11

1.4K 210 27
                                    


Katsuki siente un escalofrío recorrer su cuerpo, sintiendo asco al sentir aquel tacto áspero y tosco en su mejilla.

Nadie lo sabe, ni tienen porque.

Nadie tiene porqué saber que es un jodido juguete.

Nadie tiene porqué saber que su profesor lo mira de una manera asquerosa y deseosa, que cuando nadie está, le pide hacer cosas que le provocan náuseas.

Creyó librarse de su profesor después del incidente con el alumno muerto, creyó que con tanta policía vigilando los alrededores, este iba a dejar de acosarlo.

Bueno, pensó mal.

Ahora de nuevo se encontraba en esa situación, sentado en su pupitre mientras us profesor le dice cosas asquerosas y le acaricia su mejilla.

Su mano desciende un poco más, rozando el cuello de su uniforme. Intenta detenerlo, pero su profesor sonríe y niega despacio.

— No katsuki-kun, recuerda que tus notas están en juego... No quieres eso, ¿verdad?

Katsuki tiembla en su lugar y se traga sus palabras, conteniendo las lagrimas que amenazan con salir.

Siente asco, mucho asco.

No quiere eso, no quiere que abusen de él, no quiere ser tocado de esa manera por alguien tan repugnante.

Quiere huir, pero no puede, está acorralado.

Si sus notas bajan, si su disciplina es mala, sus padres van a matarlo.

No puede hacer nada, de nuevo esta acorralado en una situación repugnante.

Cierra los ojos, con sus labios temblando y su respiración entrecortada. Puede escuchar y sentir como su profesor desabrocha de manera lenta su camisa, rozando su piel con sus dedos.

Se siente asqueroso.

Intenta pensar en cosas lindas, en algo bueno, algo que lo distraiga de esa tortura, pero realmente nada viene a su mente.

Ahora tendrá una mancha más en su vida, una mancha que lo marcará por siempre, y no puede hacer nada, se siente impotente, inútil.

— Disculpe... ¿Es legal hacer esto con un estudiante? — la voz adormilada y rasposa resuena por el salón.

Katsuki abre de golpe sus ojos al escuchar esa voz tan familiar, sintiendo un fuerte golpe de alivio al ver a Izuku parado en la entrada del salón.

Trae una mascarilla y gorra negra, jeans algo sueltos, botas negras y un saco medio marrón algo desgastado.

— ¡¿Quién es usted?! — grita, dejando de lado a Katsuki mientras se acerca de forma brusca al hombre. — Está prohibido el ingreso de desconocidos a la unidad educativa, por favor retírese — a pesar de que trataba de sonar autoritario, su voz salía entrecortada y baja, completamente intimidado por la apariencia y altura del hombre que lo miraba de una manera extraña.

— Katsuki.

El rubio, quién seguía en trance, reaccionó al oír su nombre, parándose de forma apresurada para ir donde el pecoso.

Izuku al tenerlo cerca y ver su aspecto desalineado, se sacó su abrigo y se lo extendió al rubio, quién lo acepto de forma torpe.

Katsuki no podía mirarlo a los ojos, se sentía avergonzado, humillado. No quería que Izuku lo viera de esa manera, quizás ahora sentiría asco de él por ser tan débil.

Pero, contrario a sus pensamientos, Izuku no dudo ni un segundo en golpear al hombre delante suyo, sin darle chance de defenderse o hablar. La ira lo cegó por completo, ver en ese estado al rubio le hizo despertar un sentimiento extraño.

Quería matar al viejo que se atrevió a tocarlo de esa manera.

Katsuki, alarmado por la situación, intento detener a Izuku, pero este no cedía ni un poco. Lo golpeó hasta dejarlo irreconocible, apenas si podía respirar o moverse.

— No te voy a matar, no enfrente de él, así que si fuera tu, me iría despidiendo de mi familia... Oh, y no intentes hacer nada estúpido, porque se todo sobre ti, basura.

Al saber que no iba a recibir una respuesta, agarró de la mano a Katsuki y lo saco del edificio lo más rápido posible, sintiendo como el rubio temblaba y parecía querer llorar.

— Perdón...

— ¿Por qué?

— Todo es mi culpa, si yo fuera más fuerte...

— No, nada de esto es tu culpa, tu eres inocente, así que no llores.

De alguna extraña manera, solo esas palabras bastaban para hacerlo sentir mejor, para que por un instante no se sintiera miserable.

— ¿Vas a matarlo? — preguntó, con la mirada baja y una extraña sensación en su pecho.

— Te lastimó, así que... ¿Tu qué crees, pequeño?

— Oh... — no fue necesario decir algo, porque muy en el fondo, Katsuki deseaba verlo muerto.

Sonrió a medias y apretó con fuerza la mano del hombre, dejándose llevar por ese sentimiento de comodidad.

Una comodidad confusa.

Izuku se da cuenta de aquello, pero no dice nada, quiere tener a ese chico a su lado sin importar lo que tenga que hacer.

Quiere atarlo a él.

Quiere atarlo a él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Qcojan

BUNNYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora