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  Pete POV 

El trayecto es demasiado corto, al menos eso siento ya que me he quedado dormido sin darme cuenta. Vegas me agita con cierta fuerza y me avisa que llegamos, sale del coche y cierra la puerta con fuerza detrás de él. Me reincorporo aún adormilado y observo el entorno pero no sé dónde pueda estar. Es una calle con muchos árboles y altos edificios visualmente agradables para la vista. Es un lindo lugar, viejito pero luciendo bonito.

Vegas golpea la ventanilla sacándome de mis pensamientos. Sacudo mi cabeza y salgo del auto y me coloco junto a él para ingresar a un edificio blanco bastante alto con un hall hecho de loza blanco y fuentes de mármoles muy elegantes. La alarma suena detrás de nosotros y Vegas me toma de los hombros para guiarme por unas escaleras que comenzamos a subir.

Llegamos al cuarto piso y él saca una llave para abrir una de las dos puertas que se encuentran allí. Espero en silencio observando mis manos que arden como el mismo infierno y el dolor en mi mejilla que aún está presente. No quiero verme, seguramente estoy hecho un desastre.

Él finalmente abre la puerta e ingresamos a un enorme espacio color blanco, es increíblemente vasto y eso que hay varios muebles. El lugar es sencillamente inmenso, quizás del tamaño de mi departamento, ¡y eso que es la pura sala!

-  Ven. - Me llama. Lo sigo a un arco gigante con pequeñas telas de colores que caen. Las pasamos e ingresamos a un enorme cuarto con una cama roja y negra, luces moradas y rojas, distintas affiches estilo 80's o 70's colgados y una gran pantalla. Examino el lugar con enormes ojos.

-  El baño está allí. - Vegas señala la puerta de madera abierta permitiéndome ver un baño algo pequeño comparado con la inmensidad de la habitación. - Báñate y sales para que te cure las heridas, podrás dormir en el cuarto o en sala, como más te acomode.

Sigue y se acerca a mí para tomar mi rostro entre sus cálidas manos y examinarme de cerca: - Sí... te dieron un feo golpe.

Río un poco y sorbo por la nariz. Él soba un poco detrás de mi nuca haciéndome temblar. - Mi Pete precioso... - Susurra suavemente. - Esos hombres feos pagaron por lo que te hicieron aunque merecían mucho peor.

-  ¿Por qué me hablas como si fuera un niño? - Pregunto con una suave risa. - Esos cabrones hijos de puta no merecieron ni una pizca de lo que pudieron haber merecido. 

Vegas coloca su índice en mis labios. - No es bueno decir malas palabras pequeño.-  Alza ambas cejas. - Haré algo de cenar mientras tanto, apúrate.

Me suelta y sale de la habitación dejándome solo. Relamo mis labios y suspiro pesadamente antes de ingresar al baño y cerrar la puerta. Me comienzo a quitar la ropa que doblo y pongo sobre un estante. Me observo al espejo y evito soltarme llorar; mi estado es realmente deplorable. Lleno de mugre, sudor y sangre, heridas y cara larga, ojos hinchados y rojizos y cabello alborotado y sucio. ¡Dios, qué horror!

Abro la llave del agua y para mi suerte es la caliente. Agarro el shampoo y me pongo una porción exagerada pero me siento sucio, sucio, sucio. Me tallo en todos lados, como si aquella pudiera lavar y quitar el tacto de los hombres sobre mi piel. Todo se llena de vapor y creo que paso más de una hora allí, mis dedos parecen los de una persona de cien años y mis piernas duelen, por suerte, me siento mucho más tranquilo y relajado.

Salgo y busco con la mirada una toalla pero no hay ninguna. Muerdo mis labios y busco ropa pero no hay nada, mierda. Me metí a balar sin nada que ponerme encima.

-  ¿Vegas? - Llamo en voz alta y corro a meterme a la ducha nuevamente.

La puerta se abre unos segundos después y escucho las pisadas de Vegas acercarse.

Eres mi mascota....VegasPeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora