¿Rumbo a casa?

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Lena y Kara habían pasado toda la noche haciendo el amor, Kara se había venido muchas veces, todas dentro de la mujer que amaba más que a la vida misma y Lena se había corrido de todas las formas y posiciones posibles.

La conexión entre ambas mujeres iba más allá del entendimiento humano, cualquiera pensaría que Kara era civilizada, pero nadie se imaginaría cuan primitiva se había vuelto Lena, mordiendo y gruñendo a Kara en el sexo, algo que Kara disfrutaba de sobremanera, el esfuerzo de Lena por entrar en su mundo y hacerla sentir acompañada y digna.

Hoy era el último día en la isla y el primero en el resto de sus vidas.

Lena corría por el bosque en la mañana, huía de algo que no podía ver, algo que hacía ruidos detrás suyo, corría muy rápido.

Lena se tropezó y cayó al suelo pero se levantó a tiempo para seguir corriendo. Detrás suyo la bestia corría y se movía con agresividad, aplastando las plantas a su paso. La pelinegra podía oír el crujir de las ramas bajo sus pies.

La pelinegra corrió por su vida, con el corazón bombeando fuerte en su pecho. Pronto llegó a un callejón sin salida, habían árboles cubriendo su paso, la bestia la había empujado a propósito a ese sitio controlando todo el tiempo su paso.

Lena se giró y alzó su pistola.

—Sale, anda— Dijo la ojiverde sosteniendo su arma con fuerza.

—Ah...salir— susurró la bestia escondida entre los árboles. —Si salgo, mi amada niña, tendré que poseerte allí mismo.—

—¿Q-qué? ¿Poseerme?

—Así es, mi pequeña niña con cabellos de la noche.— La bestia estaba más cerca, Lena casi podía sentir su aliento caliente cerca suyo.

—Te mataré antes de que puedas llegar a mí— dijo Lena con firmeza. —Eres un monstruo.

—¿Lo soy?— La voz de la bestia fue de burla.

—Sí lo eres, el gran lobo malo que va detrás de mí . ¿Quieres comerme, no es así?—

La bestia observó bien a la muchacha, era hermosa, apetecible, le hacía rugir las entrañas como ninguna otra presa.

La bestia observó bien a la muchacha, era hermosa, apetecible, le hacía rugir las entrañas como ninguna otra presa

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—Te prometo, mi niña hermosa, que cuando te coma vas a disfrutarlo— susurraba la bestia lejos de su vista.

Lena sintió una ola de anticipación y se lanzó de vuelta en el sentido contrario en el que había venido y una mano la sujetó evitando que siguiera su curso.

—Suéltame— demandó.

—No, cariño— la bestia la aprisionó y Lena finalmente la vió, la bestia era hermosa, primitiva, y portaba una capucha hecha de piel de lobo.

(para que se den una idea de cómo luce Kara aquí)

(para que se den una idea de cómo luce Kara aquí)

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Corazón indomableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora