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Katsuki ahoga un grito cuando es arrastrado a lo más oscuro del lugar. Puede oír una respiración tranquila y baja, con unas manos grandes deslizándose por su espalda hasta llegar a su cintura.

No puede evitar entrar en pánico por aquello, pues siente que ahora le va a pasar algo peor, mucho peor.

Puede sentir la mano pasar adelante, justo en su abdomen. Duele. Duele mucho.

Suelta un jadeo bajo debido al dolor, reteniendo las lágrimas que amenazan con salir.

— Estás herido...

De repente esa voz se hace oír cerca de su oído, con el aliento caliente rozando su mejilla. La voz es ronca, algo rasposa, como si estuviera enfermo.

— Por favor... No me hagas nada... Por favor...

— Callate... Te estoy ayudando... Silencio.

Las palabras se quedan atoradas en su garganta, su mirada se clava en las siluetas oscuras que están mucho más adelante suyas, con las voces llamándolo de manera desesperada.

— Amigos... No, no lo son... Entonces porque te buscan de esa manera... Una... Dos... Tres voces... Demasiado para un día... Entonces solo uno... Pelirrojo...

Katsuki se mantiene en silencio, escuchando con atención los murmullos. No entiende nada de lo que habla, frases sin terminar, un extraño acento, problemas en conjugar, todo en aquel hombre era extraño, y eso que solo va escuchando su voz.

—  Quédate... En silencio.

Asiente despacio y se queda ahí, cayendo de rodillas al suelo sucio debido a lo temblorosas que se encuentran sus piernas y el fuerte dolor abdominal.

Los pasos del hombre no se escuchan, su respiración deja de oírse y apenas si distingue su silueta entre toda esa oscuridad.

Se queda ahí, en silencio, tal y como le ordenaron.

Entonces, en medio de ese silencio, un fuerte grito se escucha, luego quejidos, sonidos extraños, más gritos, y de nuevo silencio.

Un silencio abrumador que congela su cuerpo y le impide moverse.

Apenas si puede distinguir unos quejidos lastimeros, junto con una respiración errática que pareciera acercarse poco a poco.

Katsuki agacha la cabeza temeroso y abraza sus piernas contra su pecho con fuerza, cerrando los ojos con fuerza.

Esta tan asustado, todo está oscuro, no sabe que le va a suceder, y esa respiración que se siente cada vez más cerca lo aterra.

Cada parte de su cuerpo se estremece cuando algo acaricia su cabello, con un aroma metálico impregnando el lugar.

— Vete...

— Ah... — Tiembla, su voz se corta y no sabe que decir. — Yo... Gracias...

El hombre no responde, solo se aleja un poco y espera a que el rubio salga del oscuro lugar.

Cuando la luz golpea sus ojos no puede evitar parpadear reiteradas veces, recogiendo sus cosas una vez pudo ver bien.

Estaba tan absorto recogiendo sus cosas de manera apresurada, que no fue hasta que terminó que se dio cuenta de la clara línea rojiza que se perdía entre la oscuridad.

Las ganas de vomitar lo consumieron pero, extrañamente, no sintió culpa alguna. Es más, sintió cierta gracia al entender la situación, sabiendo que ahora sería uno menos quién le jodería la vida.

Se siente extraño, demasiado extraño.

Aún escucha esa respiración, oculto en alguna esquina del callejón oscuro.

Y sin saber el porqué, deseaba poder ver al hombre y así agradecerle nuevamente.

Y sin saber el porqué, deseaba poder ver al hombre y así agradecerle nuevamente

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#traumadito #Quitenmeelcelular

Bros, BROS, me leí "Soitogete, Ryuujin-san".

Amigos, de ahí soy, yo pertenezco al lado oscuro, al lado de ese tipo de historias.

Tuve tantos sentimientos encontrados, y AGH necesito segunda parte.

En fin.

Bais

BUNNYWhere stories live. Discover now