

Voces- Dolores MadrigalWhere stories live. Discover now