Capítulo 3

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Tiene 5 capítulos, por lo que faltan dos para terminar este pequeño libro

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Shinichi

Mi cuerpo era grande devuelta, pero seguía siendo Conan.

—¿Qué pasa, Conan-kun? —me preguntó preocupado Ayumi-chan, los otros dos igual me miraron pero yo no supe que decirles.

—Pareces una paloma golpeada con una pistola de agua. —habló Genta.

—Genta-kun, querrás decir eso es "una paloma golpeada con una pistola de porotos". —arreglo sus palabras Mitsuhiko-kun.

*En japonés "una paloma golpeada con una pistola de porotos" es una expresión idiomatica que se usa para referirse a una cara sorprendida por algo inesperado.

—Chicos, ¿no me digan que estamos en segundo año de preparatoria? —les pregunté asustado con lo que sucedía.

Los tres parpadearon al unísono mostrando rostros en blancos antes de echarse a reír.

—¿Qué estás diciendo?

—¡Por supuesto que sí!

—Enserio, Conan-kun. —sus palabras sólo me enloquecían más.

Eso es, debo estar soñando.

¡Todo desde la llamada de Haibara fue un sueño! —me paralice al pensar en su nombre. Me pellisque la mejilla pero me dolió, no entendía que estaba pasando.

—Oye. —la voz de ella me devolvió a la realidad, no sé si era una suerte o no pero es su voz. —Estás obstruyendo el paso.

Al darme la vuelta, allí estaba su expresión neutral seguía siendo la misma, su cabello era solo un poco más largo, pero era ella. Una sonrisa de disculpa me descolocó.

—¿Estás enojado? —me preguntó de repente.

—Ai-chan, Conan-kun se está comportando extraño. —le dijo Ayumi-chan acercándose a ella para "susurrarle" en su oído.

—Si, algo le pasa. —al ver a Mitsuhiko-kun también acercarse mi cuerpo se crispó y tomé su muñeca.

—¡Ven un momento conmigo! —exclamé, al ver su mirada llena de incomprensión hablé. —¡Solo ven conmigo! —afirmé jalandola hacia a mi para luego sacarla del aula, al mirar de reojo solo logré ver a los chicos despidiéndonos con una sonrisa.

Al presionarla contra un árbol ella sonrió, lo que me puso en verdad nervioso y todas las preguntas que tenía en la mente se dispersaron.

—¿Sigues enojado por no despertarte esta mañana? —su pregunta me descolocó.

¿Qué...?

—¿Me vas a hacer la ley del hielo hasta que lo haga? —me dijo de repente, abrí los labios pero de inmediato los cerré al no saber qué decir.

Principalmente mi mente ocupaba una pregunta, ¿de qué habla?

—Tks, te has vuelto muy consentido. —me reprochó manteniendo una sonrisa altiva que me desconcertó. Sus manos se deslizaron por mis hombros lo que me puso muy nervioso. —Pero supongo que tengo la culpa en eso.

Abrí los labios para preguntarle de que hablaba, pero me me detuve al sentir sus labios chocar contra los míos.

Suave.

Dulce.

¿Qué acaba de comer? —tratando de asimilar lo que ocurría.

Pase mis manos por su cintura tratando de alejarla, pero mi mente se desvío. Su cintura es lo suficientemente pequeña como para faltar unos centímetros y poder tocar la punta de mis dedos, frotando mis pulgares en su ropa tratando de medir bien su cintura sentí como se acercó aún y como mordió débilmente mi labio inferior.

Fue tan solo un instante en el que me despide e ingreso su lengua en mi cavidad bucal, sentí todo mi cuerpo erizarse al sentir su lengua delinear la mía.

Era impresionante que supiera exactamente los puntos débiles de mi boca, de repente sentí sus dedos acariciar el hundimiento del hueso de mi clavícula, no sabía en qué momento me había deshecho la corbata pero con esa acción perdí el juicio y la terminé de empujar contra el árbol.

Su calor, la textura de su cuerpo, su olor, su sabor eran inexplicablemente tentador para mi, al separarnos un hilo de saliva nos unió y que ella cortó al darme un picó.

El timbre del final del receso llegó a mi oídos pero yo no podía pensar en nada más que en ella.

—¿Qué quieres hacer ahora? —me preguntó de repente con una sonrisa altiva. —Regresamos a clase o... —me dijo acercándose rápidamente a mi oído. —Nos la saltamos y vamos a casa. —concluyó mordiéndome la oreja suavemente lo cual me hizo temblar, podía sentir sus dedos arreglarme de forma débil el nudo de la corbata.

—Solo vayamos a casa. —afirmé perdido de todo, menos de ella.

—Claro, Shin. —susurró dejando un suave beso en mi mejilla antes de arrastrarme lejos de la escuela.

Mientras íbamos de vuelta vi un programa donde entrevistaba a Hattori, se veía claramente mucho mayor, en este le decían que era muy popular con las mujeres y este lo aceptaba como algo lógico, hasta que de repente apareció Kazuha-kun empezando una de sus peleas agotadoras.

—Esos dos nunca cambian. —dijo Haibara dando un suspiró cansada.

—¿Y cuando se casan? —preguntó la presentadora dejándolos en shock y muy avergonzados.

—¿Ca-Casarno-nos?

—Es divertido, sabiendo que Heiji tiene ya el anillo esperando el "mejor momento". —comentó Haibara divertida con su mano aún unida a la mía caminando entre la multitud que veía atentamente la entrevista.

En ese instante volví a la realidad, yo no tenía ni idea de qué hablaba, así que me detuvo en consecuencia ella también lo hizo, volviendo a verme confundida por haberme detenido.

—Debes... debo decirte algo importante. —murmuré apretando su mano.

Ella me dio una suave sonrisa asintiendo. —¿Hablamos en casa?

Yo solo pude asentir, al llegar parpadee confundido al entrar en mi casa, la casa Kudo y no en la del profesor; aún así me deje llevar por ella hasta terminar en la sala de mi casa con una mirada impaciente por parte de ella.

—Shin, ¿qué sucede? —me preguntó con dulzura tomando mi mano.

Cosa que me pone nervioso, su mano era realmente cálida. —Haibara. —al decir su nombre me miró extrañada y sorprendida parpadeando un par de veces. —Yo... probablemente no me creas, pero hasta hace poco estaba en la casa del profesor, tenía 8 años como Conan y de repente cuando desperté estaba aquí.

Ella me escuchó pacientemente, al terminar su mirada neutral se volvió incómoda quitando su mano de la mía. —Lo-Lo siento.

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