.4. Una luz.

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[Sonic]

Parpadeo tras sentir que algo me apreciona el pecho. Cuando recuerdo y soy conciente de que estoy al lado de Amy. Y ella está abrazándome.

Ella seguía dormida, sentí la falda del vestido más arriba de la pierna. Me quedé mirando a la nada. Y me sentí aterrado.

Claro que esta vez no por tener a Amy a mi lado, si no que...

Había dejado el reloj a la misma hora.
Y no había avanzando, absolutamente nada.

Dios ayúdame...Ten piedad de mí —supliqué entre la oscuridad y solté un suspiro.

Intenté quitar el brazo de para levantarme.
Pero fue en vano porque también despertó.

—¿Qué ocurre? ¿Ya salió el sol? —se talló los ojos con pesadez.

Aunque era extraño, sentía que había dormido las 8 horas.

—Nos quedamos dormidos —me sobresalté por la voz que emití, me iba a costar demaciado estar en su cuerpo.

Amy se sentó en la cama y me miró, con preocupación.
Habíamos dejado la luz prendida.

—Amy...Las horas no avanzan.

Me levanté rápidamente y corrí a la ventana para confirmar. Seguía en oscuridad, el corazón palpitaba más rápido.

—¿Aún? —Amy se aproxima al espejo del tocador— sigo en tu cuerpo...Sonic, este sueño ya tiene más de lo que creo.

—Es que no hay nadie para preguntar o saber, no sé. Cualquier cosa —cerré la cortina con fuerza y me volví a sentar en la cama. Con los codos pegados a la rodilla y las palmas de la más manos sobre la cara, me sentía muy frustrado— Estamos solos.

—Ya lo sé —respondió con un noto nada preocupados— Al menos estoy contigo —dejó de verse en el espejo para sentarse al lado mío.

—Será mejor que sigamos caminando y averiguar un poco más.

—Estoy de acuerdo.

(....)

Después de unos minutos. Amy y yo decidimos salir de la casa, no llevamos más que una capa de tela encima y un gorro de color rojo que había en la casa.

—La verdad que sí hace frío —dije al sentir el sereno de la noche una vez que abrí la puerta— ¡Ah! Trae un farol para iluminar, Amy.

—Okey —ella corre por el, lo había dejado sobre la mesa— aquí está.

Salimos de la casa, Amy tomó de mi mano.

—¿Qué hace-

—Me da miedo. Por favor, no me obligues a soltarte.

Rodeo los ojos y no me queda más que aceptar.

—De acuerdo.

(....)

Llevamos un buen tiempo caminando por las calles en busca de algo o alguien. Pero hasta el momento había sido en vano. Tan si quiera había sonido alguno de los grillos. Cada segundo se ponía más tenso.

—Ya caminamos suficiente. No hemos llegado a nada...—comenté derrotado— No sé —miré hacia abajo para ver nuestras manos entrelazadas— ¿No vas a soltarme por lo menos un segundo?

—Nop.

—Solo cinco segundos, Amy.

—No —repitió— y sigamos caminando.

Intenté silvar pero aparentemente no podía hacerlo en su cuerpo. Ni por más esfuerzo que hacía. Le dije a Amy cómo hacerlo, indicándole pero ella tampoco podía.

—¡Mira! —indicó Amy con el dedo índice— Hay una unidad de disco. ¿Crees que sirva?

—Ni idea. Mejor ni lo toques.

Amy soltó de mi mano para ir.

—¡Ups! Usé tu supervelocidad —rió, estaba a unos 20 metros de mi— Ven, Sonic.

Mientras me acercaba caminando. Amy precionó el botón, y en efecto. Una canción se hizo sonar.

—Conozco la melodía, se llama “El amor es triste” —me miró por encima del hombro, yo estaba detrás— es un viejo clásico.

—Es el primer sonido después de nuestras voces —comenté.

—Sí.

Amy colocó las manos detrás de la espalda, y comenzó a mover la cabeza de un lado a otro.

Por otro lado a mí; me hizo sentir algo de paz. Crucé los brazos y cerré los ojos.

Escuché pasos

Abrí los ojos y Amy estaba rodeándome y danzando alrededor de mí..

La miraba por los lados conforme se movía.

Se detuvo, inclinó su cuerpo y tendió la mano.

—Bailemos, hermosa dama.

—¿Te das cuenta de que te hablas a ti mism-

Demaciado tarde. Tomó de mi mano y la otra en la cintura, fueron pasos torpes y en mano.

—Tú solo sígueme —dijo. Y se balanceó lentamente, le seguí el ritmo con un poco de nervios, debo decir.

—No sé hacerlo.

—Tranquilo, déjame guiarte.

Me dejé llevar por el momento, después de todo nadie nos veía. Amy sonrió y me contagió. Lo hize también.

Y justo cuando empezamos a reír.

La luz del faro se apagó, y al horizonte se veía una chispa fuerte de luz del sol. Nos detuvimos de golpe y observamos seriamente la luz.

—¡Se hará de día! —le dije con emoción, solté las manos de Amy para cantar victoria.

Y cuando la solté.
Otra vez todo se hizo color negro.

—¡¿Qué fue eso?!

Corrí con miedo diciendo «No, no, no» y giré para encender el faro de nuevo.

—Se apagó todo...

Amy suspiró rendida también. Yo estaba sentado, viendo el faro.

—....¡Sonic! —exclamó— Creo que...la luz provenía por nosotros. Por estar...Juntos.

—¿Crees eso? —pregunté incrédulo.

—¡Déjame besarte!

—¡¿Qué?! ¡O-oye no estamos para esto! ¡Estás mal de la cabeza si crees que proviene de muestras de amor!

—¿No me crees?

Intenté levantarme rápido, pero fue en vano. Amy se había inclinado y me besó, casi ahogándome.

Intenté apartarla pero ella se me pegaba más y más. Hasta que se despegó.

Y no pasó nada.

—¡Qué te dije! —le grité muy molesto— ¡Ay, pero que necia eres!

Me limpié la boca con la manga, y solo pude ver como se tornaba todo a decepción.

Y Amy comenzó a llorar.
Me ví a mi mismo llorar.

×—×
.4. end. 🖇️

Juntos A Medianoche. Där berättelser lever. Upptäck nu