Capítulo 5

301 37 83
                                    

Nunca me he odiado más en la vida.
 
Vagamente recuerdo el como Erwin se ofreció a llevarme a mi casa, básicamente me hizo que entrara a la fuerza en su auto porque estaba demasiado ebria como para irme en un taxi. Erwin siempre ha sido un caballero y agradezco que se halla asegurado que llegara con bien.

Estaba ebria pero al menos fui lo suficientemente coherente como para quitarme la ropa del trabajo, tomar un baño y finalmente colapsar en mi cama.

Ahora es justo antes del mediodía del día siguiente y sigo repitiendo la conversación con Levi en mi cabeza.

¿No me gustan altos?

¿Qué diablos estaba pensando?

Me paso todo el día maldiciéndome en mi cabeza, tratando de recordar cuánto divague y si hice el ridículo. No, estoy bastante segura de que maneje bien mi comportamiento, pero aún así, una parte de mi tiene dudas.

El domingo, voy de compras al supermercado. Hay una tienda local a dos minutos a pie de mi apartamento que es a la vez una bendición y una maldición: lo suficientemente cerca para que esté a poca distancia, pero demasiado cerca como para distraerme. Me dirijo por los pasillos, tratando de evitar chocar con otras personas, y tomo lo que necesito y una que otra cosa en oferta.

Por un capricho, compro un paquete de galletas. Estas son del tipo que Sasha dice amar, ¿verdad?

Cuando llega el lunes, me paso todo el viaje en el taxi moviéndome nerviosamente. No debería estar tan preocupada por esto. es Levi. Dudo que un pequeño comentario como ese le haya molestado.

De cualquier manera, cuando me dirijo a su oficina esa mañana con una taza de té negro en mis manos, no puedo evitar comenzar con: — Me disculpo por mi comportamiento el viernes.

Levi no dice nada, en lugar de eso levanta una ceja y toma su taza de té.

Lleva una camisa azul marino con cuello que le sienta bien y se ve demasiado sexy para mi, dios y la forma en que sostiene la taza con sus manos.

Toma un sorbo. — ¿Eso es todo?

¿Debo decir algo más? Trago saliva y luego asiento, mejor no digo nada más. — Sí señor.

Levi deja su taza de té y me entrega dos archivos. — Esos deben actualizarse en función de lo que tenemos en el sistema informático. –Me dice, con los ojos en la pantalla de su propia computadora. — ¿Y te mataría probar un poco de variedad? –Agrega Levi, levantando su taza. — Si me haces té negro una vez más, juro que te lo arrojaré.

No tengo dudas de que cumpliría su amenaza. — Me aseguraré de cambiarlo. –Digo con una sonrisa sintiendo como mis hombros se relajan. No le importa lo que pasó el viernes. Bien por mi. — ¿Algo más?

— No. Dile a Mikasa que te muestre la sección en los archivos de esas carpetas.

— Sí, señor.

Cierro la puerta detrás de mi y exhalo con alivio, presionando mi mano libre contra mi frente. A él no le importa Y a mi tampoco debería, para el caso. Puedo dejar el asunto atrás y simplemente terminar mis cuatro meses con la cabeza fría. No es gran cosa.

Miro hacia arriba y me doy cuenta de que todos me están mirando. — ¿Qué? –Pregunto sorprendida.

Ymir, cuyo escritorio es el más cercano, se inclina hacia mi y frunce el ceño. — Nop. Sin lágrimas.

Hay un fuerte gemido de Jean, que se desploma contra su escritorio, y Connie comienza a reírse de Sasha, que se hunde más y más en su escritorio. Ah, su apuesta.

La PasanteWhere stories live. Discover now